BEATO FERMÍN LATIENDA AZPILICUETA
1936 d.C.
8 de octubre
El 7 de julio de 1891 nace
un vástago varón, hijo de Críspulo y Francisca, en Iruñela,
pequeña localidad de Navarra. Dada la fecha de nacimiento, coincidente
con las populares fiestas patronales de Pamplona, el niño recibió
el nombre de Fermín. El 8 de septiembre de 1903 ingresa en el juniorado
de Vic (Barcelona) para comenzar su vida marista. Emite los primeros votos
en 1907. Y el 15 de agosto de 1913 hace la profesión perpetua.
En el hermano Felipe José -escribe un compañero-
he visto personificadas las virtudes del educador religioso: piedad, dignidad,
competencia. Amigo del procedimiento socrático, encaminaba inteligentemente
al discípulo para que, de pregunta en pregunta, él mismo dedujera
las formulas y conclusiones adecuadas.
En febrero de 1936 va destinado a Les Avellanes para desempeñar
la función de maestro interino de novicios. Era una situación
delicada y difícil. Los novicios se creían huérfanos,
pues estimaban mucho al hermano Luis Gonzaga que acababa de partir para su
segundo noviciado. La piedad, prudencia y alegría del hermano Felipe
José contribuyeron a serenar pronto aquellos espíritus.
Licenciado por la universidad de Zaragoza, era competente y
sencillo en sus exposiciones. Sabía distribuir la ciencia y los consejos
con oportunidad. Al empezar la guerra, el hermano Felipe José se dirigió
a Vilanova de la Sal con todos los hermanos formadores y discípulos.
En Vilanova se hicieron lenguas comentando su desvelo y abnegación
en provecho de aquellos muchachos. Grande fue su pena cuando, por orden del
comité de los milicianos, tuvieron que diseminarse todos por la comarca.
En aquellas circunstancias, la presencia del hermano Felipe José era
comprometedora. Él fue a ocultarse con algunos hermanos en las cuevas
de los alrededores. Con aquellas incomodidades le vino una parálisis
que le dificultaba en gran manera los movimientos. Fue una de las victimas
de la checa de San Elías. Un condiscípulo dice de él:
Era de carácter franco, abierto y humorista. Recuerdo su mucha ejemplaridad
y las muestras de piedad sencilla, intensa, persistente.