EL SEÑOR DE LA HUMILDAD
México, D.F.
La Capilla de Manzanares
es una de las mejor conservadas del Centro Histórico. Su historia,
vinculada con el suburbio del mismo nombre, se remonta a un barrio indígena
del siglo XVI que se ubicaba en las salientes del lago de Texcoco. Justo
detrás de la capilla pasaba uno de los dos brazos de la Acequia Principal
que venía desde Xochimilco y desembocaba en el lago; sus vecinos convivieron
con esa corriente hasta el último tercio del siglo XVIII cuando, a
pesar de las protestas, fue finalmente cegada.
La capilla recibió a los indígenas de los barrios
inmediatos; sin embargo, en lugar de que fuera demolida durante la Reforma,
los vecinos se encargaron de cuidarla. Su estilo barroco churrigueresco se
conserva tanto en el exterior —la portada labrada en cantera, las columnas
estípites, la puerta, las torres y la cúpula— como en el retablo,
las imágenes laterales, el coro o las figuras estofadas de su interior.
Aunque por su tamaño no caben más de veinte personas.
Cuenta la leyenda que la capilla del Señor de la Humildad,
está erigida sobre una de las siete ermitas que el conquistador Hernán
Cortés mando construir en los alrededores de México-Tenochtitlán,
allá por el año 1519.
Ubicada en el histórico callejón de Manzanares,
esta joya arquitectónica sorprende al visitante, sobre todo por estar
enclavada en una de las zonas que reflejan las realidades y contradicciones
de nuestra capital: la Merced.
A un costado de la avenida Circunvalación, llena de comercios
de todo género, de las multivoces de los ambulantes, del tráfico
desquiciante de los microbuseros y camiones de carga, de gente que va y viene
sin rumbo fijo y del mayor corredor sexual que existe en el Distrito Federal,
tolerado por las autoridades durante décadas, la Capilla del Señor
de la Humildad, es un refugio natural para todos aquellos desventurados.
Lugar de oración de prostitutas, ladrones y hasta de
policías, la capillita luce impecable, asentada sobre el número
32 de Manzanares. Su fachada es de un estilo barroco churrigueresco. Sorprende
el blanco limpio e impecable, incluso libre de todo graffiti. Sus dos esbeltas
torres, testigos mudos del tiempo, custodian la cúpula.
En la fachada central, sobresale enmarcada por dos columnas
estípites, una cruz finamente labrada, fiel trabajo de los escultores
indígenas. A sus lados dos ángeles custodios con rasgos mestizos,
oran en una actitud de éxtasis.
Debajo de la cruz, hay una inscripción tallada sobre
la piedra, escrita en latín: In hoc signo vinces, que significa "con
esta Cruz vencerás". Y si nos atenemos a las libres interpretaciones
y símbolos que hay en toda obra de arte, el significado de esa cruz,
se ha convertido –a decir de los vecinos- en el signo vencedor y protector
de esta obra, que incluso sobrevivió de ser destruida por los actos
de barbarie, cometidos después de promulgadas las Leyes de Reforma.
La capillita tiene tan sólo 6 bancas, las cuales albergan
a 20 personas sentadas, pero eso sí, siempre estará abierta
para todo aquél que tenga necesidad de encontrar refugio y oración
en este espacio de reflexión y devoción.
Este lugar permanece abierto las 24 horas, en la fiesta del
Santo Patrono, que año tras año se conmemora el día
6 de agosto. Ese día, nos refiere un habitante de la calle Manzanares,
la capillita rebosa de fieles visitantes, que acuden puntuales a agradecer
los favores recibidos.
En su interior, se respira un aire de misticismo. La luz del
sol de mediodía, entra tímida. Sus rayos se combinan con la
luz artificial de cuatro veladoras de aceite de color rojo, que permanecen
encendidas, formándose un resplandor que llega directo al Sagrado
Santísimo que permanece expuesto, a la vista de todos aquellos que
acuden a adorar a Cristo en la Eucaristía; en esa figura dominante
del “Ecce Homo” que imperturbable, domina el retablo de la capillita.
A sus lados sobresalen dos esculturas finamente talladas, producto
sin duda de la imaginería de los artistas novohispanos. Es de destacar
el volumen, movimiento y color de la figura de San José, llevando
en sus brazos al Niño Jesús. Y por el otro lado, conmueve la
expresión en el rostro de la Virgen María.
Según los especialistas en arte, esta capillita tiene
todos los requisitos, para ser considerada una Iglesia: cuenta con dos torres
gemelas, el coro alto, el coro bajo y la cúpula que es un portento.
Hoy, gracias a las acciones de revitalización de espacios en el centro
histórico, es posible visitar, la capilla del Señor de la Humildad.