BEATO JACOPONE DE TODI
1306 d.C.
25 de diciembre
Jacopone, a quien se bautizó con
el nombre de Jacobo, nació en Todi, ciudad de Umbría, en el
seno de una buena familia apellidada Benedetti.
Su nacimiento ocurrió alrededor del año 1230. Estudió
leyes en Bolonia, donde pro bablemente hizo su doctorado para iniciar sus
prácticas en su ciudad natal.
Al parecer, en aquellos años, no se destacó, ni por su virtud,
ni por su mala vida, y ciertamente que no dio muestras del fervor religioso
que le caracterizó más tarde.
Alrededor del 1267, se casó con Vanna di Guidone, una joven mujer
muy hermosa en lo físico y de grandes cualidades morales que, durante
el único año que vivió casada con él, antes de
que la arrebatase la muerte, demostró ser el ángel bueno de
Jacopone.
Vanna murió trágicamente durante una fiesta de bodas, al desplomarse
un balcón donde se encontraba junto con otros invitados.
Ella fue la única que perdió la vida entre los que cayeron,
y el golpe de aquella inesperada pérdida produjo un dolor tan profundo
en Jacopone, que su vida cambió completamente.
Quizá la transformación se debió sobre todo a que, al
morir Vanna, su marido cayó en la cuenta de lo virtuosa que era; se
dice incluso, que él fue quien más se sorprendió al
descubrirse en el cadáver de Vanna una camisa de cerdas que usaba,
según se supone, para hacer penitencia por sus pecados.
A decir verdad, el golpe fue tan rudo que, durante algún tiempo, Jacopone
estuvo decididamente trastornado.
De la noche a la mañan a abandonó su profesión, se vistió
el hábito de los terciarios franciscanos- y se convirtió, como
dicen los que le conocieron, en "una especie de Diógenes cristiano".
Sus excentricidades realizadas en público eran tan descabelladas,
que los chiquillos en las calles de Todi le seguían por todas partes
para divertirse gratuitamente con él, gritándole: ¡ Jacopone,
Jacopone! En cierta ocasión, atravesó la plaza pública
en cuatro patas y enjaezado con los arneses de un asno; en otra oportunidad,
se presentó bañado en alquitrán y emplumado en la casa
de su hermano donde se desarrollaba un suntuoso banquete.
Durante diez años llevó esa existencia de penitente público.
En 1278, vencidos algunos naturales escrúpulos por parte de los frailes,
Jacopone fue admitido entre los franciscanos de San Fortunato, en Todi, como
hermano lego.
Se afirma que eligió aquel estado por humildad. Tal vez haya sido
así, pero no hay duda de que Jacopone se sentía inclinado a
pertenecer al grupo más estricto de los franciscanos, el de los espirituales,
quienes consideraban que San Francisco había deseado que sus frailes
se ordenasen para el sacerdocio sólo por excepción.
Durante doce años, permaneció el hermano Jacopo ne en el convento
de Todi y, a medida que recuperaba el equilibrio de sus facultades mentales,
producía más y más poemas líricos y cantos, cada
vez de mejor calidad, en el dialecto de Umbría.
Sus composiciones alcanzaron popularidad. Eran alabanzas de profundo contenido
religioso y místico que lle garon a ser adoptadas por los "flagelantes"
y otras cofradías penitenciales para cantarlas en público.
Las composiciones se prestaban para expresar jubilus franciscano, pero el
hermano Jacopone era cándido y poco dado al exhibicionismo y a la
hilaridad. Sin embargo, con frecuencia se veía envuelto en dificultades
con sus hermanos en el convento de San Fortunato y, tal vez por eso, se convirtió
en una figura cada vez más notable entre los espirituales.
Dos destacados miembros de esta rama, el Beato Conrado de Offida y el Beato
de Alvernia, eran sus amigos personales. Jacopone se encontraba entre los
frailes que, en 1294, solicitaron al Papa San Celestino V el permiso de vivir
a parte de la comunidad, pero a las pocas semanas de recibida la petición,
Celestino renunció y el cardenal Gaetani, opositor de los espirituales,
fue el Pontífice Bonifacio VIII.
En 1297, se produjo la ruptura entre el Papa y los cardenales Colonna, y
Jacopone fue uno de los tres franciscanos que colaboraron en la redacción
del manifiesto donde se afirmaba que Bonifacio VIII había sido electo
en forma ilegítima. Desde entonces, el hermano Jacopone se convirtió
en el propagandista literario de los cardenales Colonna y escribió
un famoso y rudo ataque al Papa.
Sin suscribimos a la opinión de que "ya el haber tenido a Bonifacio
por adversario es de por sí un gran honor", podemos decir que Jaccopone
se opuso al Papa con toda buena fe. Sin contar a los partidaristas, había
gran número de gentes que participaban de la idea de que la abdicación
de Celestino había ido contra los cánones. Cuando las fuerzas
del Papa se adueñaron de Palestina, la fortaleza de los Colonna, el
hermano Jacopone aprehendido y encarcelado en un horrible calabozo durante
cinco años.
Ni si uiera en el año jubilar de 1300 se le concedió la libertad.
Durante sus años de cárcel, compuso algunos de sus más
hermosos poemas, así como varias de sus obras más agresivas,
satíricas y agudas, en curioso contraste con la unción conmovedora
de las primeras.
A J acopone se le conoce también mucho como el supuesto autor del
famoso himno Stabat Mater dolorosa, pero no hay certidumbre de que él
lo haya escrito. También se le acredita la composición de otro
himno menos conocido, que algunos críticos califican de parodia, titulado
Stabat Mater speciosa.
Se dice que el primero de los himnos se le adjudicó a Jacopone en
un manuscrito del siglo catorce, y tanto uno como el otro aparecen en una
edición de sus alaban zas, impresa en Brescia en 1495. La Speciosa
fue rescatada del olvido por Fe derico Ozanam, quien la reimprimió
por primera vez en su obra Poètes Franciscains en Italie, au XIIIeme
siecle, en 1852. El himnologista inglés Meams, se inclina por el punto
de vista de que Jacopone escribió la Speciosa, pero no la Dolorosa;
sin embargo, no hay pruebas de que haya escrito poema latino alguno.
A la muerte de Bonifacio VIII, a fines de 1303, el hermano Jacopone quedó
en libertad y se fue a vivir primero, como ermitaño, cerca de Orvieto
y, después, a un convento de Clarisas Pobres, en Collazzone, entre
Todi y Perugia. Ahí murió el día de la Navidad de 1306
(?). El Beato Juan de Au vernia le administró los últimos sacramentos,
y se han hecho relatos conmo vedores pero contradictorios sobre sus últimos
momentos. En 1433, se trasla daron sus reliquias a la iglesia de San Fortunato
en Todi; la veneración en que se le tenía ahí, se deduce
por la inscripción en su tumba: "Los huesos da Bendito Jacopone dei
Benedetti de Todi, de la Orden de los Frailes Menorres Padeció la
locura por la causa de Cristo y, al desilusionar al mundo con un nuevo artificio,
tomó al cielo por asalto. Se durmió en el Señor el 25
de marzo A. D. 1296" (sic). El monumento de su tumba fue puesto por mandato
de Angelo Cesi, obispo de Todi, en el año de 1596.