SAN JOSÉ MARÍA ROBLES HURTADO
1927 d.C.
25 de junio



   Nació en Mascota, Jalisco, el 3 de mayo de 1888, desde su juventud supo unir una notable lucidez intelectual a un espíritu de virtuosa humildad. Alumno brillante del seminario conciliar de Guadalajara, al que ingresó en 1900, se le confió el oficio de vicerrector del plantel, siendo diácono. Misionó en Tehuantepec, Oaxaca, antes de ser ordenado, en Guadalajara, el 22 de marzo de 1913.

   Ministro de notable índole moral y espiritual, ejercitó su ministerio con gran celo y edificación. Durante su vida impulsó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Siendo vicario parroquial en Nochistlán, Zacatecas, fundó, en 1918, la congregación religiosa de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado. Párroco de Tecolotlán, Jalisco, desde 1920, desplegó en esa población una serie de iniciativas en pro del bien común: escuelas, hospital, asilo, círculos de obreros y su congregación religiosa. Durante la suspensión del culto público permaneció al frente de su parroquia, oculto en domicilios particulares. Si alguien le insinuaba que huyera, respondía: "Un pastor no abandona nunca sus ovejas".

   Los últimos meses de su vida, de obligada reclusión, dio admirables pruebas de virtud, dedicándose al estudio y a la oración. Según el mismo lo decía, la Santa Misa y la adoración constante al Santísimo Sacramento eran el eje de su vida. Aun en tan penosas circunstancias, mantuvo vivo el espíritu cristiano de sus feligreses, hasta el 25 de junio de 1927. Ese día, un grupo numeroso de soldados del ejército federal, capitaneados por el coronel Alfonso Calderón, catearon las viviendas de Tecolotlán. El padre Robles fue capturado cuando se disponía a celebrar la Misa; él mismo abrió la puerta, dejándose conducir al cuartel general de los agraristas.

   Los vecinos interpusieron sin éxitos todos los recursos legales para obtener su libertad, entre ellos, el amparo de la justicia federal. Sin embargo, el jefe de operaciones militares en el estado de Jalisco, general Jesús María Ferreira, enterado de la captura, había ordenado proceder con toda energía contra el párroco. Como el amparo legal protegía la vida del prisionero dentro de la jurisdicción de Tecolotlán, los verdugos decidieron quitarle la vida sacándolo de allí. Casi a la medianoche, una escolta lo condujo por el camino de Ameca, Jalisco; al pasar por la aldea de Quila, al pie de un añoso roble, los milicianos marcaron el alto; antes de ser ejecutado, el Padre Robles, se arrodilló para orar, bendijo a sus parroquianos, perdonó y bendijo a sus verdugos, besó la soga y se la puso al cuello. Sus restos se custodian en la casa general de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado, en Guadalajara.

Página Principal
(Samuel Miranda)