BEATA MARÍA JOSEFINA DE JESÚS
CRUCIFICADO
1948 d.C.
26 de junio
Nació en Nápoles,
en el seno de una familia de la nobleza: los marqueses Grimaldi. Desde muy
joven sintió la vocación religiosa, y tuvo que vencer las dificultades
del afecto por sus familiares y de su precaria salud. Ingreso e el monasterio
de Carmelitas Descalzas de Santa María de “Ponti Rossi” en Nápoles,
donde se destacó por su espíritu de humildad, de obediencia,
pobreza, y caridad para con todos.
Recibió como un don de Dios las enfermedades que le atacaron
progresivamente y que la llevaron al borde de la muerte, como una forma grave
tuberculosis en la espina dorsal, con dolores en las vértebras que
la paralizó completamente. Fue curada milagrosamente por una reliquia
de san Francisco Javier. No tardó en extenderse su fama por los carismas
particulares que le asistían, como los dones taumatúrgicos,
y por la curación milagrosa.
Muchos sacerdote, laicos, nobles y humildes se acercaban a ella para buscar
ayuda espiritual. A ella, no le gustaban estas visitas y por obediencia recibía
a todos y a todos les consolaba y convertía llenándoles el
corazón con una profunda paz.
Su abnegación prosiguió, también cuando
llegaron otras enfermedades, obligándola a estar en una silla de ruedas,
crucificándose con Jesús por la Iglesia y por las almas. Fue
subpriora y priora. Por obediencia y por consejo de su director espiritual,
escribió su “Autobiografía” y su “Diario”, así como
numerosas cartas y exhortaciones para las religiosas. Murió en Nápoles
después de dolorosísimas enfermedades que la dejaron ciega
y que ella ofreció, sonriente, como altar de sacrificio por las almas.
Aunque murió un 14 de marzo, su festividad litúrgica se celebra
el 26 de junio.