BEATO GERARDO CAGNOLI
1342 d.C.
29 de diciembre
En Palermo, de Sicilia, Beato
Gerardo Cagnoli, religioso de la Orden de Hermanos Menores, que durante mucho
tiempo hizo vida eremítica (1342). El culto que desde tiempo inmemorial
se tributaba en Palermo y otras partes, a este franciscano, fue confirmado
por Pío X el 13 de mayo de 1908.
Gerardo nació hacia 1270. Era el único vástago
de una noble familia del norte de Italia. A los diez años de edad
perdió a su padre. Su madre murió algunos años después.
Resistió a los consejos de sus parientes que querían
casarlo y, distribuyó sus bienes entre los pobres. Hasta los
cuarenta años, vivió como ermitaño en los sitios más
inhospitalarios de Sicilia.
A principios del siglo XIV, se habló mucho de la santidad
y milagros de San Luis de Anjou, quien había renunciado al trono que
le esperaba para hacerse franciscano. Gerardo, tomándole por
patrono, ingresó en la misma orden alrededor de 1310.
La sencillez y devoción con que cumplió sus deberes
de hermano lego, fueron la admiración de todos. Un día
de fiesta, cuando él era cocinero del convento, se quedó absorto
en oración y se olvidó de preparar la comida. Cuando a media
mañana el guardián se enteró de que ni siquiera había
encendido el fuego, reprendió al hermanito por su descuido. Sin inmutarse
por ello, Gerardo se dirigió a la cocina. Asistido por un joven desconocido,
de radiante belleza, consiguió preparar, para la hora fijada, el banquete
más delicioso que la comunidad había jamás probado.
A la intercesión del Beato Gerardo se atribuyeron muchos
milagros. Por ejemplo, en una ocasión, encontró llorando a
un niño que había roto una jarra de cristal que llevaba a su
madre; el hermano Gerardo recogió los fragmentos, los bendijo y entregó
al niño la jarra en perfecto estado.
Para los milagros de curación empleaba el aceite de la
lámpara del altar de su patrono, San Luis. Vivía a pan y agua,
dormía sobre una tabla, se disciplinaba hasta sacarse sangre y, con
frecuencia, era arrebatado en éxtasis a varios palmos sobre el suelo,
rodeado de un halo luminoso.
Dios le llamó a Sí el 29 de diciembre de 1345.
Los restos mortales del Beato Gerardo Cágnoli reposan en el templo
de San Francisco en Palermo, a pocos pasos de la puerta del convento que
por largos años fue testigo de su santidad.