Desde niño se distinguió por su virtud y manifestó
gran afición por las prácticas de piedad y una filial
devoción a la Santísima Virgen María. De joven
sintió el llamado del Señor a ser su apóstol y se
dirigió al Sr. Cura Monje de Badiraguato, quien lo envió
al Seminario de Culiacán, donde realizó sus estudios para
el sacerdocio.
Fue ordenado Sacerdote por el Excmo. Sr. Don Jesús María
Uriarte y Pérez el día 28 de octubre de 1886.
Su primer ministerio lo desempeñó en el Seminario de
Culiacán como prefecto y catedrático, con la
aprobación de sus superiores. Posteriormente, fue Cura y Vicario
Foráneo de la Parroquia del Fuerte, donde trabajó con
celo verdaderamente apostólico y se hizo estimar por todos sus
feligreses, así como en la Parroquia del Sagrario de
Culiacán, a donde fue enviado posteriormente.
El
cuidado y la educación cristiana de la niñez fue uno de
los principales objetivos de su solicitud paternal. A este fin
estableció en el templo la enseñanza catequística
que él mismo desempeñaba, dos veces por semana, secundado
por otras personas a quienes invitó al efecto.
Después fue nombrado Rector del Seminario de Culiacán; y el 3 de diciembre de 1902 Mons. Santiago Zubiría y Manzanera, segundo arzobispo de Durango y Admor. Apco. De la diócesis de Sinaloa, en virtud de que la diócesis Sinaloense era sede vacante, lo nombró el padre Jesús María Vicario general de la misma. El 16 de diciembre de 1904 el Papa Pío X lo nombra tercer obispo para la diócesis de Saltillo.
Después de prepararse convenientemente
con el retiro y la oración, toma posesión de su cargo
como obispo de Saltillo el 27 de marzo de 1905, cuyos fieles lo
recibieron con júbilo y fiesta.
Como todo buen pastor, busca la Palabra de Dios, la motivación y la inspiración para su ministerio episcopal y por ello elige como programa el verso del apóstol Pablo: “Hacerse todo para todos, para ganarlos a todos para Cristo”.
El nuevo pastor recibe la diócesis con
innumerables carencias y limitaciones materiales y espirituales, con
una notable escasez de clero, 11 sacerdotes para una extensión
territorial de 150 000 Km.2. Mons. Echavarría no se
desanimó, puso en manos de Dios su amada diócesis y se
dio a la urgente tarea de promover la vida cristiana en el estado de
Coahuila; para ello organiza y estructura la enseñanza de la
doctrina cristiana.
Fundo el Seminario el 30 de octubre de 1905, que se convirtió
durante toda su vida en el objeto de su amor paternal.
En 1921, después de mucho orar y viendo que persistía la situación difícil la diócesis, fundó el Instituto de “Hermanas Catequistas Guadalupanas”, cuyo decreto de erección esta firmado en Roma el 4 de junio de 1923.
Las Hermanas serian el brazo derecho de los
Sacerdotes y Párrocos de la extensa región de Coahuila;
su carisma fundacional: seguir a Cristo Buen Pastor y Único
Maestro en servicio de los hermanos más pobres en la
evangelización, catequesis y educación cristiana.
Toda su vida fue un testimonio callado, pero elocuente de su entrega y amor a Dios, a la Iglesia, a sus feligreses. Los predilectos de su corazón fueron siempre los pobres, los niños.
Para proteger a los niños de su diócesis y evitar los riesgos de la educación socialista, fundo escuelas para niños pobres, todas ellas costeadas de su patrimonio; se llamaban “Escuelas Hogar” porque eran centros educativos en donde reinaba un ambiente familiar y Cristiano, estaban diseminadas, callada, discreta y humildemente por varias ciudades de la diócesis como Torreón, San Pedro de las Colonias, Monclova, Frontera, Parras de la Fuente y desde luego Saltillo.
JESÚS MARÍA cumplió con
honestidad su vocación de Sacerdote y Pastor; en la
política fue cauteloso y prudente, nunca tuvo conflictos ni
enfrentamientos públicos con las autoridades de su tiempo.
La fuerza del espíritu se manifestó en la vida de Mons.
Echavarría dándole una penetración
profundísima de los grandes misterios sobrenaturales, la
inhabitación trinitaria y el misterio redentor, la
incorporación de Cristo, la santidad y el amor maternal de
María, el valor infinito de la Eucaristía, la que celebra
con profunda devoción y respeto y otros ministerios semejantes
que adquirieron en él una fuerza y eficacia santificadora
verdaderamente extraordinaria.
JESÚS MARÍA fue un Obispo Guadalupano, que inculco siempre el amor y devoción a la Madre de Dios.Su celo apostólico y su afán por hacer progresar la fe en la diócesis, le llevo a tener con sus sacerdotes una relación paternal, pero a la vez enérgica, ya que los sacerdotes eran sus principales colaboradores.Después de 96 años de una vida santa, JESÚS MARÍA fue llamado a la casa del padre el 5 de abril 1954, los fieles de Saltillo lo lloraron y lo recuerdan como se recuerda a un Santo.