Además
del grado ordinario de socio activo reconoce la Legión otros dos
grados: los pretorianos y los auxiliares.
1. Los pretorianos
El pretoriano* es un grado
superior entre los socios activos, y comprende a los que, además
de las obligaciones comunes del socio activo, se comprometen:
1) a rezar diariamente todas las preces incluidas en la téssera
de la Legión;
2) a oír misa y comulgar todos los días. El temor
de no poder oír misa y comulgar todos los días
rigurosamente, sin faltar nunca, no es razón para desistir del
empeño en tomar sobre sí el grado de pretoriano; pues
nadie puede estar seguro de cumplir con tanto rigor. Todo aquel que,
por regla general, no falte más que una o dos veces a la semana
puede inscribirse sin temor;
3) el rezo diario de un oficio aprobado por la Iglesia,
especialmente el Oficio Divino o parte importante del mismo, por
ejemplo, laudes y vísperas. Se ha aprobado un breviario
más corto que contiene estas horas con el Oficio de Lectura.
A veces se propone reemplazar o alternar el
oficio con la meditación, pero eso no estaría en
conformidad con el servicio pretoriano: unir al legionario a los actos
solemnes y oficiales del Cuerpo místico. El trabajo activo del
legionario es una participación en el apostolado oficial de la
Iglesia. El pretoriano trata de entrar más profundamente
todavía en la vida comunitaria de la Iglesia, y, por lo tanto,
hay que imponerle la obligación de la misa y la sagrada
comunión, por ser éstos los actos litúrgicos
centrales de la Iglesia, que renuevan diariamente la acción
cristiana por excelencia.
En la liturgia viene en segundo término
el oficio, la voz comunitaria de la Iglesia, en la que resuena la
oración de Cristo. En cualquier oficio construido a base de los
salmos, empleamos oraciones inspiradas por el Espíritu Santo, y
nos acercamos a aquella voz eclesial que tiene que ser oída por
el Padre. Por esto se prescribe el oficio -y no la meditación-
como condición esencial de todo miembro pretoriano.
"Conforme se desarrolla en nosotros la gracia
-dijo a sus legionarios el arzobispo Leen-, nuestro amor ha de
expresarse en formas nuevas". El rezo de todo el oficio divino seria,
para los que están en condiciones de hacerlo, muestra de esta
expansión de amor.
Pero téngase en cuenta lo siguiente:
a) El socio pretoriano no se distingue de los
demás socios activos más que en grado; no constituye una
unidad orgánica por separado. Por lo tanto, no deberán
fundarse praesidia especiales para los pretorianos.
b) El grado pretoriano ha de considerarse como
un contrato privado de cada legionario, nada más.
c) Cuando se trata de ganar socios para este
grado, está prohibido recurrir a medios que impliquen la
más mínima coacción moral. Y aunque se pueda y se
deba exhortar frecuentemente a los legionarios a emprender el servicio
pretoriano, no se tomarán ni mencionarán los nombres en
público.
d) El legionario se hace pretoriano mediante
la inscripción de su nombre en un registro particular.
e) Los directores espirituales y presidentes
procurarán aumentar el número de sus pretorianos; pero, a
la vez, mantendrán relaciones con los ya existentes, para
cerciorarse de que siguen fieles a sus obligaciones.
Si el director espiritual tuviera a bien
permitir la inscripción de su nombre en el registro pretoriano,
realzaría su calidad de legionario, estrecharía los
vínculos que le unen con su praesidium, y su ejemplo
repercutiría favorablemente sobre el desarrollo numérico
de los pretorianos.
La Legión cifra grandes esperanzas en
el grado de pretoriano, porque conducirá a muchos legionarios a
una vida de más íntima unión con Dios por medio de
la oración; significará la incorporación en el
organismo de la Legión de un corazón nuevo, todo henchido
de vida sobrenatural; a ese corazón acudirán los socios
en creciente número para renovarse en él; en fin, ese
corazón enriquecerá la circulación espiritual de
la asociación, llenándola más y más de
confianza en la oración para el éxito de todas sus obras,
y dándole la firme persuasión de que el perfeccionamiento
cristiano de sus miembros es su principal y verdadero destino.
"Tenéis
que crecer, ya lo sé, es vuestro destino; es una
imposición del nombre católico; es la prerrogativa de la
herencia apostólica. Pero ¿extensión material sin
la correspondiente manifestación moral? Infunde casi horror
sólo pensar en su posibilidad" (Cardenal Newman, Posición actual
de los católicos).
2. Socios auxiliares
En calidad de socios auxiliares pueden
ingresar sacerdotes, religiosos y seglares. Son aquellos que no pueden
o no quieren asumir los deberes del socio activo, pero se asocian a la
Legión emprendiendo en su nombre un servicio de oración.
Los auxiliares se dividen en dos grados:
a) el primario, cuyos miembros serán
llamados simplemente auxiliares,
b) el grado superior, cuyos miembros serán llamados más
propiamente adjutores
Legionis o,
sencillamente, adjutores.
Para los socios auxiliares no hay
límite de edad.
No es necesario que se ofrezca este servicio
directamente en beneficio de la Legión; bastará con que
se ofrezca en honor de la Santísima Virgen. Se podría
pensar, con eso, que la Legión no recibe nada de este servicio,
ni tampoco desea recibir nada que hiciera un mayor bien en cualquier
otra parte. Mas, al ser éste un servicio legionario, es probable
que eso incline a la Reina de la Legión a atender las
necesidades de la propia Legión.
Se recomienda con especial interés, sin
embargo, que este y cualquier otro servicio legionario sea ofrecido a
nuestra Señora como un don sin reservas, para que Ella lo
reparta según su voluntad. Así se elevaría el don
a un nivel más alto de generosidad, y su valor se
incrementaría notablemente. Y, a fin de tener siempre presente
este objetivo, convendría valerse diariamente de alguna
fórmula de ofrecimiento, como la siguiente: "María
Inmaculada, Medianera de todas las gracias, pongo a tu
disposición todas mis oraciones, obras y sufrimientos".
Estas dos clases de socios auxiliares son para
la Legión lo que las alas para el ave; ampliamente extendidas
por su gran número de auxiliares y batiéndolas
poderosamente al impulso rítmico de la fidelidad en sus
oraciones, la Legión podrá remontar el vuelo hasta las
regiones encumbradas del ideal y del esfuerzo sobrenaturales.
Volará donde quiera con raudo vuelo, y no habrá
montaña, por alta que sea, que impida su paso. Pero, si estas
alas se pliegan, la Legión se irá deslizando por los
suelos lenta y penosamente, y el menor obstáculo bastará
para detenerla.
Grado primario: los auxiliares
Este grado, llamado de auxiliares, es el ala
izquierda del ejército suplicante de la Legión. Su
servicio consiste en rezar diariamente las oraciones contenidas en la
téssera, a saber: la invocación y la oración al
Espíritu Santo; cinco misterios del rosario y las invocaciones
que le siguen; la catena; y, por último, las oraciones finales.
Se puede repartir este rezo a lo largo del día, según la
conveniencia de cada cual.
Aquellos que ya recen el rosario diariamente -por cualquier
intención que sea-, pueden hacerse socios auxiliares sin
obligación de añadir otro rosario.
"El
que ora socorre a todas las almas. Socorre a sus hermanos mediante el
magnetismo salvador y poderoso de un alma que cree, que conoce, y que
ama. Cumple el precepto de San Pablo: ofrece oraciones, súplicas
y acciones de gracias en nombre de todos los hombres: lo primero que
recomienda es que se hagan al Espíritu Santo súplicas y
oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres (Ef.
6, 18). Si deja uno de vigilar, de insistir, de esforzarse, de
mantenerse firme, ¿no parece como que todo va a resquebrajarse
que el mundo entero va a sucumbir de nuevo, y que los hermanos van a
sentirse con menos energía y apoyo? Verdaderamente, así
es. Cada uno de nosotros, en su propia medida ayuda a sostener el peso
del mundo, y aquellos que dejen de trabajar y vigilar
sobrecargarán a los demás" (Gratry, Las fuentes).
Grado superior: los adjutores
Son el ala derecha de la Legión
(suplicante). Se compone de aquellos que: a) además de cumplir
los requisitos del grado primario, b) se comprometen a oír misa
y comulgar diariamente y a rezar cada día alguna forma de oficio
aprobada por la Iglesia.
Los adjutores son -respecto de los auxiliares-
lo que los pretorianos son en relación con los socios activos
ordinarios. Los deberes complementarios son los mismos.
El no cumplir una o dos veces por semana las
condiciones prescritas no se considera falta grave en los deberes de
este grado superior. No se exige un oficio a los religiosos no
obligados a él por su regla.
Hay que procurar llevar al socio auxiliar ordinario hasta
el grado de adjutor, por las muchas ventajas que esta norma de vida
ofrece. Lo que se dice de los pretorianos sobre la unión del
legionario con la oración de la Iglesia y sobre el valor
indudable de un oficio, se aplica igualmente a los adjutores.
La Legión hace un llamamiento especial
a los sacerdotes y religiosos, para que se hagan adjutores. La
Legión desea ardientemente asociarse con estas personas
consagradas, llamadas particularmente a llevar vida de oración y
de íntima unión con Dios, y que constituyen -dentro de la
Iglesia- una prodigiosa fuente de energía espiritual. La
maquinaria de la Legión se moverá con fuerza irresistible
cuando se vea conectada de un modo eficaz con esta inapreciable fuente
de energía.
Un poco de reflexión hará ver lo
poco que añadiría este grado legionario a las
obligaciones que ya tienen: sólo la catena, la oración
final de la téssera, y algunas invocaciones; cuestión de
unos minutos cada día. Pero, gracias a este vínculo con
la Legión, podrán llegar a ser la fuerza motriz de la
propia Legión.
Recordemos la célebre frase de
Arquímedes: "Dadme una palanca y un punto de apoyo, y
levantaré el mundo". Unidos a la Legión, los adjutores
hallarán en ella ese fundamental punto de apoyo en que colocar
la larga palanca de sus fervorosas oraciones, para hacerlas
todopoderosas, capaces de consolar a las almas agobiadas del mundo
entero, y de resolver los enormes problemas que les afligen.
"En
el Cenáculo, donde la Iglesia fue formada definitivamente por la
venida del Espíritu Santo, María empieza a ejercer de una
manera visible -en medio de los apóstoles y discípulos
reunidos- un oficio que después continuará de modo
más íntimo y secreto: el de unir los corazones en la
oración y vivificar las almas por los merecimientos de su
intercesión todopoderosa: Todos
ellos se dedicaban a la oración en común, junto con
algunas mujeres, y María la madre de Jesús, y sus
parientes (Hch. 1,
14)" (Mura, El
Cuerpo místico de Cristo).
Observaciones generales que afectan a ambos grados de socios
auxiliares
a) Servicio de complemento. La Legión
suplica a los socios de ambos grados del servicio auxiliar que
consideren sus deberes reglamentarios no como el máximo, sino
como el mínimo de su servicio legionario; complétenlo con
noble generosidad, ejercitándose a este mismo fin en otras
prácticas de devoción y en las buenas obras.
A los adjutores sacerdotes les suplicamos que
tengan un "momento" especial en todas las misas por las intenciones de
María y de la Legión, y también, que ofrezcan el
Santo Sacrificio de vez en cuando por esas mismas intenciones. A los no
sacerdotes les exhortamos a que hagan celebrar también de vez en
cuando alguna misa por esta misma intención, aunque les cueste
un pequeño sacrificio.
Por generoso que se muestre el socio auxiliar
para con la Legión, ésta le devuelve el ciento, el mil,
el millón por uno. En esto, lo mismo que al socio activo: les
revela las grandezas de María, los alista en el servicio de tan
excelsa Reina, les ayuda a profesar a María un verdadero amor;
ventajas todas tan inmensas, que decir "el millón por uno" es
quedarnos cortos en ponderar la ganancia. La Legión eleva la
vida espiritual de sus socios a un plano superior, y de este modo les
asegura un aumento de bienes eternos.
b) ¿Quién puede negar a
María una ofrenda como ésta? Además, Ella, que es
la Reina de la Legión, es igualmente la Reina del mundo y de
todo lo que el mundo encierra; por consiguiente, dárselo todo a
María es darlo todo allí donde la necesidad es más
apremiante, donde nuestra oración tendrá la máxima
eficacia.
c) Al administrar el caudal puesto así
en sus manos, María Inmaculada tendrá muy en cuenta las
necesidades de nuestra vida diaria, con nuestros deberes y
obligaciones. Puede que surja esta pregunta: "Ah, ya quisiera yo ser
socio de la Legión; pero ¿qué me queda por ofrecer
como auxiliar, si se lo he dado todo a la Virgen con entrega absoluta y
desinteresada o lo he ofrecido todo por las almas del purgatorio, o por
las misiones? A eso contestamos que sería muy bueno para la
Legión contar con personas tan desinteresadas: esa ansiedad por
ayudar a la Legión es ya una oración especial en su
favor; es una prueba de gran pureza de intención; y una
interpelación irresistible a la generosidad sin limites a
Aquella que ha sido constituida administradora de los tesoros divinos.
Así, pues, les aseguramos a dichas personas que, si se hacen
miembros de la Legión, María corresponderá con
creces, y premiará esta nueva intención sin permitir en
manera alguna que se frustren las anteriores. Pues tan
hábilmente actúa esta prodigiosa Reina y Madre nuestra
que, después de valerse de nuestra ofrenda para socorrer a otros
copiosamente, nos hace a nosotros más ricos que nunca.
Es que la intervención de María
es la consecuencia de un trabajo extraordinario. Se ha producido una
maravillosa multiplicación, lo que San Luis María de
Montfort llama "un secreto de gracia"; y lo describe así: "Al
pasar nuestras buenas obras por las manos de María, reciben un
aumento de pureza y, por consiguiente, de mérito y valor
satisfactorio e impetrador; y, gracias a eso, resultan más
poderosas para aliviar a las almas del purgatorio y para convertir a
los pecadores, que si no hubiesen pasado por tan inmaculadas y
generosas manos".
Todos necesitamos esta admirable
transacción, por la cual se nos retira cuanto poseemos, se
coloca a un interés muy alto, se invierte en obras provechosas
y, por fin, se nos devuelve con creces. Y ésta es la
operación vital que se efectúa por la entrega a
María de un servicio auxiliar fielmente cumplido.
d) Se diría que la Legión ha
heredado de María una porción de su don de atraer
irresistiblemente los corazones, como fruto de su permanente contacto
con personas afligidas. Y, así, los legionarios no
tendrán comúnmente dificultad en alistar a sus amistades
en este servicio auxiliar, tan esencial a la Legión, y tan lleno
de beneficios para los mismos auxiliares, con el que participan en
todas las oraciones y buenas obras de la propia Legión.
e) Se ha descubierto que este servicio
auxiliar tiene tan poderosos atractivos como el servicio activo.
Personas que no habían pensado antes en rezar cada día el
rosario, ahora cumplen con todo lo prescrito para el socio auxiliar: el
rosario y todas las oraciones de la téssera. Muchas personas
residentes en hospicios y otras instituciones, sumidas en el
desaliento, al incorporarse a la Legión han recuperado la
ilusión de vivir; y una multitud de gentes sencillas, cuyo modo
de vida conduce tan fácilmente a la monotonía, y aun a la
rutina en la práctica de su religión, han tomado
conciencia de que, siendo auxiliares, son de importancia real en la
Iglesia; es más: han tomado la Legión como cosa suya, y
leen con avidez cualquier escrito sobre ella que venga a caer en sus
manos. Sienten que toman parte en las luchas que sostiene la
Legión por el Reino de Cristo, aun en las tierras más
lejanas, y se dan cuenta de que sus oraciones le están dando
fuerza para pelear. Los hechos sobre nobles y emocionantes
hazañas realizadas en diferentes lugares en favor de las almas,
llenan sus vidas monótonas con los recuerdos de esos lejanos
momentos. Aun las almas más santas requieren algún
estímulo parecido a éste.
f) Todo praesidium debe aspirar a reclutar a
todos los católicos del contorno para el servicio auxiliar. Si
se lograra, ¡qué bien abonado quedaría el terreno
para la implantación de otras empresas del apostolado
legionario! Las visitas hechas con este fin serán en general
bien acogidas y fructíferas, y puede esperarse una respuesta muy
positiva a las mismas.
g) En la medida en que los miembros de otras
asociaciones y actividades católicas sean incorporados a este
servicio auxiliar, esas actividades quedan integradas para formar una
unión muy de desear: una unión de súplicas,
simpatía, ideales, bajo la bendición de Maria, pero sin
comprometer en lo más mínimo su autonomía o rasgos
característicos, y sin privar de sus oraciones a las
asociaciones a que pertenecen. Porque conviene insistir en que estas
oraciones del servicio auxiliar no se ofrecen por la Legión,
sino por las intenciones de la santísima Virgen.
h) Un no católico no podrá ser
miembro auxiliar ordinario. Pero, cuando se encuentre el caso -que a
veces ocurre- de una persona no católica dispuesta a rezar
diariamente todas Tas oraciones legionarias, hay que darle una
téssera y animarla en su generosa empresa. Se hará una
anotación especial de su nombre, para mantener
comunicación con ella. No hay duda de que nuestra Señora
estará atenta a sus necesidades.
i) Conviene recordar a los auxiliares que su
servicio es en apoyo de todas las almas, sin limitarse a las
necesidades locales. Hay que hacerles ver que, aunque no estén
en el frente, están desempeñando una función
esencial: algo así como los fabricantes de municiones y los
servicios de abastecimiento, sin los cuales las fuerzas combatientes no
podrían hacer nada.
j) Los auxiliares no deben ser admitidos con
demasiada facilidad. Antes de su inscripción definitiva
habrán de familiarizarse con sus obligaciones, y dar suficientes
garantías de que serán fieles en cumplirlas.
k) Se deben revelar a los auxiliares algunos
aspectos del trabajo de la Legión: primero, para intensificar su
interés en el servicio que han emprendido, lograr que lo cumplan
cada día mejor y asegurar su perseverancia; y segundo, para
inducirles a que se hagan miembros adjutores o activos.
l) Si se quiere mantener a los auxiliares
siempre fieles e interesados por la Legión, es preciso estar
continuamente en relación con ellos; admirable tarea para
algunos legionarios, cuyo ideal debería ser una
superación progresiva de los mismos.
m) Hay que descubrir a los auxiliares los
grandes beneficios de que gozarían si entrasen en la
Cofradía del Santísimo Rosario; haciéndoles ver
que, como ellos ya cumplen más que de sobra -mediante su
afiliación legionaria- con lo prescrito por esta
cofradía, no les resta sino inscribirse en ella formalmente, y
dar a bendecir el rosario a un sacerdote debidamente facultado.
n) Asimismo, con la mirada puesta en la
formación completa de estos soldados auxiliares de Maria, es
necesario siquiera explicarles la "Verdadera
Devoción", como consagración total a María.
Muchos de ellos se alegrarán tal vez de
emprender este servicio más perfecto a María, el cual
implica la entrega de sus tesoros espirituales a Aquélla a quien
Dios ha constituido ya su propia Tesorera. Lo pueden hacer sin recelos,
ya que las intenciones de María son los intereses del Sagrado
Corazón. Estas intenciones abarcan todas las necesidades de la
Iglesia, cubren el apostolado en todo su ámbito, se extienden al
mundo entero, y, también, aprovechan a las almas detenidas en el
purgatorio. Preocuparse por las intenciones de María es tener
solicitud por todas las necesidades del Cuerpo místico de
Jesús, pues Ella no es hoy Madre menos solícita que en
los días de Nazaret. Conformándose a su voluntad, uno va
directamente a la más alta meta: la Voluntad de Dios. En cambio,
yendo cada uno por su propio camino, habrá mil vueltas y rodeos,
y, ¿acaso se llegará así hasta el fin?
Y, por si alguien cree que sólo
personas muy espirituales son capaces de poner en práctica esta
devoción, es importante hacer saber que San Luis María de
Montfort hablaba del rosario, de la devoción a María y de
la santa esclavitud de amor, a almas que apenas habían roto las
cadenas del pecado, y cuyas inteligencias había que iluminar con
las primeras nociones del catecismo.
o) Es deseable -y hasta necesario- establecer
entre los auxiliares alguna forma de organización, con sus
reuniones o asambleas propias.
Una población que quedara prendida en
semejante red, quedaría imbuida de los ideales de apostolado y
piedad de la Legión, de modo que pronto se la vería poner
en práctica estos ideales de una manera incluso revolucionaria.
p) Una cofradía formada a base de
socios auxiliares de la Legión no tendría menos valor que
otra cofradía cualquiera; y, además, tendría la
ventaja de ser la Legión, con toda la fuerza de su
carácter y su ardor. Las reuniones periódicas de dicha
cofradía mantendrían a los socios en contacto con el
espíritu y las necesidades de la Legión, asegurando el
fiel cumplimiento de sus obligaciones como auxiliares.
q) Se debería procurar que todo
auxiliar se haga patricio: ambos grados se complementan mutuamente. La
reunión patricia hará las veces de la reunión
periódica recomendada para los auxiliares. Los mantendrá
en contacto con la Legión, y los irá formando
sólida y progresivamente, en cosas importantes. Por otra parte,
si se logra que los patricios se hagan auxiliares, darán
así un paso adelante y siempre ascendente.
r) No se debe emplear a los socios auxiliares
para la labor activa ordinaria de la Legión, aunque esto, a
primera vista, parezca muy atrayente: pues, ¿acaso no es bueno
estimular a los auxiliares a empresas mayores? Mas, por poco que se
reflexione, se verá a qué se reduciría ese
proceder: a querer hacer la obra de la Legión sin junta
legionaria; en otros términos: a prescindir de la
condición esencial para ser socio activo.
s) Donde se juzgue conveniente o posible, los
auxiliares podrán tomar parte en el acies. Es una ceremonia muy
alentadora para ellos, y buena ocasión para que se relacionen
con los socios activos. Los auxiliares que se sientan con ánimo
para pronunciar el acto de consagración individual lo
harán a continuación de los legionarios activos.
t) La invocación que han de decir los
auxiliares al rezar la téssera es: "María Inmaculada,
Medianera de todas las gracias, ruega por nosotros".
u) El llamamiento que hace la Legión al
socio activo de "estar siempre de servicio en favor de las almas",
está dirigido también al auxiliar. El auxiliar, lo mismo
que el socio activo, no debe escatimar esfuerzo alguno en el
afán de conseguir a otros para el servicio de la Legión,
hasta que la Catena
Legionis sea la
cadena de oro de la oración, que engarce a todos los fieles del
mundo entero.
v) A menudo se reciben peticiones para que se
modifiquen o se abrevien las oraciones del servicio auxiliar en favor
de los ciegos, los analfabetos o los niños. Prescindiendo de que
una obligación, cuanto menos específica, más
tiende a perder su vigor, resulta que es imposible regular semejante
concesión: eso llevaría a no negar esa exención
-pues no habría razones para negarla- a personas menos
analfabetas, menos cortas de vista, o a las que se dicen muy ocupadas;
y por ese camino, y con el tiempo, la excepción vendría a
ser la regla.
¡No! La Legión se ve obligada a
insistir en la observancia de las normas establecidas. Si el reglamento
traspasa los límites de algunas personas, éstas no
podrán ser auxiliares; pero sí podrán prestar un
servicio inestimable a la Legión rezando por ella a su modo; y
hay que animarlas a que lo hagan.
w) Está permitido cobrar al socio
auxiliar el costo de la téssera y del certificado de
inscripción; por lo demás, no se les asignará
ninguna cuota por pertenecer a la Legión como auxiliar.
x) Cada praesidium tendrá en su poder
un registro de socios auxiliares, en dos secciones -para los adjutores
y para los simples auxiliares-; con sus nombres y direcciones. Este
registro se someterá periódicamente a la
inspección de la curia o a sus visitadores autorizados, los
cuales comprobarán atentamente si está al día, si
hay entusiasmo en el reclutamiento de nuevos socios, y si de vez en
cuando se visita a los auxiliares para recordarles sus obligaciones.
y) Queda efectuado el alistamiento en el
momento de poner el nombre del auxiliar en el registro de auxiliares de
cualquier praesidium. El encargado del registro es el vicepresidente.
z) Los nombres de los aspirantes al grado
auxiliar se pondrán en una lista provisional hasta transcurrir
tres meses de prueba; y el praesidium se asegurará bien de la
fidelidad de los candidatos, antes de inscribirlos en el registro.
"¿Qué
no dará nuestro buen Jesús en recompensa a los que le
entregamos heroica y desinteresadamente, por manos de su
santísima Madre, todo el valor de nuestras buenas obras? Si da
el ciento por uno, aun en este mundo, a quienes por amor suyo dejan los
bienes externos, que son temporales y perecederos, ¿qué
será ese céntuplo cuando el hombre sacrifica hasta sus
bienes internos y espirituales?" (San Luis María de Montfort).