SAN JUAN SARKANDER
1620 d.C.
17 de marzo
Jan Sarkander, sacerdote diocesano
y mártir de la fidelidad al servicio ministerial, y en particular,
al secreto del sacramento de la confesión, nació el 20 de diciembre
de 1576 en la ciudad de Skoczbw, en Silesia, entonces en el principado de
Cieszyn, que desde 1291 formaba parte del reino de Bohemia. Fue hijo de Gregorio
Matias Sarkander y de Elena Gorecka.
En 1593 ingresó en el colegio de los jesuitas en Olomouc
para realizar los estudios superiores y de filosofía, que terminó
en 1602 en Praga, con la consecución del titulo de Magister. Fue ordenado
sacerdote en Brno, el 22 de marzo de 1609.
Sucesivamente, desempeñó su ministerio sacerdotal
en la cura de almas en diversos lugares de la diócesis de Olomouc.
Desde 1616 hasta su muerte, fue párroco en la ciudad de Holesov, sede
del lugarteniente de Moravia, Ladislao Popel de Lobkovic, de quien fue consejero
y confesor.
Su programa de renovación de la vida católica de la
parroquia encontró grandes dificultades, sobre todo después
de la insurrección de los nobles de Bohemia, en su mayor parte protestantes,
contra el imperio de Austria.
El príncipe de Moravia, Wenceslao Bitovsky, protestante,
lo mandó encarcelar en Olomouc con la acusación de traición
a la patria. Se trataba de un pretexto de carácter político,
porque en realidad lo hacia por odio a la fe católica.
El proceso se desarrolló del 13 al 18 de febrero de 1620.
En calidad de confesor y consejero de Lobkovic, fue acusado de estar al tanto
de la invasión militar de Moravia. Él se defendió diciendo
que nada de eso le fue revelado en confesión, pero que, si hubiera
sabido algo en la administración de ese sacramento no lo habría
revelado de ninguna manera.
En los interrogatorios lo sometieron a numerosos tormentos,
entre ellos el potro y la aplicación de antorchas encendidas. Herido
e inconsciente fue arrojado a un calabozo húmedo y oscuro. Allí,
después de un mes de sufrimientos a causa de los suplicios, murió
el 17 de marzo de 1620. La noticia de una muerte tan cruel se difundió
rápidamente y dio origen a una veneración que se ha mantenido
hasta nuestros días, especialmente en Moravia, Silesia y en todas
las regiones del ex imperio de Austria.