BEATO FRANCISCO LÓPEZ-GASCO FERNÁNDEZ
1936 d.C.
9 de agosto
Nació el 4 de octubre de 1888 en
Villacañas (Toledo). Ingresó en el Seminario de Toledo en 1901;
nueve años después se le envió a estudiar a Roma. Obtuvo
el bachillerato, la licenciatura y el doctorado en Teología. Fue ordenado
sacerdote y celebró su primera misa el 5 de mayo de 1914, en Roma.
Regresó para España el 9 de julio de 1914. Durante los más
de veintidós años que ejerció el ministerio trabajó,
desde 1914, como profesor del Seminario y capellán de los Hermanos
Maristas en Toledo; luego, como coadjutor de la parroquia de Santiago Apóstol
de Toledo, en 1918; y en el mismo año se fue a Cuerva de párroco;
posteriormente se hizo cargo de la parroquia de Villa de D. Fadrique hasta
su muerte martirial. Los testigos afirman que fue un seminarista fervoroso,
aplicado y caritativo con todos. Y que, como sacerdote, fue celosísimo
en su cargo parroquial, y muy penitente, edificando a todos con su ejemplo.
Cultivó las virtudes sólidas y perfectas, en cuyo ejercicio
se fue preparando para la corona del martirio. Trató de infundir estas
ansias de perfección a las jóvenes, invitándolas a la
vida consagrada.
Fundó un grupo que formaba parte de la “Alianza en Jesús por
María”, hoy instituto secular. Cuando estalla la Guerra en 1936. ya
en varias ocasiones, se le había escuchado decir: “Mi deber es estar
aquí hasta el último momento, defendiendo cuanto pueda la parroquia
que se me encomendó”.
Del 18 de julio al 3 de agosto, días durante los cuales estuvo recluido
en casa del sacristán de la parroquia, el Siervo de Dios Buenventura
Huertas, no trató nunca de esconderse: recibía a los feligreses,
los confesaba, les administraba los sacramentos, sin temor a ser denunciado
y condenado a muerte, como sucedió. Fueron días de ejercicios
espirituales, de preparación al martirio, que veía próximo.
Celebraba todos los días una paraliturgia explicando el evangelio
del día a los familiares del sacristán, recibía la comunión
y la distribuía a todos. Recitaba con devoción el oficio divino,
que después explicaba a los demás y todos los días rezaba
el rosario. Les enseñaba cómo tenían que comulgar si
lo metían en la cárcel.
Por las declaraciones de los testigos y por documentos fehacientes consta,
por tanto, que el Siervo de Dios fue encarcelado el 3 de agosto de 1936.
Sometido a toda clase de vilipendios, humillaciones y golpes por negarse
a blasfemar, y obligado a trabajos forzados, después de cortarle una
oreja, en la noche del 8 de agosto, los verdugos trataron de matarlo a él
y a otros ocho prisioneros con palos, como si fueran bestias. En la mañana
del 9 agosto, dando a todos por muertos, los cargaron en una galera para
llevarlos a enterrar. Aunque el Siervo de Dios había sobrevivido a
los golpes, lo echaron en la galera en medio de los cadáveres. Llegados
al término llamado “La Media Luna”, después de mofarse del
Siervo de Dios, le rompieron el cráneo con un “macho” de fragua y
lo enterraron en una zanja.