BEATO FEDERICO DE HIRSAU
1071 d.C.
19 de febrero
Natural de Suabia, era descendiente
la antigua nobleza suaba. Monje benedictino en Einsiedeln en Suiza, cuando
era abad Benito de Einsiedeln. En el 1066, fue enviado con doce compañeros
a restablecer la disciplina de la abadía de Hirsau y su reconstrucción
emprendida por la condesa Wiltrudis de Calw, tal como era el deseo del papa
san León IX, tío del conde Adalberto de Calw.
Federico fue nombrado abad en 1066, pero algunos monjes le calumniaron,
a causa de su disciplina ante la regla monástica y, en el 1069, fue
depuesto por el conde Adelberto de Calw, dueño de Hirsau, que lo metió
en la cárcel.
Federico no se defendió, agradeció a Dios sus padecimientos
y sufrió en silencio su condena. Federico se retiró el abad
Udalrico de Lorsch, le ofreció una celda en el convento de Ebersberg,
junto a Heidelberg, y allí murió asistido por el abad Ulrico
de Lorsch que sabía las injusticias cometidas contra él.