1936 d.C.
1 de agosto
Nació en Corvillón
(Orense) el 9 de febrero de 1887. En 1906 ingresó en el noviciado
en Sevilla. Allí también realizó las prácticas
de magisterio y estudió la filosofía y teología, siendo
ordenado de sacerdote en 1916 en el Santuario de Loreto de Espartinas (Sevilla)
Su apostolado lo inició en las mismas Escuelas Profesionales de Sevilla
y lo continuó en Écija y en Málaga, donde, desde el
curso 1921-22 se encargó de los artesanos y luego del Oratorio Festivo
y Escuelas Populares hasta su muerte.
Tras ser liberado de la prisión, se refugió en el Hotel Imperio hasta el 15 de agosto, donde delatado por un empleado fue detenido y llevado las cercanías del “Camino de Antequera” para ser fusilado y quemado cuando todavía estaba con vida. En su detención y traslado al lugar de la muerte participó José Luque Villalón, chofer del Colegio de la Sagrada Familia, enclavado en el Camino Nuevo. Al sacarlo del coche fue reconocido por el religioso con estas palabras: “Pepe. Hijo mío eres tú”. Después, en la hora de la muerte, le dio la bendición y éste volvió la cara porque le dió vergüenza, puesto que se había criado en el colegio donde el salesiano era director . Sobre su cadáver los asesinos colocaron un cartel que decía: “Este es don Francisco Míguez”. Sus restos fueron trasladados al cementerio de San Rafael. Este salesiano fue admirable por su mansedumbre en su pasión y muerte, y más admirable por su caridad con los antiguos alumnos del colegio como pondera un sacerdote que lo conoció muy bien, don Luís Vera. Beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007.
Tras ser liberado de la prisión, se refugió en el Hotel Imperio hasta el 15 de agosto, donde delatado por un empleado fue detenido y llevado las cercanías del “Camino de Antequera” para ser fusilado y quemado cuando todavía estaba con vida. En su detención y traslado al lugar de la muerte participó José Luque Villalón, chofer del Colegio de la Sagrada Familia, enclavado en el Camino Nuevo. Al sacarlo del coche fue reconocido por el religioso con estas palabras: “Pepe. Hijo mío eres tú”. Después, en la hora de la muerte, le dio la bendición y éste volvió la cara porque le dió vergüenza, puesto que se había criado en el colegio donde el salesiano era director . Sobre su cadáver los asesinos colocaron un cartel que decía: “Este es don Francisco Míguez”. Sus restos fueron trasladados al cementerio de San Rafael. Este salesiano fue admirable por su mansedumbre en su pasión y muerte, y más admirable por su caridad con los antiguos alumnos del colegio como pondera un sacerdote que lo conoció muy bien, don Luís Vera. Beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007.