LA PASCUA
El acontecimiento pascual
de Cristo constituye el núcleo central de la predicación de
los Apóstoles. Debido a esa enseñanza, para los cristianos
la nueva realidad en Cristo (Col 2,17), "Quien fue entregado por nuestros
pecados, y fue resucitado para nuestra justificación" (Rm 4,25). Por
lo tanto, para los cristianos es fiesta no de un día de la semana,
sino de toda la vida.
Antes de la expansión del cristianismo fuera de Jerusalén,
no encontramos huella de una celebración semanal de la "Cena del Señor",
que es la actualización del misterio pascual. Al contrario, parece
que se trata de una celebración cotidiana en oposición al sábado
de los judíos (Hch 2,42-46; 5,42).
Más tarde encontramos la celebración semanal que
no coincide con el sábado de los judíos, sino con el primer
día de la semana, que es el día de la Resurrección del
Señor y de su manifestación a los discípulos (1 Cor
16,2; Hch 20,7).
Lo que antes se le denominó como "Primer Día de
la Semana" luego se le llamó "Día del Señor" o "Domingo"
(Ap 1,10).
Más adelante encontramos una forma nueva de llamar este
día: San Justino (165) nos hace saber que le nombraban "Día
del Sol" porque:
"Celebramos esta reunión el Día del Sol, por ser
el primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia. hizo el
mundo, y el día también en que Jesucristo resucitó de
entre los muertos".
La tercera etapa consiste en la celebración anual de
la Pascua. La primera Pascua anual se celebró en Jerusalén
hacia el año 135. En Roma se inició esta celebración
solemne unos treinta años después.
Al final del siglo III, el día de Pascua se prolonga
con un período de cincuenta días. Una fiesta tan grande exigía
una preparación. Así como el Domingo tuvo una preparación
en las Vísperas (vigilia), también la celebración grande
de la Pascua tuvo su tiempo de preparación en la Cuaresma.