HISTORIA DEL CULTO GUADALUPANO



   La historia del culto de Nuestra Señora de Guadalupe en el santuario del Tepeyac, situado al norte de la ciudad de México, podríamos considerarla como un delicado drama de fe y de amor cuyos principales protagonistas son María, "la madre del verdadero Dios, por quien se vive", como Ella quiso presentarse así misma, y el pueblo de México, representado por un sencillo indio y más adelante por la población fiel de México, encabezada por sus Arzobispos hasta el día de hoy.

El culto Guadalupano en el siglo XVI

   Corría el año de 1531, la paz política comenzaba a florecer en la ciudad de México y sus alrededores. Los misioneros franciscanos y dominicos trabajaban intensamente evangelizando las innúmeras poblaciones de naturales.

   Por ese mismo año, un buen hombre de clase "macehual" o baja, iba de camino, atravesando el cerro del Tepeyac, hacia la parroquia de Santiago Tlatelolco, en donde los franciscanos se encargaban diariamente de atender a los naturales. Juan Diego, que tal era el nombre del macehual, era originario, según se dice, de Cuauhtitlan, pero tenía entonces su domicilio en Tulpetlac.

   La Historia de la Virgen de Guadalupe está íntimamente ligada a la Historia de México. Sus fastos se mezclan y no hay acontecimiento patrio del que la Guadalupana esté ausente. En sus grandes tragedias y en sus grandes triunfos Ella ha estado presente. El año de las apariciones y el inicio de su culto es, en el tiempo histórico, el del surgimiento de México como nación. La devoción a la Virgen y el desarrollo de su culto corren parejos con la creación de la sociedad mexicana y la formación de su conciencia nacional.

   Su culto, localizado en un principio en el valle de México, más tarde se extendió por todo el vasto territorio de la Nueva España y aún más allá, y por todas partes dejó muy vivas manifestaciones de su presencia. De una devoción circunscrita, en sus inicios, a los naturales, pasó a ser la de los mestizos y los criollos, y pronto se universalizó. Todo ello testimoniado por las muchas reproducciones de su imagen, por los templos y altares que se le levantaron, por las obras devotas, teológicas, históricas y literarias que a Ella se dedicaron. Muy abundantes son, pues, los datos que en torno a nuestra Virgen existen.

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(Samuel Miranda)