¿SOMOS IDÓLATRAS LOS CATÓLICOS?
I. ACLARACIÓN BÍBLICA
¡Cuántas veces no hemos escuchado a los evangélicos
y demás cristianos no católicos acusar a los católicos
de adorar imágenes!, lo que está prohibido en la Biblia, cuando
leemos: “Tenga, pues, mucho cuidado de no caer en la perversión de
hacer figuras que tengan forma de hombre o de mujer, ni figura de animales,
aves, reptiles o peces. Y cuando miren al cielo y vean el sol, la luna, los
estrellas y todos los astros, no caigan en la tentación de adorarlos”
(Dt 4, 15-19).
Para entender este decreto divino tenemos que situarnos en el
contexto histórico, geográfico, cultural y religioso en el
momento en que se escribió este libro del Pentateuco: cuando solamente
el “pueblo judío” como el “escogido, rendía tributo al único
y verdadero Dios revelado a Moisés en el monte Horeb (Ex 20,3). Por
el contrario, las otras civilizaciones y pueblos antiguos que vivían
en la región de la Mesopotamia, adoraban falsos dioses (Jos 24,14).
II. LOS ÍDOLOS DE LOS PAGANOS
Las Sagradas Escrituras hacen varias referencias de estas deidades
identificándolas con nombres propios. El principal de todos que rivalizaba
con Yahvé, era Baal que significa “Amo o Señor”, dios de los
cananeos representado en forma de buey, y que fue sometido a la prueba del
fuego por el profeta Elías en el monte Carmelo (1 Re 18,20-40). También
en Babilonio se encontraban los dioses Bel y Marduc (Jer 6,23-27), y una
enorme serpiente que fue destruida por el profeta Daniel (14, 23-27): al
igual, que Moloc, dios de los amonitas con cabeza de toro y cuerpo de hombre
(1 Re 11,7), Dagon, ídolo de los filisteos con figura humana hasta
la cintura, y terminando en forma de cuerpo de pez (1Samuel 5,4), El becerro
de oro, construido por Aarón y los hebreos durante el éxodo
(32,1-8). Mélec, que significa “rey”, y se aplica en el Antiguo Testamento
como título a varios dioses legendarios (Is 57,9), la “diosa reina
del cielo” en Egipto (Jer 44, 16-19), al lado de Astarté, diosa cananea
de lo fertilidad, Milcom, otro ídolo de los amonitas , Quemos dios
de Moab (1 Re 11, 57), la estrella del dios Refán (Hech 7,43), Zeus
y Hermes para los griegos (Hech 14,11-12), además de muchos dioses
del Canaán (Sal 106, 38), y de otros pueblo paganos (Jue 10,6).
Estos ídolos de los paganos eran hechos de “oro, plata, Bronce, hierro,
madero y piedra”(Dan 5,4), “tienen boca, pero no pueden hablar, tienen ojos,
pero no pueden ver” (Sal 115, 4- 8), ya que son verdaderos “altares de los
demonios” (2 Re 23,8), “que no sirven para nada” (Jer 2,11), ni pueden salvar
(Is 45,20). Por eso, el apóstol San Juan recalca que hay que cuidarse
de los “dioses falsos” (1Jn 5,21), mientras que San Pablo agrega “los dioses
hechos por los hombres no son dioses” (Hech 9,26), “un ídolo no tiene
valor alguno en el mundo” (1Cor 8,4).
III. CONDENACIÓN DE YAHVÉ A LA IDOLATRÍA
Hay tres razones por las que La Biblia condena este tipo de culto:
1.- Porque era algo detestable ante los ojos de Dios: “Yo soy el Señor,
ése es mi nombre, y no permitiré que den gloria a ningún
otro, ni que honren a los ídolos en vez de a mí” (Is 42,8).
2.- Porque el pueblo judío llegó o introducirlos en el templo
sagrado de Jerusalén, la ciudad escogida entre todas las tribus de
Israel (1 Re 11,32), después de que el rey Salomón en su vejez
cayera en la idolatría (1 Re 11, 4; Jeremías 7,30); lo que duró
hasta la reforma en el reinado de Josías (2 Re 23,4).
3.- Porque los israelitas les ofrecieron en su honor vino y cereal (Is 57,
6), Incienso en altares de ladrillo y sobre los montes (Is 65, 3.7); sacrificaban
toros, mataban hombres, degollaban ovejas, desnucaban perros y derramaban
la sangre de los cerdos (Is 66,3). Incluso, “han sacrificado en el fuego a
sus propios hijos” (Ez 23, 37).
Fueron estas las causas por las que el Señor castigó ejemplarmente
a Israel (Jer 44. 22-23).
IV. LAS IMÁGENES SAGRADAS
El mismo Dios del cielo le ordenó a su pueblo construir figuras con
fines curativas, sagradas y decorativas; como la “serpiente de bronce” que
fue utilizada como antídoto contra la mordedura de estos reptiles en
el desierto del Sinaí (Num 21, 8); o el “arca de La alianza”, cofre
hecho de madera de acacia y recubierta de oro, con dos querubines en la tapa,
y en cuyo interior se encontraban las tres grandes reliquias de la “Antigua
Alianza”, que eran las tablas de la ley, el bastón milagroso de Aarón
y una jarra de oro con parte del maná (Ex 25.10-22; Heb 9,3-5). Era
tal su importancia y dignidad que Yahvé descendía en medio de
una nube sobre ella, en el lugar más sagrado de la tienda y del templo,
que era llamado como el “Santísimo” (Lev 16,2; Heb 9, 1-3), aquí
daba las órdenes para los israelitas “desde lo alto de la tapa, de
entre los dos seres alados” (Ex 25,22), “que representaban la presencia de
Dios” (Heb 9,5) . Solamente los levitas (ayudantes de los sacerdotes) debían
cargarla cuando era trasladada en procesión de un lugar a otro (1
Cro 15, 1-2); nadie a parte de ellos podían tocarla, pues morían
en el acto (2 Sam 6, 6 – 7). El propio Josué en compañía
de los ancianos de Israel, se postraron delante suyo para hacer oración
al Señor (Jos 7,6), comparar con (2 Cro 20,18).
Caso contrario fue lo que le sucedió a los tres jóvenes hebreos:
Sadrac, Mesac y Abed-Nejo; quienes no quisieron arrodillarse para adorar la
estatua de oro que mandó a construir el rey Nabucodonosor en Babilonia
(Dan 3,1-18). Cumpliendo así el mandato de la ley mosaica en Dt 5,8-9.
V. EL TEMPLO DE JERUSALÉN
Este recinto sagrado era llamado como la “casa de Dios” (2 Cro 6,18), “Santo
Templo” (Sal 68,5) o “templo del Señor” (1 Sam 1,9.24); era considerado
como “una figura del santuario verdadero” (Heb 9,24); y estaba adornado en
un principio por “seres alados, palmeras, flores, granadas, frutas, leones,
toros y guirnaldas” (1 Re 6, 18.29.32.34-35; 7,19-20,25.29.36). El ya mencionado
rey Salomón, hizo dos enormes ángeles de madera de olivo y cubiertos
de oro, para que custodiaron el Lugar Santísimo (1 Re 6,23.28-29).
Anteriormente, Moisés había dado ordenes a los artistas para
que confeccionaran en el Santuario, diez cortinas de diferentes colores bordadas
con dos seres alados (Ex 26,1.31-33; 36,8.35); y todo esto con la aprobación
celestial. Es más, en la visión que el profeta Ezequiel tuvo
del “templo futuro”, aparecen dos imágenes de un ángel con cara
de hombre y otro con cara de león, al lado de más “seres alados
y palmeras”(41, 18-20).
VI. CONCLUSIÓN FINAL
Son estos los argumentos bíblicos que tiene la religión católico
desde sus mismos orígenes históricos en las catacumbas romanas
(considerados los monumentos cristianos más antiguos), para tener representaciones
artísticas en sus iglesias de Jesús como el “buen pastor”,
o el “pez” símbolo del Mesías; además de crucifijos,
iconos e imágenes de la Virgen María, los ángeles y
los santos; que están hechos no para adorarlas, sino para veneradas,
y dirigir nuestras plegarias al Altísimo ( 2 Sam 22,7).