BEATO JOSÉ POLO BENITO
1936 d.C.
23 de agosto
Nació en Salamanca, el 27
de enero de 1879. Estudió en el Seminario de Salamanca, ordenándose
de presbítero en 1904. En esta ciudad comenzará su actividad
pastoral. En 1911 marchó a la Catedral de Plasencia. Allí trabajó
apostólicamente en favor de las Hurdes, con innumerables obras sociales.
En la posguerra europea, en su propio domicilio de la calle Santa Ana, estableció
las cocinas de caridad para socorrer a las familias necesitadas. Finalmente,
el 25 de enero de 1923, fue nombrado Deán de la catedral de Toledo.
En plena madurez, se aplicó a reanimar la vida religiosa
de la catedral, y a la predicación. Ingresó en la Real Academia
de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, el 5 de abril de
1925. También actuó como asiduo colaborador de periódicos.
Su pluma fue requerida para honrar las páginas de periódicos
y revistas extranjeros. Fruto de sus vigilias y desvelos fueron sus libros
sobre los acuciantes problemas sociales que se vivían en aquella época.
Además, escribe dos novelas que fueron traducidas al alemán:
“El falso Rembrandt” y “Guerra y Amor”.
Los testigos señalan al Siervo de Dios como a un hombre
“de fe y piadoso”; gran predicador, daba testimonio de su fe “en la predicación
y la celebración de la santa misa, así como en su devoción
a la Virgen”, “cabían en él todos los valores humanos y sobrenaturales”.
Desde el día 22 de julio en que la ciudad de Toledo cayó
en manos de los milicianos, empezaron las detenciones y matanzas de los sacerdotes.
Don José Polo fue arrestado en los primeros días y llevado
a la cárcel de la Diputación Provincial. Los compañeros
recuerdan su entereza, ya que animaba a todos “a ser mártires de Jesucristo,
a ser siempre valientes y a reconciliarnos con Dios, en el sacramento de
la confesión, por si acaso por la noche éramos sacados para
el martirio”. El día 25 de julio fue trasladado a la prisión
de Gilitos. Entre las 72 tristes jornadas de enfrentamiento que se vivieron
en la ciudad de Toledo, hay una que culminó con caracteres de pesadilla.
El día 22 de agosto, unos aviones del ejército republicano
que bombardeaban el Alcázar erraron en su puntería matando
a varios soldados de su propio ejército.
Los milicianos pensaron en rehacerse sacrificando a los detenidos.
Es cierto que los perseguidores, al fusilar en la madrugada del 23 de agosto
a 70 personas, gran parte de ellas sacerdotes, religiosos y miembros de alguna
asociación católica, actuaron por venganza. Pero hay que notar,
sin embargo, que Don José, según afirman los testigos, no pertenecía
a ningún partido, no se metía en política y había
sido encarcelado por ser sacerdote. Y, por ser sacerdote, fue también
sacrificado. Al llegar al lugar del crimen, D. José Polo hizo oír
su voz a los verdugos: “Dios es testigo del crimen colectivo que van a consumar.
Dios les pedirá cuenta; él, en nombre de todos, les perdona”.
Todavía tuvo tiempo para dirigir una cristiana exhortación
a sus compañeros que, mudos y enteros, esperaban con serenidad el
momento de la muerte. El crimen se cometió en la Puerta del Cambrón,
en la conocida Fuente del Salobre. Su cuerpo reposa en el Cementerio de Canónigos,
en la entrada a la Basílica de Santa Leocadia.