SAN LIBERTO DE CAMBRAI
1076 d.C.
23 de junio
Nació en Brabante,
en el seno de una familia de la aristocracia. Desde su infancia fue confiado
al obispo de Cambrai, Gerardo I; fue escolástico, preboste y archidiácono.
Al morir el obispo (1051) en calidad de preboste del capítulo catedralicio
y archidiácono de Cambrai, formó parte de la embajada encargada
de entregar al emperador Enrique III el báculo pastoral. El emperador
lo eligió a él como obispo de Cambrai (1051-1076), y Liberto
hizo el juramento de fidelidad.
Para comprender el episcopado de Liberto es necesario recordar
que el obispo de Cambrai había recibido en el 948, los derechos condales
sobre la ciudad y por tanto, en el 1007, sobre todo el condado. El era por
tanto el representante temporal del emperador, además que el jefe
de la diócesis. Liberto, como su predecesor, tuvo que luchar contra
el castellano de Cambrai, que, teóricamente, era un funcionario episcopal
y, de hecho, un señor independiente. Del mismo modo tuvo que combatir
primero a un tal Giovanni, segundo marido de Ermentrudis, viuda del castellano
de Cambrai, después contra un cierto Hugo, a quién el obispo
había protegido desde el principio.
Con ocasión de un viaje pastoral, Liberto fue hecho prisionero
por estos y mientras sus compañeros habían sido ejecutados,
él fue liberado gracias a la intervención del Conde de Flandes,
Roberto el Frisón. También el duque resultó peligroso
porque intentó adueñarse del territorio de Cambrai. Liberto,
enfermo y viejo, marchó al campamento enemigo para conseguir que el
conde levantase el asedio a la ciudad.
Edificó en su ciudad una abadía dedicada al Santo
Sepulcro. Favoreció la reforma monástica, especialmente en
Hasnon donde los monjes sustituyeron a los canónigos (1070). Pero
el episodio más importante de su vida fue la peregrinación
a Tierra Santa, viaje peligroso, el cual emprendió el viaje con una
aspiración al martirio unido al deseo de ver el Santo Sepulcro. Los
peregrinos atraversaron Hungría, Dalmacia, Grecia y llegaron a Laodicea
de Siria. Desde allí, al saber que el camino era impracticable, regresaron
a Chipre, donde fueron capturados por el gobernador de la isla; descorazonados
por las dificultades regresaron a Europa sin ver Jerusalén. Liberto
murió y fue inhumado en la abadía del Santo Sepulcro donde
se le venera.