LA VIRGEN DE GUADALUPE Y LA HISTORIA DE  MÉXICO



   El 16 de septiembre de 1810, al llegar los insurgentes al pueblo de Atotonilco, el cura Miguel Hidalgo y Costilla, que los encabezaba, tomó la imagen de la Virgen de Guadalupe que se hallaba en la sacristía del santuario y la puso en manos de sus improvisados soldados, para que la llevara como estandarte delante de la gente que lo seguía. “De ahí vino -en palabras del propio caudillo- que los regimientos que se fueron después formando, igual que los pelotones de la plebe que se reunió, tomaran la misma imagen de Guadalupe por armas”.

   Después de la toma de Guanajuato (28 de septiembre) y de Valladolid (17 de octubre) las fuerzas insurgentes derrotaron a los realistas en el Monte de las Cruces (30 de octubre), desistieron de acercarse aún más a la Ciudad de México, regresaron hacia el Bajío y fueron derrotados y diezmadas en Aculco (7 de noviembre) por el ejército virreinal.

   Recogió el campo, por parte de los vencedores, el "justicia" Manuel Perfecto Chávez, quien halló 85 muertos, 53 heridos, cuatro fusiles, cuatro pedreros y una bandera. Ésta era el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que luego remitió el brigadier José de la Cruz al virrey Venegas por conducto de su ayudante Agustín de Iturbide.

   "También lleva dicho oficial -dice el oficio fechado en Huichapan el 7 de diciembre de 1810- el estandarte oficial de los rebeldes, que se reduce a un cuadro al óleo de la Virgen de Guadalupe con las expresiones favoritas de la insurrección. Este cuadro ha sido arrancado de un marco, según manifiesta por sus extremos". El virrey dispuso que la imagen se colocara en la parroquia de la Villa de Guadalupe, donde permaneció incluso después de consumada la Independencia.

   En 1853 el presidente Antonio López de Santa Anna mandó que el lienzo se llevara al salón de la Cámara de Diputados, pero el 12 de diciembre de ese año lo reintegró a La Villa para que se restaurase, se fijara en una tela más grande y se le pusiera marco. Una vez hechas estas operaciones, se escribió al reverso la siguiente leyenda: “Esta santa imagen fue el estandarte con que proclamó la Independencia, en el año de 1810, el señor cura Hidalgo".

   Se colocó en ésta el 12 de diciembre de 1853 con la mayor solemnidad, con asistencia del S. Arzobispo D. Lázaro de la Garza, el señor Presidente de la República, los señores ministros, el venerable Cabildo y esta Colegiata y comunidades religiosas insurgentes y corporaciones.

   La repuso (por estar muy maltratada ) el Sr. Dr. Don Mariano Orihuela, mayordomo de las limosnas que se colectan para el culto de Ma. Sma. de Guadalupe. Enero 20 de 1858. Hacia 1895, al fundarse el Museo Nacional de Artillería, se llevó la pieza a esa institución, no sin antes haber comprobado su autenticidad.

   Testificó, entre otros, Cenobio Acevedo, antiguo soldado insurgente que contaba entonces 107 años de edad. Más tarde el estandarte pasó al Museo Nacional de la calle de Moneda (en el Centro Histórico de la Ciudad de México) y de allí al Museo Nacional de Historia "Castillo de Chapultepec", donde se conserva.

   Allí también se guarda otro estandarte de tela de algodón, que tiene pintados la imagen de la Virgen de Guadalupe, los escudos de España y de la provincia franciscano de San Pedro y San Pablo de Michoacán y la leyenda "Viva María Santísima de Guadalupe". Esta pieza fue enviada por el gobierno de la República al Museo Nacional en 1830, junto con las pruebas de que había pertenecido a las fuerzas comandadas por el cura Miguel Hidalgo.

   Cuando por disposición del archiduque Maximiliano el Museo se cambió de la vieja plaza del Volador a la Casa de Moneda, se perdieron aquellos documentos, pero en 1896 varios peritos, entre ellos el pintor José María Velasco, confirmaron su carácter genuino. Este lienzo debió ser tomado por los insurgentes de alguna capilla administrada por los franciscanos.

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(Samuel Miranda)