BEATO  JUAN DUNS ESCOTO
 1308 d.C.
 8 de noviembre
 
  
 
 
  
   Juan Escoto nació en 
Duns, en Escocia, hacia 1265, entró en la Orden de los Hermanos Menores 
hacia 1280 y fue ordenado sacerdote el 17 de abril de 1291. Completó 
los estudios entre 1291 y 1296 en París. Luego enseñó 
en Cambridge, Oxford y París, como bachiller, comentaba las “Sentencias” 
de Pedro Lombardo.
 
    Tuvo que abandonar la universidad, por no haber querido firmar 
una apelación al Concilio contra Bonifacio VIII, promovida por Felipe 
el Hermoso, rey de Francia.
 
    Regresó allí el año siguiente para obtener 
el doctorado, con una carta de presentación del Ministro general de 
la Orden, Padre Gonzalo Hispánico, que había sido su maestro, 
en la cual lo recomendaba como plenamente docto “sea por la larga experiencia, 
sea por la fama que se había extendido por todas partes, de su vida 
laudable, de su ciencia excelente y del ingenio sutilísimo” del candidato.
 
    A fines de 1307 Juan Duns Escoto estaba en Colonia, donde enseñó. 
Quizás no hay doctor medieval más sobresaliente que este franciscano 
escocés, que estudió en Oxford, enseñó en París, 
fue expulsado por Felipe el Hermoso porque no quiso firmar la apelación 
antipapal y murió en Colonia, a la edad en que los otros filósofos 
comienzan a producir, como si la llama del pensamiento le hubiese quemado 
la juventud.
 
    El título de “Doctor Sutil” que le dieron, dice toda 
su sublimidad. Sus teorías sobre la Virgen y sobre la encarnación 
obtienen después de siglos la confirmación en el dogma de la 
Inmaculada Concepción y en el culto a la realeza de Cristo.
 
    Elabora el misticismo pensante de San Buenaventura. Escoto
es un metafísico y un teólogo. Empleó su agudeza de
ingenio en la sistematización de los grandes amores de San Francisco:
Jesucristo y la Virgen Santísima. La posteridad también lo
ha llamado “Doctor del Verbo Encarnado” y “Doctor Mariano”.
 
    Tuvo numerosos discípulos y muy pronto llegó
a ser y siguió siendo el jefe de la escuela franciscana, que se inició 
con el Beato Alejandro de Hales, se desarrolló con San Buenaventura, 
doctor Seráfico de la Iglesia, y llegó a su culminación 
en el Beato Juan Duns Escoto.
 
    Su doctrina está en perfecta armonía con su espiritualidad. 
Después de Jesús, la Virgen Santísima ocupó el 
primer puesto en su vida. Duns Escoto es el teólogo por excelencia 
de la Inmaculada Concepción.
 
    El estudio de los privilegios de María ocupó
un puesto importantísimo en su vida. En una disputa pública,
permaneció silencioso hasta que unos 200 teólogos expusieron
y probaron sus sentencias de que Dios no había querido libre de pecado
original a la Madre de su Hijo.
 
   Por último, después de todos, se levantó Juan 
Duns Escoto, tomó la palabra, y refutó uno por uno todos los 
argumentos aducidos contra el privilegio mariano; y demostró con la 
Sagrada Escritura, con los escritos de los Santos Padres y con agudísima 
dialéctica, que un tal privilegio era conforme con la fe y que por 
lo mismo se debía atribuir a la gran Madre de Dios. Fue el triunfo 
más clamoroso en la célebre Sorbona, sintetizado en el célebre 
axioma: “Potuit, decuit, ergo fecit (Podía, convenía, luego 
lo hizo)”. En Colonia, donde enseñaba, murió el 8 de noviembre 
de 1308.