BEATO JOSÉ DE VEGA PEDRAZA
1936 d.C.
16 de agosto



   José de Vega Pedraza nació en Dos Barrios (Toledo) el 30 de agosto de 1913. La madre, María de las Candelas, ofrecería a Dios el quintuple sacrificio de la inmolación por la fe de su marido, Matías, y sus cuatro hijos varones, y la consagración religiosa de su hija, clarisa. En aquel hogar se vivía la fe y se rezumaba la caridad. José dio muestras llamativas de piedad desde pequeño. Fue acólito de la parroquia. A su madre y al párroco que le sorprendió varias veces orando a solas en la iglesia, manifestó que pedía para sus familiares la santidad y para él el martirio. Apóstol en ciernes, exhortaba a la piedad a los compañeros y recompuso la paz de un matrimonio.

   Venciendo la resistencia del padre, que le necesitaba para el trabajo, entró en el seminario franciscano de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) en 1926. Estudiados en él dos años de humanidades y el tercero en La Puebla de Montalbán (Toledo), empezó el noviciado con la toma de hábito el 20 de mayo de 1929 en Arenas de San Pedro (Ávila), en donde hizo la profesión temporal el 21 de mayo de 1930. En el seminario menor y en el noviciado seguía pidiendo como gracia el martirio. En los cursos 1930-1933 completó los estudios humanísticos y cursó la filosofía en Pastrana (Guadalajara). De 1933 a 1936, aprobó los tres primeros años de teología en Consuegra (Toledo). En ese convento hizo su profesión solemne el 17 de agosto de 1935. En octubre y noviembre de ese mismo año recibió la tonsura y las órdenes menores y el 6 de junio de 1936 el subdiaconado, todo en Ciudad Real.

   Sus dotes intelectuales eran corrientes, su aplicación buena y sus aficiones, la música y la poesía. En su carácter había cierta timidez, nerviosismo e inestabilidad, que le hacían pasar de épocas de intensa vivencia espiritual a comportamientos reprensibles. Tuvo en esto dos crisis, una en los años de filosofía y otra en el tercer curso de teología, en las que se sumó a los descontentos, pero aceptó la corrección y las superó, dando paso a una vida centrada en sus convicciones religiosas y en su ilusión por llegar a ser un buen director de almas o un educador de futuros sacerdotes, preparándose con entusiasmo. Obtuvo la gracia que había pedido: con 19 hermanos de hábito fue martirizado el 16 de agosto de 1936.

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(Samuel Miranda)