LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS DE SONORA



   Los habitantes de Ostimuri y Sonora vivían acosados por los apaches. Tampoco los seris, ahora unidos a los pimas, estaban conformes con su situación. Y empezó la guerra de nuevo. Cuando se dirigían a pelear tenían la costumbre de gritar con la boca abierta, y sobre los labios se daban palmadas. La algarabía anunciaba destrucción y muerte.

   Ante esa situación, el gobierno de la Nueva España convocó a una junta asistió el visitador general de la Nueva España, José de Gálvez. Se llegó al acuerdo de que se mandaría una expedición militar, al mando del coronel Juan Claudio de Pineda, quien era entonces gobernador de Sonora y Sinaloa. Este contingente desembarcó en Guaymas en mayo de 1768, un año después de la expulsión de los jesuitas.

   Los jesuitas abandonaron la Nueva España por orden del rey, a quien por muchas razones políticas y económicas no convenía la estancia de estos religiosos en la Nueva España. Esa orden se puso en vigor el 25 de junio de 1767. A Guaymas se dirigieron sólo con lo que llevabam puesto, y cuando todos se juntaron, los embarcaron rumbo a San Blas. Muchos de ellos muerieron en el barco, víctimas de una epidemia. Mientras tanto, las misiones eran abandonadas.

   El gobierno local se hizo carho de las pertenencias de los Jesuitas. Durante dos años los encargados reales hicieron un inventario de los objetos de las misiones. José de Gálvez ordenó que se entregara todo a los Franciscanos, que quedaron en lugar de los Jesuitas.

   La plata y el oro se amoneadaron en la Casa de Monesa que encontraba en el Real de los Álamos. Con ellas se pagó lo que debían a los Jesuitas y el sobrante lo entregaron a los Franciscanos. La expulsión de los Jesuitas afectó a los indígenas, pues sin la protección que les brindaban los misioneros, fueron explotados por los españoles y por sus hijos nacidos en la Nueva España. Eran los llamados criollos. Para españoles y criollos fue beneficiosa la expulsión. Quedaron en sus manos muchas de las tierras de las misiones y tenían, además, mano de obra disponible a bajo costo.

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(Samuel Miranda)