BEATO MANUEL BORRAS FERRE
1936 d.C.
12 de agosto
Manuel Borrás nació
en la Canonja (Tarragona) en 1880. A los 23 años recibió el
presbiterado y poco tiempo después fue notario de la curia eclesiástica
y del tribunal metropolitano de Tarragona. Desde 1905 fue subdirector diocesano
del Apostolado de la Oración y en 1910 se le nombró confesor
del Seminario Pontificio, y cuatro años más tarde, al posesionarse
de la diócesis de Solsona el doctor Vidal y Barraquer, nombra a Borrás
secretario de cámara y gobierno y poco después vicario general.
El 2 de julio de 1934, el cardenal Francisco Vidal y Barraquer
le confería la consagración episcopal a su gran colaborador,
primero en la sede de Solsona y luego en la tarraconense, y la Santa Sede
le asignó la diócesis titular de Bísica. Hombre muy
piadoso dejaba por doquier un halo de espiritualidad. Puso en marcha en Tarragona
la Adoración Nocturna y la obra de Ejercicios Parroquiales y la Acción
Católica tuvieron gran apoyo en el obispo auxiliar de Tarragona.
Los días 19 y 20 de julio de 1936 los jefes y oficiales de
la escasa guarnición, que se hallaban comprometidos con el alzamiento,
esperaron a ver como se desarrollaban los acontecimientos en Barcelona. Tras
el fracaso del general Goded en la Ciudad Condal, el teniente coronel de
Infantería Ángel Martínez-Peñalver Ferrer, procuró
mantener el orden y abortar cualquier intento de levantamiento, con lo cual
la ciudad, dominada por el Frente Popular, recobró aparentemente la
tranquilidad, que duró poco, pues días después, siguió
una ola de crímenes, incendios, profanaciones de iglesias y asesinatos
de sacerdotes, militares no adictos y civiles de derecha.
A las once de la noche del día 21, entraron en el palacio
unos agentes del comisario de la Generalidad con orden de conducir al cardenal
y al obispo al punto que ellos eligieran, con tal que no fuese en Tarragona
capital. El cardenal aceptó decidiendo como destino el monasterio
de Poblet. A los dos prelados se les acondicionó en la residencia
del presidente del Patronato de Poblet.
El 23 por la tarde un coche paró a la puerta del Patronato.
Sus ocupantes reclamaron al cardenal Vidal y Barraquer. Cumpliendo con la
consigna del Gobierno catalán, salvaron al cardenal y a su acompañante,
aunque aún tuvieron que luchar con los comités de Vimbodí
y Montblanch, ya que no querían dejarse arrebatar esa importante presa.
Monseñor Borrás, desde su despedida del cardenal sufrió
una odisea. Se acordó en el Patronato de Poblet buscarle un escondrijo
más seguro, habilitándole en un molino de la Casa Girona. El
que hasta entonces había sido valedor del prelado, lo traicionó,
informando al comité de Montblanch de la presencia en su casa del
prelado. El coche de milicianos llegó a los pocos minutos, trasladando
al obispo desde Poblet a Montblanch, recluyéndolo en una celda de
la cárcel de este último pueblo.
Curiosamente el día 24 de julio la cárcel de Montblanch
abrió una celda por la mañana para el cardenal y para Villadrich
y otra por la tarde para el obispo auxiliar. Pero a la madrugada siguiente
los emisarios de la Generalidad sacaron a Vidal y Barraquer, pidiendo éste
que le permitiesen llevar consigo a su gran colaborador monseñor Borrás,
pero no lo consintieron. Intentaron varias veces llevarse a Tarragona al
obispo Borrás para deshacerse de él.
Al final, el 12 de agosto de 1936 bajo el pretexto de tener que declarar
ante un tribunal de Tarragona, hicieron subir al obispo auxiliar en la caja
de un camión, partiendo en dirección a Valls. Se detuvieron
antes del Coll de Lilla. Le obligaron bajar a tierra y un par de descargas
de fusil acabó con su vida. Recogieron entre todos un montón
de leña seca, colocaron sobre él el cadáver boca abajo
y le prendieron fuego. Fueron beatificados 13 de octubre de 2013, durante
el pontificado de S.S. Francisco.