SAN FRUMENCIO DE ETIOPÍA
20 de julio
San Frumencio, primer Obispo
de Etiopía. Una de las inscripciones encontradas en el norte de Etiopía
nos hace saber que el rey Ezana, contemporáneo de Constantino, se convirtió
al cristianismo. Se encomienda al "Dios del cielo" y, más explícitamente,
al poder de Cristo, "en quien creí" y "que es mi guía". Su
conversión y la de su reino se debe a la predicación de dos
hermanos.
Narra el historiador Rufino que Meropio, filósofo de
Tiro, deseando conocer la India, se puso en camino acompañado por dos
de sus discípulos. El más joven se llamaba Edesio y el mayor
Frumencio. Cuando ya regresaban de este viaje, a excepción de Edesio
y Frumencio, fueron pasados a filo de espada. Los dos jóvenes fueron
llevados a la ciudad de Aksum, donde residía el rey. Este les tomó
gran cariño; a Edesio lo hizo copero y a Frumencio, viendo que era
sagaz y prudente, tesorero y secretario.
A la muerte del rey, siendo el príncipe heredro todavía
un niño, todo el poder pasó a manos de la reina. Esta suplicó
con lágrimas a los dos hermanos que no se fueran en aquel difícil
momnto y que la ayudaran en las tareas del reino. Frumencio tomó las
riendas del gobierno y fue, quizá, entonces- cuando entró en
contacto con mercaderes grecorromanos cristianos y les animó a organizar
el culto. Además, les donó terrenos para que construyeran lugares
de oración y fomentó el crecimiento de la semilla cristiana
en el país.
Cuando el joven rey Ezana llegó a la mayoría
de edad, Edesio y Frumencio pidieron regresar a su país. Edesio volvió
a Tiro, en donde se encontró con el historiador Rufino, a quien informó
de todos estos hechos. Frumencio, por su parte, pasó por Alejandría
para informar al Obispo Atanasio de los progresos del cristianismo en Etiopía
y suplicarle que les enviara un Obispo. El Patriarca alejandrino pensó
que nadie mejor que Frumencio podría ocuparse del cuidado pastoral
en aquellas regiones recién evangelizadas. Después de haber
sido consagrado Obispo, Frumencio regresó a Etiopía y se estableció
en Aksum.
El emperador Constancio, enemigo jurado de Atanasio, escribió
una carta al emperador Ezana de Etiopía, exigiéndole que mandara
cuanto antes a Frumencio a Egipto para que se presentara ante el Obispo Jorge
de Capadocia. Este era partidario de Arrio y había suplantado a Atanasio
en la sede de San Marcos. Según Constancio, sólo Jorge y los
demás Obispos arrianos de Egipto tenían la facultad de ordenar
más Obispos arrianos de gipto tenían la facultad de ordenar
y de juzgar cuestiones de esta índole. Frumencio, escribió Constancio,
fue ordenado por Atanasio, culpable de mil crímenes, por lo cual es
depuesto y huye de una región a otra como un criminal vagabundo. Si
Frumencio acataba espontáneamente la orden y rendía cuentas
de su vida, los jueces decidirían si podía seguir siendo Obispo.
Pero si se negaba y escondía, era señal de que había
sido seducido por el malvado Atanasio. El portador de este mensaje fue probablemente,
hacia el año 357, un obispo arriano, de nombre Teófilo.
Afortunadamente, esta carta tan perentoria de Constancio no
encontró respuesta por parte de la corte de Aksum y Frumencio continuó
sin ser molestado en su trabajo apostólico en Etiopía. Como
dice el Martirologio Romano, Frumencio "propagó la fe cristiana en
las Indias, es decir, en Etiopía". Por eso es conocido en aquel país,
como "el revelador de la luz". Su fiesta se celebra el 27 de octubre, mientras
que en Etiopía la fiesta de San Frumencio o Abba Salama, como es llamado,
se celebra el 20 de julio.