JEROBOAM I, Rey de Israel
Jeroboam I fue el primer monarca
del norteño Reino de Israel, tras la muerte de Salomón que
condujo a la división de reino de Israel y sus tribus. Gobernó
los territorios de diez de las tribus israelitas. Su historia es narrada
en el Primer Libro de Reyes. Reinó durante el siglo X a.E.C.,
posiblemente entre 928 y 910 a.E.C.
Según 1 Reyes 11:26-39, Jeroboam era hijo de Nabat, de
la tribu de Efraín y de la ciudad de Seredá. El nombre de su
madre era Serúa (quien más tarde se quedó viuda). Era
un funcionario de Salomón. Bajo la influencia de las palabras del
profeta Ahías, quien profetizó que él gobernaría
las 10 tribus del Norte de Israel, comenzando a formar la conspiración
con el fin de convertirse en el rey de las 10 tribus del Norte; pero al ser
descubierto, escapó a Egipto (1 Reyes 11:29-40), donde él estuvo
durante un tiempo en la protección de Sisac.
Después de la muerte de Salomón, los conflictos
de tipo económico generaron tensiones. La conducta altanera de Roboam
con respecto a las 10 tribus del norte, contribuyó a generar una rebelión
y Jeroboam regresó a Israel aclamado como rey (1 Reyes 12:1-20).
Por medio de su mensajero, el Señor había hablado
claramente a Jeroboam acerca de la necesidad de dividir el reino. Esta división
debía realizarse, había declarado, "por cuanto me han dejado,
y han adorado a Astharoth diosa de los Sidonios, y a Chemos dios de Moab,
y a Moloch dios de los hijos de Ammón; y no han andado en mis caminos,
para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos, y mis derechos,
como hizo David su padre." (1 Reyes 11: 33).
Se le había indicado, además, a Jeroboam que el
reino no debía dividirse antes que terminase el reinado de Salomón.
El Señor había añadido: "Empero no quitaré nada
de su reino de sus manos. sino que lo retendré por caudillo todos
los días de su vida, por amor de David mi siervo, al cual yo elegí,
y él guardó mis mandamientos y mis estatutos: mas yo quitaré
el reino de la mano de su hijo, y darélo a ti, las diez tribus." (1
Reyes 11: 34, 35).
Solemne adoración del becerro de oro, según una
tarjeta estadounidense publicada en 1901. Esta estampa probablemente tenga
su fuente de inspiración en el culto a uno de los dos becerros de
oro mencionados en 1 Reyes 12:26–30.
Jeroboam I reconstruyó y fortificó Siquem como
la capital de su reino. Casi inmediatamente adoptó el medio de perpetuar
la división entre el Norte y el Sur, al erigir un becerro de oro tanto
en Dan como en Betel, donde él los estableció como símbolos
de Dios, imponiendo a la gente no ir más al Templo de Jerusalén,
para así traer las ofrendas de los habitantes de su norteño
reino solo los lugares santos que él mismo había erigido.
Es posible que los dos becerros de oro emplazados por Jeroboam
I en el norteño Reino de Israel hayan sido inspirados por el toro
que representaba al dios El (con el que, en su forma plural, se relaciona
el dios de los hebreos). Como Todopoderoso, el dios semítico Él
fue luego denominado en plural en idioma hebreo: Elohim ("dioses" o acaso
una variante del genitivo hebreo El ha-Elim, es decir, "El dios de los dioses"
[El dios supremo]). Durante centurias, Él había sido el dios
canáneo por excelencia, siendo además el principal dios de
los nómadas. Poseía funciones éticas y sociales; era
tolerante y benigno y recibía, entre otros, los títulos de
«Padre de los Dioses», «Rey», «Padre de los
Hombres», «Creador de las Criaturas», «Toro»,
«Amable» y «Misericordioso». Pero más allá
de sus diversos títulos, Él era el nombre especial de un dios
sumamente particular y que era persistentemente distinguido de otros dioses
como "el dios" (es decir, lo que en un sentido monoteísta sería
Dios).
De esa manera, no resultaba imposible cambiar la mentalidad
de la gente haciendo que Yahvéh tomase la forma del anterior dios
semítico, El, contra el cual, podía sostenerse de algún
modo tangencial, habría luchado Jacob para ser renombrado entonces
como IsraEl (porque que luchó con(tra) El (Génesis 32:23-28).
Así Jeroboam pasó a la historia bíblica
como quien hizo pecar a Israel. Esta política idolátrica fue
seguida de todos los reyes de Israel. Según 1 Reyes 13:1-9, mientras
él estaba ofreciendo incienso en Betel, un profeta de Judá
apareció antes de él con un mensaje de advertencia del Señor.
Al intentar detener al profeta y sus palabras, su mano fue secada y el altar
se hizo pedazos.
Jeroboam se llenó de un espíritu de desafío
contra Dios, e intentó hacer violencia a aquel que había comunicado
el mensaje. "Extendiendo su mano desde el altar", clamó con
ira: "Prendedle!" Su acto impetuoso fue castigado con presteza. En su ruego
urgente a Dios su mano fue sanada (1 Reyes 13:1-9; compare a 2 Reyes 23:15);
pero el milagro no tuvo ninguna impresión duradera sobre él.
Vano había sido el esfuerzo de Jeroboam por impartir solemnidad
a la dedicación de un altar extraño, cuyo respeto habría
hecho despreciar el culto de Yahvéh en el templo de Jerusalén.
El mensaje del profeta debiera haber inducido al rey de Israel a arrepentirse
y a renunciar a sus malos propósitos, que desviaban al pueblo
de la adoración que debía tributar al Dios verdadero.
Pero el rey endureció su corazón, y resolvió cumplir
su propia voluntad. . .Su reinado era uno de constante guerra con el reino
del Sur, Judá. Mientras el reino del sur no hizo ningún esfuerzo
serio para militarmente recuperar el poder sobre el norte, había una
lucha que perduró durante los reinados de varios reyes de ambos reinos.
Jeroboam murió poco después que Abiam, hijo y
sucesor en el trono de Judá de Roboam (1 Reyes 14:1-18). En la evaluación
de la carrera de Jeroboam, los historiadores tienen que ejercer la precaución
debido al hecho que la fuente exclusiva de información disponible
sobre él es abiertamente hostil al monarca, sugiriendo el texto bíblico
que toda la obra de su vida fue pecaminosa. "El resto de la historia de Jeroboam,
las batallas en que tomó parte y otros detalles de su reinado, están
escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel" (1 Reyes
14:19).
Las "Crónicas de los Reyes de Israel", probablemente
compiladas por los propios escribanos de estos reyes, son probablemente la
fuente para los hechos básicos de la vida y reinado de Jeroboam -
aunque el escritor del Libro de Reyes claramente posiblemente hizo un empleo
selectivo de datos en estas crónicas, concentrándose en la
naturaleza ética de cada rey y su obediencia o desobediencia a la
Ley de Dios.
Ajías, el profeta que había predicho el ascenso
al poder de Jeroboam, también predijo su caída, junto a la
de su dinastía y la del Reino del Norte: "De ahora en adelante, el
Señor va a sacudir a Israel como la corriente del río sacude
las cañas. Lo arrancará de esta buena tierra que dio a sus
antepasados, y lo arrojará más allá del río Éufrates,
por haber hecho representaciones de Astarté, causando con ello la
irritación del Señor" (1 Reyes 14:15).
Jeroboam fue sucedido por su hijo Nadab, quien fue asesinado
en el segundo año de su reinado por Baasa, de la tribu de Isacar,
que exterminó además a toda la Casa de Jeroboam. La profecía
de Ahías se cumpliría hacia el año 721 a.C. cuando los
asirios deportaran a gran parte del pueblo hebreo hasta territorios más
allá del río Éufrates.