SANTA MARÍA JOSEFA DEL CORAZÓN
DE JESÚS
1912 d.C.
20 de marzo
María Josefa Sancho
de Guerra nació en España, en la ciudad de Vitoria el 7 de
septiembre de 1841. Sus padres eran muy cristianos, solo tuvieron dos hijas.
María Josefa quiso ser monja desde que era niña. A los 7 años
su padre Bernabé muere y años más tarde viaja a casa
de una tía a Madrid para estudiar.
A los 18 años un acceso de tifus impide que ingrese en
la orden de las Concepcionistas, pero cinco años más tarde
ingresa con las Religiosas Siervas de María, dedicadas al ministerio
de los enfermos. En esta congregación se destaca por sus grandes cualidades
y capacidad de entrega ante la epidemia del cólera que azotó
a España en 1865.
A pesar de su bondad y servicio, Maria Josefa siente una inquietud
en su alma que le llama a una mayor oración, mayor unión con
Dios y mayor vida de comunidad. Después de pedir asesoría con
el santo sacerdote P. Antonio María Claret, se siente impulsada a
iniciar una fundación nueva: Un instituto donde las religiosas atendieran
las necesidades corporales y espirituales de los desvalidos sin descuidar
su vida comunitaria y su santidad personal, un instituto donde la vida activa
se combinara con la contemplativa y comunitaria, un instituto de caridad,
amor y sacrificio. Durante la guerra civil española, nace el instituto
de Siervas de Jesús de la Caridad.
El Instituto religioso que funda con ayuda del sacerdote Don
Mariano José de Ibargüengoitia y otras cuatro religiosas, se
dedica primeramente a la asistencia de enfermos a domicilio y más
tarde se conjuga con el cuidado de enfermos y ancianos en hospitales, centros
y residencias. Funda también guarderías para niños y
asilos de ancianos. Sus primeros años es maestra de novicias y durante
toda su vida lleva el cargo de Superiora General por órdenes de Roma.
A las hermanas que se dirigian a asisitir a los enfermos les solía
decir: “No crean hermanas que la asistencia consiste solo en dar las medicinas
y la alimentación del enfermo; hay otra clase de asistencia que nunca
deben olvidar y es la del corazón, procurando acomodarse a la persona
que sufre, saliendo al encuentro de sus necesidades”
Era muy devota de la Santísima Trinidad, del Sagrado
Corazón de Jesús, de la Santísima Virgen y del Patriarca
San José. Del Corazón de Jesús, su principal devoción,
recibió los sentimientos de bondad y de amor para cuidar a los enfermos
y necesitados.
Al morir en 1912, habiendo dedicado toda su vida al cuidado
de cuerpos y almas, y estando 14 años enferma, María Josefa
del Corazón de Jesús ya había expandido la congregación
dejando 40 casas en España y una en Chile, que sería la primera
de muchas otras en América. La cruz y la dura prueba de la enfermedad
que la acompañó los últimos catorce años de su
vida terrena, la supo transformar en medio de purificación y en altar
de holocausto: “Los principales milagros de la Sierva de Jesús son:
el padecer mucho por Cristo y ser despreciada por su amor”. “Dios no quiere
en su servicio corazones ruines, sino valientes y generosos, dispuestos siempre
a sufrir algo por su amor”