LAS FLORES EN LA LITURGIA



I. En la liturgia

Uso y sentido simbólico-sacramental

    En el rito de dedicación de una iglesia, después de la unción, incensación e iluminación, y en el momento de preparar el altar para la liturgia eucarística, se adorna el altar con flores (RDBO 69); lo mismo se hace en la dedicación del altar (RDBO 54).

No se prevé explícitamente el uso de las flores en otros libros litúrgicos; pero, cuando hablan de "adornos", se puede entender como una referencia implícita. Así:

   El Jueves Santo, el Santísimo Sacramento se traslada a una capilla "debidamente adornada". En la iglesia, se "retiran los manteles del al¬tar y, si es posible, las cruces de la igle¬sia…" El Viernes Santo, "el altar debe estar totalmente despojado: sin cruz, candelabros ni mantel".

  El Directorio Litúrgico dice que "está prohibido adornar el altar con flores" en el tiempo de Cuaresma. Para el tiempo de Adviento prescribe que el altar debe "adornarse con flores, con la moderación que con¬viene al carácter propio de este tiem¬po".

  Con tan pocas indicaciones, ¿debemos entender que, en los demás tiempos y fiestas, el adorno es considerado obvio? En todo caso, en la práctica pastoral, los adornos, y principalmente las flores, forman parte de cualquier celebración, sea alegre (Misas, bautizos, casamientos...J, o triste (velorios, entierros, día de muertos...)

   Son expresión de devoción, de fiesta, de alegría. Tienen relación con el amor, la vida y la muerte. ¿No podría¬mos afirmar que tienen la capacidad de expresar, a su manera, el misterio de la vida entregada que tiene su cul-men en la muerte y resurrección de Cristo Jesús? ¿Hemos aprovechado suficientemente el potencial celebra¬tivo y teológico-espiritual de las flo¬res? Son expresión del amor esponsal, de la nueva alianza que liga a Cristo y a su Iglesia; señal de su victoria sobre la muerte y de la felicidad de la vida pas¬cual de la cual participamos.

   En la sección "Bendición de objetos que favorecen la devoción del pueblo cristiano", el RB (1139-1161) prevé la bendición de flores (por ejemplo, rosas, lirios...) y sugiere como lecturas bíblicas uno de los siguientes textos: Si 24,1.17-31; 2Cor 2,14-17; Mt6, 25-34.

En algunos lugares, se desarrolla un verdadero arte floral propio a la Iiturgia, algunos incluso adaptan principios del ikebana, el arte floral practicado principalmente por los japoneses.


2. Enraizamiento cósmico y cultural Vida cotidiana, tradiciones religiosas...

 Las flores están presentes, tanto en momentos felices como en momentos dolorosos, en la vida personal y familiar (nacimientos, aniversarios dolorosos, noviazgos, casamientos, fiestas familiares, enfermedades, velo-rios, entierros…); en la vida social (inauguraciones, homenajes, adornos en días de fiesta…).

Se usan como adornos, pero también como regalos, como expre¬sión de aprecio, consideración, cari¬ño, amor, nostalgia... Dicen más que las palabras. Consiguen despertar y expresar sentimientos tan profundos y tan diversos como alegría, satisfacción, felicidad, alivio, admiración, gra¬titud, cariño, placer, amor, vida, esperanza, sufrimiento, solidaridad, nos¬talgia, deseo de estar juntos incluso después de la muerte. Consiguen mo¬ver con nuestra sensibilidad, tocan nuestro corazón y nuestra mente y ciertamente también nuestro inconsciente.

   También en los cultos religiosos de muchas culturas, las flores tienen un papel fundamental como adorno o como ofrenda. ¡Cuántas personas llevan flores a la iglesia, las colocan en el altar, o a los pies de la cruz, o junto a la imagen del santo de su devoción, como expresión de fe, de esperanza, de amor! Muchas veces las flores usadas en la celebración son objeto de disputa, porque son llevadas a las casas, casi como un sacramento, como una especie de bendición o protección. En algunas fiestas, se esparcen "lluvias" de pétalos de rosas y otras flores. En la antigüedad cristiana, se colocaban las flores en las tumbas de los mártires y en los altares, y se pintaban en las catacumbas. Evocaban el jardín florido del paraíso.


3. En la Biblia

   Las flores son señal de la fragilidad de la vida: Sal 103, 15; 1s 40,6. Pero también de la felicidad y de la santi¬dad: Sal 72,7; Núm 17,17-23; Si 39,13-14; Stgo 1, 10; Mt 6,28-29. En la traducción de los Setenta y en la Vul¬gata, en lugar de un renuevo, nace una flor de la raíz del tronco de Jesé (cf. Is 11,1). De ahí el refrán del canto de Navidad, tan popular en Brasil: De la cepa vrotó la rama... de la rama brotó la flor...

   En el Cantar de los Cantares 2,1-2, las flores expresan el amor esponsal que une a la comunidad elegida con su Señor. El encuentro de Jesús con Ma¬ría Magdalena en la mañana de Pascua, acontece en un jardín y el Resucitado es confundido con un jardinero. ¿Será casualidad?9 El jardín fácilmente evoca el paraíso. El hombre nuevo, Jesús, y una mujer nueva, María Magdalena (representando a la comunidad), inician las relaciones de una nueva alianza, principio de un mundo renovado, convertido en jardín y en paraíso.

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(Samuel Miranda)