LA IMPRENTA Y LA BIBLIA
Coincidiendo con la agitación de carácter religioso y
político que padecía Europa, se produce la
revolución de la imprenta, que contribuyó a acelerar y
extender los cambios que estaban teniendo lugar. En la ciudad alemana
de Mainz, Juan Gutenberg estaba ensayando la manera de imprimir libros
valiéndose de elementos metálicos y medios
mecánicos. En realidad no se partía de cero. En el
año 868 ya se había imprimido en China un libro por medio
de bloques y artefactos de madera, que se venían ensayando en
Asia desde el siglo V. En vez de proceder por bloques enteros,
Gutenberg tomó como punto de partida letras individuales y
sueltas. Con las letras formaba palabras, con las palabras
líneas y con las líneas páginas, que eran montadas
sobre una imprenta sencilla.
Con el nuevo invento se podía producir una lluvia
de libros en poco tiempo y a bajo costo. Era el gran momento. La edad
de la imprenta había llegado. Coincidía justamente con la
reforma protestante, centrada en la Biblia, interesada en multiplicar
sus traducciones. Hasta entonces las copias se hacían a mano. La
imprenta era un medio fácil de hacer llegar la Sagrada Escritura
a todas las manos. De hecho, el primer libro completo que se
imprimió en 1456 fue la Biblia.
Hasta 1462 el descubrimiento se mantuvo celosamente
guardado dentro de Mainz como un secreto industrial, pero a partir de
ese año la ciudad fue saqueada y la imprenta se extendió
por todas partes. En el espacio de 200 años habían
llegado a Roma. París, Cracovia y Londres.