LEÓN XI
1605 d.C.

 

   La encendida defensa de la Contrarreforma y el ser partidario de san Felipe Neri le valieron a Alejandro de Médicis el nombramiento de pontífice en 1605. Su breve pontificado se caracterizó por la gran defensa de la independencia eclesiástica respecto a Francia y la lucha contra el nepotismo. Alejandro de Médicis, será recordado más por su labor de Cardenal que de Papa, pertenecía a una rama no importante de la familia florentina, trabajo como agente del gran duque de Toscana Cosme I de Médicis y luego para el Papa Clemente VIII.

   Su trabajo consistió en mantener buenas relaciones entre Enrique IV, Roma y restablecer la paz con el rey español Felipe III, estableció una red de espías para la Santa Alianza, que se mantendría hasta el reinado de Napoleón.

   La candidatura por el nuevo Papa estaba dividida en tres facciones: la española, la francesa y la de los cardenales nombrado por el Papa. El candidato de los cardenales era César Baronio, pero habiendo criticado los métodos de la administración española en el sur de Italia, su nombre fue rechazado por el rey. Apoyado por los españoles y por los cardenales franceses, resultó elegido Alejandro de Médicis que reinó pocas semanas. La Villa Médicis, situada en el inicio de Roma, sede actual de la Academia de Francia, lleva su nombre. Había sido arzobispo de Florencia y amigo de San Felipe Neri. Su elección fue bien acogida por todos, pero falleció en un momento, precisamente, en que Europa entraba en una nueva fase de conflictos y controversias religiosas.

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(Samuel Miranda)