BEATOS LUIS MAKI Y JUAN MAKI
1627 d.C.
7 de septiembre
Luis Maki y su hijo adoptivo
Juan, éste de veintisiete años, vivían en Nagasaki,
conscientes del peligro de ser cristianos, pero decididos a seguir siéndolo
en cualquier circunstancia. Y cedían de buena gana su casa para las
celebraciones religiosas y para albergar a sacerdotes.
El día 22 de julio de 1626 ambos habían invitado
al P. Tomás a que celebrara en su casa la misa de Santa María
Magdalena, y el sacerdote acudió. Fue visto por un espía que
dio el aviso a las autoridades, las cuales llegaron cuando Tomás ya
estaba disfrazado y aunque no hallaron pruebas llevaron al jesuita ante el
apóstata Feizó, uno de los subgobernadores de Nagasaki, que
lo reconoció. Tomás confesó su identidad y esto le valio
para que arrestaran también a los Maki, que fueron llevados a la terrible
prisión de Ômura, donde estuvieron trece meses. Fue quemado
vivo en Nagasaki con Luis Maki y su hijo Juan. Tomás murió
recitando el salmo: “Alabad al Señor todas las naciones” y animando
a sus compañeros. Los tres fueron beatificados por el papa Pío
IX el 7 de julio de 1867.