SAN FRANCISCO JAVIER
1552 d.C.
3 de diciembre
San Francisco Javier, de la Compañía
de Jesús, apóstol de la India, esclarecido por la conversión
de los gentiles, y por sus dondes de profecía y milagros, en Sancian,
isla de la China; el cual lleno de méritos y trabajos murió
el dia 2 de este mes; pero su festividad se celebra hoy por decreto del
Papa Alejandro VII.
(Francisco de Jasso y Azpilicueta; Castillo
de Javier, Navarra, 1506 - Isla de Sancián, China, 1552) Misionero
español. Mientras estudiaba filosofía y teología en
París conoció a Ignacio de Loyola, quien le reclutó
para su proyecto de fundar una nueva orden: Francisco hizo sus primeros votos
en París (1534), se ordenó sacerdote en Venecia (1537) y participó
en la fundación de la Compañía de Jesús en Roma
(1539). Desde entonces se consagró a la actividad misionera: en 1541
fue enviado a la India como legado pontificio, con la misión de evangelizar
las tierras situadas al este del cabo de Buena Esperanza, respondiendo a
una petición de Juan III de Portugal.
Instalado en 1542 en Goa (capital de la India portuguesa), desplegó
una intensa actividad cuidando enfermos, visitando presos, predicando el
cristianismo, convirtiendo nativos, negociando con las autoridades locales
y defendiendo la justicia frente a los abusos de los colonos. Su apostolado
se extendió por el sur de la India, Ceilán, Malaca, las Islas
Molucas y Japón. Cuando se disponía a entrar en China para
continuar su labor, murió de pulmonía a las puertas de Cantón.
Fue canonizado en 1622 y declarado patrono de las misiones de la Iglesia
católica.
Francisco de Jasso era el hijo menor de Juan de Jasso y Atondo,
presidente del Real Consejo de Navarra, y de María de Azpilicueta
y Aznárez, titular del señorío de Javier, defensores
de la causa de Juan de Albret frente a Fernando el Católico en la
guerra que determinó la anexión de Navarra a la Corona de Castilla
(1512-1515). Tras la muerte de su padre (1515) y la demolición de
las torres y murallas del castillo de Javier por orden del Cardenal Cisneros
(1516) como consecuencia del apoyo prestado por sus hermanos Juan y Miguel
a la sublevación en favor del rey navarro destronado, Francisco Javier
se orientó hacia la carrera eclesiástica y el cultivo de las
humanidades, que estudió en Leyre y Pamplona.
En 1525, probablemente ya adquirida la tonsura, se trasladó
a París para completar su formación; ingresó como interno
en el Colegio de Santa Bárbara, donde trabó amistad con Pedro
Fabro e Ignacio de Loyola. En 1530 se graduó como maestro en artes
y pasó a ejercer la enseñanza de la filosofía con el
cargo de catedrático regente en el Colegio Dormans-Beauvais, a la
vez que cursaba estudios de teología. Con el propósito de adquirir
prebendas eclesiásticas, solicitó en 1531 del cabildo de Pamplona
la concesión de una canonjía, alegando su condición
de clérigo navarro y su titulación en artes.
Sin embargo, su relación con Ignacio de Loyola, quien
pretendía atraerle para el proyecto de fundación de una nueva
orden religiosa, así como su desagrado por el ambiente universitario
y la impresión que le causó la muerte de su madre y de su hermana,
acaecida por aquellas fechas, determinaron a Francisco Javier a abandonar
sus pretensiones de promoción dentro del estamento eclesiástico.
Junto con Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros, reunidos en
la capilla parisina de Montmartre, el 15 de agosto de 1534 hizo votos de
castidad y pobreza, de vida consagrada al apostolado y de peregrinar a Tierra
Santa, o bien, en el caso de que esto último no fuese posible, de
ponerse a disposición del Papa.
En 1537 se trasladó a Venecia, donde se reunió
con sus compañeros con el objeto de viajar a Roma para obtener la
bendición papal antes de iniciar su peregrinación; durante
su estancia en Venecia recibió noticia de la concesión de la
canonjía solicitada, a la que renunció, y del inicio de la
guerra entre Constantinopla y Venecia, lo que significaba el retraso indefinido
del viaje a Tierra Santa. Ordenado sacerdote el 24 de junio de ese año,
se dedicó a la predicación en Bolonia hasta su marcha a Roma
(1538), donde Francisco Javier y sus compañeros se entrevistaron con
Paulo III y abandonaron definitivamente sus propósitos de peregrinación.
Durante su estancia en la Santa Sede gestionaron la fundación
de una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús,
a la que el Papa concedió su aprobación verbal en septiembre
de 1539. Ese año Ignacio de Loyola tuvo noticia de que Juan III de
Portugal solicitaba misioneros que marchasen a evangelizar sus posesiones
en las Indias Orientales y encomendó la tarea a Francisco Javier,
quien en marzo de 1540 partió a la corte portuguesa para organizar
la expedición, con el título de legado pontificio para todas
las tierras situadas al este del Cabo de Buena Esperanza.
Iniciado el viaje en abril de 1541, arribó a Goa, capital
de las posesiones portuguesas en la India, trece meses después. Ejerció
en esta ciudad una activa labor evangelizadora, especialmente a partir de
la fundación del colegio-seminario de Santa Fe para sacerdotes nativos,
y de dedicación a los enfermos y presos. En septiembre de 1542 organizó
una expedición misionera a la costa de Pesquería, en el sureste
de la India, para predicar la doctrina cristiana entre los poblados parabas;
estableció una comunidad cristiana y la dotó de un catecismo
en lengua indígena. Tras ello inició la evangelización
de Travancor y Ceilán (1544), Madras y Malaca (1545) y las Islas Molucas
(1546-1547). Francisco Javier administró el bautismo a miles de nativos,
superó la oposición de los brahmanes y estableció una
asidua correspondencia con los miembros de la Compañía de Jesús
en Roma, cuyas noticias, a las que se unió su fama de taumaturgo,
dieron origen a numerosas vocaciones misioneras entre sus compañeros.
Tras una nueva estancia en la India y en Malaca, dedicada a
reorganizar las misiones establecidas y a proveerlas de unas normas de funcionamiento,
marchó a evangelizar a Japón, adonde llegó en 1549;
predicó durante dos años en Kagoshima, Hirado, Yamaguchi y
Bungo, estableciendo favorables contactos para su labor con los daymios o
gobernadores feudales japoneses, aunque la oposición de los monjes
budistas dificultó enormemente su actividad. Ante las escasas conversiones
logradas en Japón, se persuadió de que para obtener éxito
en su empresa era necesario evangelizar previamente China, puesto que consideraba
que los japoneses habían asimilado la cultura de este imperio y que,
por tanto, el ejemplo de la cristianización en China ejercería
una influencia decisiva sobre Japón.
Reclamado por las comunidades misioneras de la India, regresó
a Goa en 1551, donde inició los trámites necesarios para organizar
su pretendido viaje a China, dificultados por la prohibición existente
en este imperio sobre la entrada de extranjeros en su territorio. Tras su
nombramiento como provincial de la India, que había sido constituida
como provincia jesuítica independiente de Portugal, partió
rumbo a China con una embajada portuguesa en abril de 1552, pero tuvo que
detenerse en Malaca, donde permaneció dos meses intentando vencer
la resistencia que el gobernador Álvaro de Ataide opuso al proyecto.
Finalmente reemprendió el viaje hasta llegar a la isla
de Sancián, donde le sobrevino la muerte antes de que llegara el junco
chino que debía transportarlo a Cantón. Sus restos fueron trasladados
a Goa en 1554, donde su culto se extendió rápidamente. A comienzos
del siglo XVII se inició el proceso de su beatificación, proclamada
por Paulo V el 25 de octubre de 1619; nombrado patrón de Navarra en
1621, el 12 de marzo del año siguiente fue canonizado por Gregorio
XV, juntamente con Teresa de Jesús e Ignacio de Loyola. Pío
X le declaró patrono de la Sagrada Congregación de Propaganda
Fide en 1904, y Pío XI patrón de todas las misiones en 1927.
Su fiesta se celebra el 3 de diciembre.