BEATO JOSÉ LÓPEZ PITEIRA
1936 d.C.
30 de noviembre
El Beato fray José
López Piteira, fue un monje agustino nacido en Cuba que junto con
los demás miembros de la comunidad del Monasterio de San Lorenzo de
El Escorial fue víctima de la Persecución religiosa durante
la Guerra Civil Española concretamente en las Matanzas de Paracuellos.
El 28 de octubre de 2007 fue beatificado en Misa Solemne presidida por el
Cardenal José Saraiva Martins, C.M.F., Prefecto de la Congregación
para las Causas de los Santos en la Plaza de San Pedro en Roma, bajo el Pontificado
del Papa Benedicto XVI, convirtiéndose así en el primer beato
nacido en Cuba.
Quinto hijo de D. Emilio López Vilelo y Dª. Lucinda
Piteira Romero, nació el viernes 2 de febrero de 1912 en Jatibonico,
Cuba. Su nacimiento fue asentado en el Registro del Estado Civil de la localidad
(Tomo 2, Folio 37) el 26 de febrero del propio año, debido a la manifestación
personal del padre. Recibió el sacramento del bautismo el 11 de noviembre
de 1913, juntamente con su hermana Purificación, en la Parroquia de
Arroyo Blanco (en esta fecha aún no existía la parroquia de
Jatibonico, perteneciente por aquel entonces a la diócesis de Camagüey,
hoy diócesis de Ciego de Ávila. El sacramento, recogido en
el Libro 11, Folio 8, Nº 150, fue administrado por el Presbítero
Valeriano Cano y Cano, Cura Vicario de Morón. Fueron sus padrinos
Antonio Fernández y Caridad Fleitas, natural de Canarias.
La familia decidió volverse a España en el año
1916, cuando su hijo José era todavía muy pequeño. Presumiblemente
la fecha de su vuelta a la Península fue entre enero-febrero de 1917.
Tras su vuelta a la natal Galicia, la familia decide radicarse en Partovia,
Carballino, Orense, donde nacerían en los años subsiguientes
los restantes cinco hijos de la pareja: Agustín (1918), Inocencio
(1921), Julia (1924), José Benito (1926) y Caridad (1930).
De fray José López, -como él rubrica en
su profesión como monje agustino- cuentan sus contemporáneos
que "era de carácter bondadoso y tratable, entusiasta y observante".
A los 12 años de edad ya estudiaba la Enseñanza General bajo
régimen interno en el Monasterio Benedictino de Santa María
de San Clodio, en el también municipio orensano de Leiro. En este
monasterio realizó varios cursos de latín y humanidades y estudios
de Enseñanza Media.
Tras la finalización de su capítulo de estudios
con los benedictinos y contando con 16 años, José comenzó
el noviciado en el convento de agustinos de Nuestra Señora del Buen
Consejo de Leganés, en Madrid. No se sabe con exactitud quién
le orientó la vocación hacia los agustinos (Orden de San Agustín,
O.S.A.), aunque si la familia López Piteira se encontraba establecida
en Partovia, como bien sabemos, se podía buscar una conexión
a través de los agustinos de San Lorenzo de El Escorial, los padres
Miguel Giráldez Rodríguez, de Leiro, Orense, y su sobrino Manuel
Formigo Giráldez, de Pazos Hermos, ambos pueblos cercanos a Partovia.
Profesó sus votos simples el 20 de agosto de 1929 y recibió
luego su profesión religiosa del prior del convento, P. Natalio Herrero.
En el convento de Leganés estudió tres años de filosofía
(1929-1932) que completó, con un año más (1932-1933)
en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y tres de teología
(1933-36). Profesó sus votos solemnes en este Monasterio de San Lorenzo
el 16 de julio de 1934, recibidos del prior, padre Juan Monedero, quien será
uno de sus compañeros de martirio en 1936. Antes de los votos solemnes
recibió la tonsura el 20 de diciembre de 1934, las órdenes
menores de ostiario y lector el 21, y las de exorcista y acólito el
22, en la capilla del palacio episcopal de Madrid, conferidas por Mons. Leopoldo
Eijo Garay. El mismo Obispo le ordenó de subdiácono el 6 de
abril de 1935, en la capilla del Seminario Diocesano de San Buenaventura
de Madrid. El 8 de septiembre del mismo año, en el altar de la Sagrada
Forma de la sacristía del Real Monasterio de El Escorial, fue ordenado
de diácono por Mons. Francisco Gómez de Santiago, obispo misionero
dominico, Vicario Apostólico de Haiphong en Tonkin Oriental,
Vietnam.
No es mucho lo que se conoce de su estancia entre los agustinos
debido al poco tiempo que transcurrió desde su profesión de
fe. El padre Camblor escribe que era “buen estudiante y aficionado a la música”.
Uno de sus compañeros dice textualmente: "Puedo dar testimonio de
que manifestó una vocación muy decidida desde el primer momento,
a la que correspondió con una vida de piedad muy intensa". Otro añade
que fue "un religioso ejemplar".
Debido a los acontecimientos del 18 de julio de 1936 se desencadenó
una gran persecución antirreligiosa en gran parte de España.
La numerosa comunidad de agustinos del Real Monasterio de San Lorenzo de
El Escorial, donde vivía fray José López Piteira, quedó
prisionera en el propio Monasterio. El 6 de agosto dos policías nacionales,
ejecutando órdenes del ministro de Gobernación, condujeron
en tres camiones a los 107 religiosos de la comunidad a la Dirección
General de Seguridad, de Madrid. Se les tomó declaración. Todos
confesaron ser religiosos agustinos. Por eso se les envió a los calabozos
donde pasaron el día. A última hora de la tarde fueron encarcelados
en el Colegio de San Antón, de los padres escolapios, en la céntrica
calle de Hortaleza, situada en el barrio de Chueca de la capital madrileña,
convertido en prisión por el ministro Galarza.
Cuando fray José estaba preso en San Antón, la familia
realizó gestiones ante funcionarios consulares cubanos y del Ministerio
de Asuntos Exteriores de la República para conseguir su libertad por
ser ciudadano cubano.
Pasaron casi cuatro meses de privaciones y de sufrimientos.
Tras ser juzgados sumariamente, fueron condenados por su simple condición
de religiosos. El nombre de fray José fue incluido en una «saca
de la muerte», y llamado a primeras horas de la mañana del último
día de noviembre, festividad de San Andrés, Apóstol
y mártir. Después de haberle despojado de todo, le ataron las
manos atrás y le condujeron, con otros 50 agustinos, a Paracuellos
de Jarama, a las afueras de Madrid, donde fueron sacrificados el 30 de noviembre
de 1936, dando verdaderas muestras de entereza y fe ante los propios verdugos
que les mataron, tanto es así que estos quedaban admirados de su valor
y fortaleza cristianas. En ese mismo año debió de terminar
sus estudios y poder realizar su sueño de ser ordenado sacerdote.
Entre los frailes agustinos que fueron sus compañeros
de estudios, casi todos ellos martirizados junto con él, uno de los
que les sobrevivió fue el insigne musicólogo español,
el Padre Samuel Rubio Calzón O.S.A. Murió, como todos los demás,
perdonando a sus propios verdugos, a imitación del Maestro desde la
Cruz y con el grito de ¡Viva Cristo Rey!.