SAN FÉLIX DE TUBZAK
303 d.C.
15 de julio
El emperador Diocleciano,
en su primer decreto de persecución contra la Iglesia, mandaba destruir
los templos y los libros sagrados. Cuando en África se procedió
a la ejecución del decreto, se pidió a san Félix, obispo
de Tubzak, que entregara los códices de la comunidad cristiana para
quemarlos.
Él se negó: «Antes preferiría que
me quemaran vivo a mí, que no las Escrituras divinas». Lo encarcelaron
y lo torturaron para que obedeciera al emperador, pero su respuesta fue siempre:
«Vale más obedecer a Dios que a los hombres». Después
de permitir a Félix dirigir su oración a Dios, lo degollaron
en Cartago (Túnez) el año 303.