HONORIO II
1124-1130 d.C.
La decadencia del Imperio,
que empieza con la muerte de Enrique V, coincide con el apogeo de la Iglesia.
Durante los siglos XII y XIII, los Papas tratarán de transformarse
en los árbitros de Europa, apoyando los derechos de las naciones contra
las pretensiones cesaropapistas del emperador. Con la muerte de Entique V
y de Calixto II, la lucha por la sucesión se hizo encarnizada.
En Roma dominaban las facciones feudales de
los Pierleoni y Frangipani. En Alemania los príncipes no sabían
qué candidato elegir. Uno de los cardenales elegidos tomó el
nombre de Celestino II, pero ante la oposición de los Frangipani dimitió
al día siguiente.
Fue designado Lamberto de Fagnani, obispo de
Ostia, que fue coronado el 21 de diciembre de 1124 con el nombre de Honorio
II. Con respecto a la crisis alemana, Honorio se decidió apoyar a
Lotario de Sajonia, que prometía respetar el concordato de Worms y
que fue elegido. Intervino también Honorio en el conflicto que había
estallado en Inglaterra entre la Iglesia y la corte alrededor del arzobispado
de York. En Francia pudo reconciliar al rey y al obispo de París,
que tenían puntos de vista distintos con respecto a la reforma eclesiástica.
El autor de la reconciliación de los
poderes en Francia fue, en última instancia, San Bernardo, abad de
Clairvaux, apóstol de la cruzada y eminente teólogo, que supo
defender los derechos de la Iglesia. En cambio, en Sicilia, Honorio tuvo
que ceder ante la reivindicación del conde Roger y recnocer los derechos
que invocaba sobre Benevento.
Presintiendo su fin y previendo nuevos conflictos
provocados por el deseo de revancha de los Pierleoni, el Papa nombró
una comisión de ocho cardenales con plenos poderes para elegir nuevo
Papa.