IMPRESIÓN DE LAS CINCO LLAGAS
DE SAN FRANCISCO
1224 d.C.
17 de septiembre
Desde su conversión
a Dios, san Francisco profesó una grandísima devoción
a los misterios de la pasión del Señor, y no cesó de
meditar y de predicar, con su vida y su palabra, a Cristo crucificado. En
septiembre de 1224, dos años antes de su muerte, se retiró
al monte Alverna para consagrarse totalmente a la oración y la penitencia,
y un día, mientras estaba sumido en contemplación, el Señor
Jesús imprimió en su cuerpo -manos, pies y costado- los estigmas
de su pasión.
Le sangraban, le causaban grandes sufrimientos y le dificultaban
su vida y actividades, pero no cesó de viajar y predicar mientras
sus fuerzas se lo permitieron. En vida del Santo, sus compañeros más
cercanos pudieron ver las llagas de manos y pies, y a partir de su muerte
todos pudieron contemplar también la llaga del costado. Benedicto
XI concedió a la Orden franciscana celebrar cada año la memoria
de este hecho, probado por testimonios fidedignos.