SANTA MARÍA JOSEFA ROSSELLO
1880 d.C.
7 de diciembre
En Savona, de la Riviera, en
Italia, santa María Josefa (Benedicta) Rossello, virgen, que fundó
el Instituto de Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia y, confiando
solamente en Dios, se entregó con todo ahínco a procurar la
salvación de las almas (1880).
Nació en Albisola Marina (Savona) el 27 de mayo de 1811,
fue bautizada el mismo día con el nombre de Benita. Fue la cuarta hija
de una numerosa familia de diez hermanos. Benita no tuvo bienes materiales
pues sus padres (Bartolomé Rossello y María Dedone) eran modestos
alfareros, pero no faltó en ellos la gran riqueza de la fe y de la
piedad.
Desde pequeña, Benita, aprendió a modelar la
arcilla y se hizo cargo de sus hermanos menores, permitiendo así que
su madre se dedicara a sus numerosas ocupaciones.
Al finalizar su infancia se distinguió en el estudio,
en la caridad hacia los pobres y sobre todo por su gran devoción al
Crucifijo y a la Santísima Virgen.
Siendo muy joven ingresó en la tercera orden Franciscana
(probablemente antes de 1830) y sintió nacer poco a poco en su corazón
el deseo de una vida más perfecta que le permitiera con mayor facilidad
llegar a ser santa.
A los diecinueve años entró en casa de una distinguida
familia de Savona. Los Monleone la consideraron más como hija adoptiva
de un matrimonio que carecía de ellos, que como empleada doméstica
que asistía al señor enfermo.
Durante siete años permaneció en esa casa (1830-
1837) ganándose con su conducta la admiración y el afecto no
sólo de los señores sino también de los sirvientes. Cuando
la señora Monleone quedó viuda le propuso quedarse para siempre
con ella y le prometió hacerla su heredera, pero Benita rehusó.
Ella sentía la llamada de otra vocación y solicitó
ingresar en un Instituto de caridad como religiosa. Presentó su petición
al Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de las Nieves, pero se
sintió dolorosamente rechazada pues su familia siendo muy pobre no
podía darle la suma de dinero necesaria para la dote, condición
indispensable para ser aceptada.
Se sucedieron años de duras pruebas: primero murió
la mamá, al poco tiempo su segundo hermano, luego la hermana Josefina
de apenas diecisiete años y finalmente su papá; con lo que Benita
se convirtió en el principal sostén de la familia.
En 1837 respondiendo a una insistente llamada del Obispo de
la Diócesis, monseñor Agustín De Mari (1835-1640) quien
buscaba almas generosas que se dedicaran a la educación de jóvenes
pobres, Benita, a sus veintisiete años, se presentó al prelado
y ofreció sus servicios para tan noble fin.
Las dos grandes almas se entendieron de inmediato: el Obispo
se encargó de buscar un lugar y Benita de buscar compañeras
que se ofrecieran como voluntarias para iniciar la primera escuela. Al proyecto
de Benita se incorporaron Ángela y Dominga Pescio y Paulina Barla.
Las tres primeras vocaciones surgieron en Albisola. Para la
sede de la obra monseñor De Mari alquiló una modesta casa propiedad
de la "commenda" de Malta.
La fundación se realizó el 10 de agosto de 1837.
Angela Pescio, la de mayor edad, fue elegida Superiora, y a Benita se le encomendó
el cargo de maestra de novicias, vicaria y ecónoma.
Un crucifijo, una pequeña imagen de la Virgen de la
Misericordia y cinco liras formaron el capital y toda la riqueza que poseían.
El 22 de octubre de 1837 se llevó a cabo la primera toma de hábitos
y Benita recibió del Obispo el nombre de Sor María Josefa, al
tiempo que el Instituto era denominado oficialmente de las Hijas de Nuestra
señora de la Misericordia, y consagrado a la Virgen del Santuario de
Savona.
El fin principal del nuevo Instituto fue dedicarse a la instrucción
y educación de las muchachas pobres, y la asistencia a los enfermos.
Dos años después, el 2 de agosto de 1839, las
religiosas pronunciaron sus votos perpétuos. En 1840 las hermanas profesas
eran ya siete, y cuatro las novicias. En este año Sor María
Josefa fue elegida superiora por unanimidad, cargo que mantuvo durante cerca
de cuarenta años, hasta su muerte.
Una grave pérdida para el naciente Instituto fue la
muerte de Monseñor De Mari ocurrida el 14 de diciembre de 1840. El
ya había realizado un esbozo de las reglas, pero el texto definitivo
fue confiado para su compilación al Padre carmelita Inocencio Rosciano
y fue solemnemente entregado a las hermanas junto con el nuevo hábito,
el 4 de Febrero de 1846 por el nuevo Obispo de Savona Monseñor Alejandro
O. Riccardi (1841- 1866, después arzobispo de Turín).
Bajo la sabia dirección de Sor María Josefa,
el Instituto comenzó a difundirse en Liguria durante el período
de 1842- 1855. En 1856 la santa comenzó a colaborar en la obra del
rescate de los esclavos de África, a la que ya desde mucho tiempo atrás
se dedicaban dos beneméritos sacerdotes: Nicolás Olivieri (1792-
1864) y Blas Verri, y las puertas del instituto se abrieron para acoger a
grupos de muchachas negras rescatadas.
El espíritu misionero de la santa se puso de manifiesto
cuando en 1875 envió un primer grupo de quince hermanas a Buenos Aires,
Argentina.
En 1859 se concreta una nueva fundación: la casa de
la Providencia, abierta por la santa en Savona y destinada a niñas
de las clases más pobres. Su reeducación para una inserción
en la vida fue la constante preocupación de la Madre. Otras casas del
mismo estilo se abrieron en Voltri, San Ilario, Porto Maurizio (1860) y en
Albisola, donde surge la "Segunda Providencia" (1866-1867).
Diez años después, en 1869, Sor María
Josefa inició valientemente una nueva obra: el pequeño Seminario
para clérigos pobres en Savona, que ofreció a la Diócesis
excelentes sacerdotes, sin embargo le costó a la madre no pocas amarguras
por los obstáculos y la maldad de muchos hacia esta institución.
La última obra soñada y realizada después
de su muerte fue la fundación en Savona de la Casa de las Penitentes
(1880), un refugio para las jóvenes arrepentidas rescatadas de la prostitución.
Un aspecto en el cual la genialidad caritativa de la Madre
Josefa Rossello superan el simple ámbito religioso para insertarse
entre las más nobles obras de carácter social es la fundación
de las escuelas populares gratuitas, una absoluta novedad y de urgente necesidad
en aquel momento en la Liguria occidental.
La espiritualidad de la santa fue destacada en forma excepcional
por su gran confianza en la Divina Providencia, en la asistencia y protección
de San José y en su espíritu de iniciativa.
Una frase que la Madre solía repetir como lema y se
la transmitió a sus hijas fue: "EL CORAZÓN A DIOS Y LAS MANOS
AL TRABAJO".
A pesar de los múltiples problemas sirvió siempre
en los quehaceres más humildes a los necesitados, niños o a
los enfermos, con caridad paciente y perseverante.
Finalizó su laboriosa vida a los sesenta y nueve años
de edad, el 7 de diciembre de 1880 en la casa madre de Savona, a causa de
complicaciones cardíacas que habían minado su constitución
puesta a prueba duramente por su trabajo.
Murió en olor de santidad y fue sepultada en el cementerio
local. Posteriormente, en 1887 su cuerpo fue trasladado a la casa madre.
A su muerte el Instituto que fundara contaba con sesenta y
cinco casas. Hoy hay 176 casas en Italia y en América; las religiosas
son cerca de mil.
Sus fines son una respuesta al mundo de hoy: asilos de niños,
escuelas medias y elementales, colegios, horfanatos, hospitales, asistencia
en cárceles de mujeres, casas de protección a las jóvenes,
etc...
Su causa de beatificación fue introducida en Roma el
23 de julio de 1924. Fue beatificada el 6 de noviembre de 1938, tras la oportuna
investigación y el reconocimiento de dos milagros realizados a dos
religiosas del Instituto: Sor María del Espíritu Santo y Sor
Paulina Dameri.
María Josefa Rossello fue canonizada por Pío
XII el 12 de junio de 1949. En esta ocasión fueron probatorios los
milagros reconocidos de las prodigiosas curaciones de Teresa Rocchi en De
Negri y de Pietro Molinari.
La fiesta litúrgica es el 7 de diciembre. Sus reliquias
son veneradas en la capilla de la casa madre de las Hijas de nuestra Señora
de la Misericordia en Savona.