BEATO JUAN JOSÉ CABALLERO RODRIGUEZ
1936 d.C.
28 de noviembre


 
   Nació en Fuenlabrada de los Montes (Badajoz). La Providencia quiso que familiares del P. Francisco Esteban (quien será más tarde su Provincial y compañero de martirio) entraran en relación con él. La familia Esteban Lacal le prestó ayuda económica y esto facilitó a Juan José el ingreso en el seminario menor de los Misioneros Oblatos en Urnieta. Allí mejoró mucho en su dedicación al estudio y a la práctica de las virtudes.

   Terminados los estudios secundarios, pasó a Las Arenas para hacer el noviciado e hizo su primera profesión religiosa en 1930. En 1931, ante la persecución desatada contra la Iglesia en Madrid, conocida como “la quema de conventos”, por razones de seguridad, vuelve con sus hermanos de comunidad a Urnieta. Más tarde, ya de nuevo en Pozuelo, tuvo que incorporarse al servicio militar y fue destinado al Norte de África. El tiempo vivido en ese continente contribuyó a aumentar su inquietud y vocación misionera. De vuelta a Pozuelo, hace su oblación perpetua el 25 de febrero de 1936 y unos meses después recibe el subdiaconado. Pero dos semanas más tarde las ilusiones que había puesto en el sacerdocio, cada vez más cercano, se ven truncadas por el comienzo de un calvario que culminaría en el martirio.

   Joven de gran personalidad, vivía con la preocupación de fomentar el buen espíritu e su comunidad. Era emprendedor, metódico y perseverante en cuanto acometía. Su característica más sobresaliente: fuerte inquietud misionera que contagiaba a sus hermanos de comunidad.

   No tenemos muchos sobre su martirio. Citamos la carta del el P. Emilio Alonso, a un hermano del mártir: “Recientemente estuve en Madrid y he aquí los datos que he podido recoger sobre él. Fue detenido en la noche del 28 de octubre y conducido a la cárcel Modelo. De allí fue trasladado a la cárcel de San Antón en la noche del 15 de noviembre. En la noche del 28 del mismo mes fue “sacado” con otros muchos, entre ellos 12 Oblatos más, y llevado con rumbo desconocido. No se ha vuelto a saber más de aquella expedición, que se llamó expedición de Muñoz Seca, porque en ella iba el ilustre comediógrafo”.

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(Samuel Miranda)