INOCENCIO X
1644-1655 d.C.



Juan Bautista Pamfili, cardenal de San Eusebio, fue elegido en contra de la voluntad de Mazarino. Dos grandes acontecimientos marcan su pontificado: la paz de Westfalia y la condenación del jansenismo.

   A pesar de que debía su elección al apoyo de los Barberini, Inocencio X persiguió a la familia de su predecesor, odiada por el pueblo de Roma. Los Barberini se refugiaron en Francia; sus bienes fueron confiscados, pero el Papa tuvo que devolverlos a sus dueños, despúes de la intervención de Mazarino a favor de sus protegidos. Inocencio, que había criticado el nepotismo bajo Urbano VIII, incurrió en el mismo abuso, y en poco tiempo una nueva Marozia, Olimpia Maidalchini, cuñada del Papa, apareció en el Vaticano y llegó a dominar la débil personalidad de Inocencio, rebajando con sus intrigas el prestigio de la Iglesia.

   En 1641, después de una guerra que había durado tres decenios, dejando a Alemania completamente destruida, los preliminares para la paz empezaron en Munster, entre Francia y Austria y los suecos. Austria había sido vencida; todos clamaban por la paz, impresionados por las ruinas y la miseria de los pueblos, pero el tratado llamado de Westfalia no fue firmado hasta 1648. Su importancia para Europa fue trascendental. El elector de Brandenburgo, aliado de los suecos, fue uno de los más beneficiados, a expensas de Baviera, y el futuro poderío de Prusia nació de este aumento territorial. Suecia también se quedaba con parte de Alemania y Francia con Alsacia. El Imperio se derrumbaba bajo la intervencióin directa de Francia y Suecia en sus asuntos.

   El título de emperador dejaba de tener todo contenido político real y se apoyaba sólo en lo que quedaba del prestigio y de jurisdicción territorial a la casa de Austria. La misma Alemania quedaba dividida en 350 estados independientes. Desde el punto de vista religioso, la paz de Westfalia imponía el principio de la igualdad de los cultos y el de la religión del estado, que obligaba a los súbditos a seguir la religión de su respectivo príncipe. Todo el edificio del derecho público erigido por los Papas, emperadores y universidades durante la Edad Media, se tambaleaba bajo el peso del tratado de Westfalia, que imponía nuevos principios de Derecho internacional, proclamando la prioridad de los estados ante cualquier otra autoridad internacional. La autoridad papal sufría un rudo golpe. Inocencio X, en su Bula Zelus domus Dei, de 1648, declaró nulos e inválidos todos los artículos del tratado que perjudicaban a la Iglesia, a la Religión católica y al culto divino.

   El principio que sostenía el tratado de Westfalia y que constituye su originalidad es el del "equilibrio europeo", que proclamaba la necesidad de crear en el continente estados incapaces de destruirse mutuamente, limitados a territorios y fuerzas que no hubieran podido permitir la soberanía de uno solo de ellos a expensas de los demás. La idea del Imperio era ipso facto rechazada y anulada. Evidentemente, tales principios no tenían en cuenta las aspiraciones de los pueblos, ni la moral. Fue contra tales principios contra los que se rebelaron los pueblos durante el siglo XIX. Una nueva versión del tratado de Westfalia amenazaba en este momento a Europa, donde muchas naciones viven bajo el terror del nuevo "equilibrio", favorable a los grandes y destructor de los pequeños pueblos.

   También en la península ibérica la situación era tensa. España había ocupado Portugal. En 1640 los portugueses se rebelaron y volvieron a conseguir su independencia y su Imperio colonial. Sólo en 1688 iba a estabilizarse la situación entre los dos países, como consecuencia del tratado de Lisboa. España había dejado de dominar en Europa y en 1659 fue obligada a firmar la paz con Francia. En 1647, los napolitanos, instigados por Massaniello, se rebelaron contra los españoles, pero la situación fue restablecida a favor de España. El Papa estaba contento, porque tenía la vertiginosa ascensión de Francia, cuya política se impondría a todo el continente con el tratdo de Westfalia.

   El jansenismo fue condenado en 1653, pero la polémica alrededor de las "Provinciales" de Pascal no se extinguiría tan pronto. ¿Qué era el jansenismo? Sus defensores partían de la idea de que la Iglesia tenía que volver a sus orígenes y conservar su carácter primitivo. La enseñanza de San Agustín formaba la base ideológica de la doctrina jansenista., cuyo nombre deriva de Cornelio Jansen, obispo de Ypres, autor de Augustinus (1640), obra que volvía a actualizar las ideas de Miguel Bayo, condenado en 1567. A pesar de declararse continuamente fieles a la Iglesia, los jansenistas no dejaban de practicar en el fondo un cierto calvinismo que tenía sobre la gracia y la predestinación las mismas ideas que Jansenio y su Augustinus.

   El que fue el impulsor del movimiento espiritual jansenista y fundó en Port-Royal una comunidad de solitarios, centro del movimiento, fue el abad de Saint-Cyran. La familia Arnault formaba el núcleo central de la comunidad. Antonio Arnault, llamado el Grande, doctor de la Sorbona, fue el espíritu rector de dicha comunidad, situada a 25 kilómetros de París, y a la que dio su adhesión el mismo Pascal con muchas personalidades ilustres del tiempo. El parentesco del jansenismo con el protestantismo y, sobre todo, con el calvinismo, no aparecía sólo en la sencillez primitiva del ritual, en el desprecio de la autoridad religiosa, Papa y obispos incluidos, sino también en su fondo doctrinal. La voluntad del hombre ha perdido por el pecado original su libertad y es incapaz de obrar cualquier bien. Toda acción del hombre o bien procede del placer terrenal, el cual brota de la concupiscencia, o bien del placer celestial que es operado por la gracia. Ambos ejercen un influjo determinante sobre la voluntad humana, la cual, por carencia de libertad, sigue siempre el impulso del placer más poderoso.

   Según predomine el placer terrenal o el placer celestial, la acción del hombre será pecaminosa o moralmente buena. Si sale victoriosa la "delectación celestial", recibe el nombre de "gracia eficaz" o "irresistible"; en el caso contrario es llamada "gracia suficiente". Si Dios concede la gracia eficaz, el hombre evita el pecado; sin la gracia no puede hacer sino pecar. Y esta gracia se concede a unos pocos a quienes Dios desea salvar. Pues Dios no quiere, en modo alguno, salvar a todos los hombres, ni murió por todos, sino solamente por la minoría que se proponía salvar. El libre albedrío, pues, no existe, ya que hasta el don de la fe y la voluntad de creer dependen exclusivamente de la gracia.

   Sometidas las tesis jansenistas al juicio del Papa, se formó una comisión de cardenales, que condenó las tesis como heréticas. Los jesuitas, enemigos de los jansenistas, triunfaban.

   En Inglaterra, en cambio, triunfaba el anglicanismo con el partido de los puritanos, dirigidos por Cromwell, que había hecho decapitar al rey Carlos I. Las persecuciones de los católicos continuaron como en tiempos de Isabel.

   El 7 de enero de 1655 el Papa Inocencio fallecía en el Vaticano. Su cuerpo permaneció durante tres días sin enterrar, abandonado en una habitación del Vaticano, porque Olimpia Maidalchini, la poderosa cuñada, se negó a comprar un ataúd para el Papa, diciendo que era una pobre viuda. Cuando un canónigo de San Pedro pagó lo debido a los enterradores, el cadáver del Papa pudo ser finalmente sepultado en la Iglesia de Santa Inés, en la plaza Navona, donde Bernini había construido la fuente de los Cuatro Ríos. Velázquez pintó el retrato del Papa, en 1650.

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(Samuel Miranda)