SAN FÉLIX DE VALOIS
1212 d.C.
4 de noviembre
Nació en el condado
de Valois, Francia. Su leyenda afirma que era de sangre real, aunque hoy
se sabe que su apellido está más en consonancia con su lugar
de nacimiento, que con la familia real de los Valois. Se distinguió
por su amor a los pobres. Vivió algún tiempo con los monjes
de Claraval. Se alistó en la cruzada predicada por san Bernardo. Luego,
desengañado, se retiró a la soledad de un eremitorio de Cerfroid,
diócesis de Meaux. En la soledad se encontraron Félix y san
Juan de Mata, enardecidos por el ideal de la fundación de la Orden
de la Santísima Trinidad, Orden religiosa fundada con el fin del rescate
de los cautivos del Islam. En 1194 se constituyó la primera casa de
la nueva Orden en Cerfroid. Marcharon a Roma. El papa Inocencio III, que
había tenido la misma visión, aprobó y alentó
sus proyectos en 1198. Escribieron la regla. Diseñaron el hábito
blanco con una cruz roja y azul.
La idea era atractiva. Muchos se alistaron en la nueva Orden
de Trinitarios. Recogían dinero para redimir cautivos. Y cuando era
necesario se ofrecían ellos mismos para quedarse en vez de los cautivos
que pudieran flaquear en su fe. San Juan de Mata llevó la responsabilidad
y Félix aporta la disponibilidad y su larga vida de oración,
contribuyendo a la práctica de la observancia regular.
Félix fue nombrado ministro de Marsella en 1208. Cada
particular de su vida carece de valor histórico. Murió en Cerfroid.
Su beatificación, en el siglo XVII, hizo que se pusiese de moda llamarse
Félix, nombre que estaba en desuso. Su canonización se produjo
por el culto popular que se le brindó, no por los milagros que pudiera
haber hecho. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales.