IMPOSICIÓN DE MANOS



 En la liturgia, muchos gestos simbólicos se realizan con las manos; aquí nos limitaremos al gesto más importante, la imposición de las manos.

I. En la liturgia

Uso y sentido simbólico sacramental

El gesto de la imposición de las manos está siempre relacionado con la invocación y transmisión del Espíritu Santo.

   Como exorcismo (invocación al Espíritu Santo para que libere del mal), durante las celebraciones de la palabra de Dios del catecumenado, hecha por un presbítero, diácono o catequista delegado por el obispo para esa función (RICA I 09-118; 164, 171 Y 178).

   Como transmisión del Espíritu Santo a los bautizados en el sacramento de la confirmación, "simul¬táneamente" con la unción en la fren¬te, gesto esencial en este sacramento. Difiere, por lo tanto, del gesto de la imposición de las manos del obispo y de los presbíteros sobre todos los confirmandos, antes de la unción, que no pertenece a la esencia del rito sa-cramental15.

  Como transmisión del Espíritu Santo en la ordenación para el ministerio (diácono) y el sacerdocio (presbítero y obispo), hecha en silencio y seguida de la oración consagratoria (gesto esencial en este sacramento).

Como santificación, en la epíclesis de la oración eucarística, se extienden las manos sobre el pan y el vino.

Como absolución, en el sacramento de la reconciliación.

Como invocación de la presencia confortante del Espíritu Santo en la unción de los enfermos. El minis¬tro impone las manos en silencio, antes de la unción con el óleo de los enfermos.

Como bendición:

•    Que un sacerdote, un diácono o ca¬tequista da a los catecúmenos, generalmente al final de las celebra¬ciones de la palabra, (y también al final de las reuniones de catequesis), extendiendo las manos sobre todos y sobre cada uno individualmente (RICA II9-124). Expresa el amor de Dios y la solicitud que la Iglesia tiene para' los catecúmenos; significa también ánimo, alegría y paz para el camino (cf. RICA 102). Se puede dar la misma bendición a los simpatizantes, "para su bien espiritual", durante el tiempo de la evangelización (RICA 120).

•    En las oraciones solemnes, cuando el sacerdote invoca la bendición para el pueblo, extiende las manos al final de la misa o la celebración de otro sacramento; al final de la li¬turgia de la palabra o de la liturgia de las horas (MR); sobre los objetos para los que se pide la bendición de Dios (RB 26).

•    En la celebración del matrimonio, durante la bendición nupcial, se in¬vita a los padres a extender las ma¬nos sobre las cabezas de sus hijos (RM).


   La mano es una de las partes del cuerpo por la que entramos en contacto con los demás y con el mundo exterior: busca el alimento, transforma, establece relaciones, ofrece, de¬fiende. Es símbolo de poder y fuerza, pero también de protección, de amor y de cariño (piensen en la mano de una madre o un padre, que acaricia la cabeza de su hijo).

   La imposición de las manos existe en los ritos religiosos de muchas culturas, como signo de transmisión del poder de curación, como bendición y protección; en algunos cultos de los ritos de iniciación.


3. En la Biblia

Señal de bendición (Gén 48,13-22; Mc 10,14).

    Señal de transferencia del mal o del pecado (chivo expiatorio: Lev 16,21; Lev 1,4; 3,2-13; 4,4-35).

Señal de transmisión de poder y autoridad (Núm 27, 15-23).

Señal que otorga al Espíritu Santo para la vida cristiana o para el ministerio (He 6,1-6; 8,15-17; 13,2-3; 19,1-7; l Tim 4,14; 2Tim 1,6).

Señal de curación (He 28,8).

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(Samuel Miranda)