Mary Ward (1585 - 1645), fue una religiosa católica británica que fundó la congregación Instituto de la Bienaventurada Virgen María (IBVM), conocida en España como Madres Irlandesas o religiosas de Loreto.
Mary Ward vivió en el periodo de
conflicto entre la iglesia católica y la iglesia anglicana donde los católicos
británicos eran perseguidos. Influenciada por los Jesuitas y con el objetivo de romper
la clausura que hasta entonces mantenían las congregaciones
religiosas católicas femeninas, fundó el Instituto de la
Bienaventurada Virgen María, conocido en España comoMadres
Irlandesas y en el
Reino Unido como Loreto
Sisters. Destacó por la visión del trabajo de la
mujer en la iglesia en igualdad con los hombres, sus seguidoras lo
expresan "trabajando por el Reino de Cristo con recursos que los
varones "sabios y prudentes" no podían llegar a tolerar en
mujeres evangelizadoras". El 19
de diciembre de 2009 fue declarada venerable por Benedicto XVI.
Mary Ward nació en Mulwith cerca de Ripon, Condado de York (Inglaterra), el 23 de enero de 1585 bajo el reinado de Isabel I, en el seno de una
familia católica de la nobleza rural. Fue la hija mayor del
matrimonio formado por Marmaduke y Úrsula Ward. Los
enfrentamientos entre la iglesia católica y la anglicana, que
llevaron a la persecución de los católicos en el Reino
Unido, marcaron su juventud e influyeron en su carácter. En 1589 su padre logró
salvar a la familia de un incendio que arraso la casa familiar. El
cambio de domicilio para evitar la represión por ser
católicos marcó los años de infancia de Mary Ward.
De los cinco a los diez años vivió con sus abuelos
maternos en su hacienda de Ploughland Hall, cerca de la localidad de Welwick, al este de
Yorkshire.
En 1599, después de pasar un período con sus padres cuando volvió de Harewell, donde había residido con una lejana pariente suya, Mary Ward se trasladó a Osgodby cerca de Selby a casa de Sir Ralph Babthorpe, donde vivió unos 6 años. Rechazó varias propuestas de matrimonio, lo cual preocupaba a sus padres, y determinó que tenía vocación religiosa tomando la decisión de ingresar en un convento, para lo cual debía salir del país ya que en la anglicana Inglaterra no había conventos católicos.
Con 15 años de edad, ingreso en el convento de Clarisas en Saint-Omer (Francia), ciudad que
habían escogido anteriormente los jesuitas ingleses para
asentarse. Un año después fundaba cerca de Gravelinas una casa para las mujeres
inglesas.
Con 15 años de edad decide abandonar su país y dirigirse a la ciudad de Saint-Omer cerca de Calais, perteneciente entonces a los Países Bajos bajo dominio español, hoyFrancia. Allí se alojó en el Seminario de los jesuitas ingleses, los cuales se habían establecido en esa ciudad después de su expulsión de Inglaterra.
Por consejo de un jesuita ingresa como novicia en la Orden de Santa Clara en un convento situado cerca de la iglesia del Santo Sepulcro de Saint-Omer. Nueve meses después el Visitador General de los franciscanos le dice que no es idónea para la vida contemplativa que desarrollan los franciscanos. Mary Ward deja el convento con la convicción de fundar un convento de clarisas para inglesas (el cual subsiste en la actualidad en Darlington, Yorkshire, después del traslado a Inglaterra que realizaron durante la revolución Francesa).
El 2 de mayo de 1609 siente la convicción de realizar algo diferente a lo que había hecho hasta entonces, cosa imposible de hacer dentro de las Clarisas. En septiembre, por consejo de su confesor, deja Francia para volver a Inglaterra para desarrollar trabajos de "ayudar a las almas" (cuidado de enfermos, asistencia a los sacerdotes, etc) con la intención, por la indicación de su confesor de ingresar en la Orden del Carmelo.
En noviembre de 1609 regresa a Saint-Omer junto a otras compañeras y compran una casa en la entonces Rue Grosse, actualmente Carnot, y comienzan a educar a niñas inglesas que les eran confiadas. En 1611 había 10 monjas en la casa.
Decide organizar su comunidad bajo los modos de vida de la
Compañía de Jesús y rechazar la clausura. El plan
de Mary Ward choca con los pareceres de los Jesuitas y de sus enemigos,
incluso del gobierno inglés, que solía espiar a los
exiliados de ese país. Mary Ward se encontraba entre dos fuegos,
entre los jesuitas y los enemigos de los jesuitas, y sus pretensiones
parecían una novedad excesiva para sus contemporáneos.
En 1609 funda en Saint-Omer la comunidad religiosa "Instituto de la Bienaventurada Virgen María" que se dedica a la enseñanza de niñas, tanto ricas como pobres, enfocado a apoyar la fe católica en su patria formando a niñas inglesas. Apoya el quehacer de la congregación en virtudes religiosas y la inspira en la consigna y organización ignaciana. Solicitó al Papa Paulo V la comercialización de su sociedad, y Paulo V aplaza la decisión remitiendo nota a la comunidad donde se señala que se adapten más exactamente al derecho de los religiosos.
La organización abre centros en Lieja, Colonia, y Treveris, y Mary Ward se dedica a la formación de los miembros de la organización. El abandono de la clausura era el tema que más controversia causaba con las instituciones eclesiásticas. En la casa de Lieja se produce un movimiento para adoptar la clausura, el cual es atajado por Mary Ward sin llegar al enfrentamiento.
El día 21 de octubre de 1621 sale de Leija con destino a Roma donde llegó el 24 de diciembre con la finalidad de presentar al Papa Gregorio XV el proyecto de su instituto religioso femenino en donde no estaba contemplada la clausura. La curia de la iglesia, Papa, carenales, y el General de los Jesuitas, acogió a Mary Ward en una atmósfera cordial, pero las acusaciones del clero secular inglés, que hacían hincapié en la ausencia de la clausura, molestos por una fundación femenina de carácter jesuita, retrasaron las decisiones papales. En el tiempo de espera a la respuesta papal, Mary Ward fundó colegios en Italia, en Roma en 1622, en Nápoles en 1623, y en Perugia en 1624. Gregorio XV muere en 1623 y es sustituido por Urbano VIII, Mary Ward consiguió entrevistarse con él al año siguiente, cuyo resultado ella misma describe como "poco consolador para quien no tuviera su esperanza fundada totalmente en Dios".
Representantes del clero inglés comienzan a denominar a las seguidoras de Mary Ward como "Jesuitesas", denominación que se extiende por Roma después de que estos presentaran un memorándum en su contra al nuevo Papa.
La escuela de Roma crece rápidamente llegando a tener más de 150 alumnas, pero las condiciones económicas de la fundación son muy complicadas, aunque reciben ayudas de diferentes bienhechores napolitanos y de la Archiduquesa Isabel Clara Eugenia de Bruselas.
En 1625 el Papa ordena el cierre de las instalaciones del instituto en Italia. Este hecho fue el resultado de la comisión de cuatros cardenales que trataron la petición de Mary Ward, los cuales recalcaron que no era posible crear una congregación femenina sin clausura. Cuando Mary Ward abandona Roma en 1626, lo hace con la convicción de que son círculos muy influyentes los que se oponen a su proyecto.
En 1626 llega a Múnich (Alemania) donde es muy
bien recibida por el Príncipe
Elector Maximiliano I, quien le ofrece abrir una escuela en la ciudad.
Mary Ward abre laParadeiserhaus que a la postre
sería la más importante para la comunidad. Desde
Múnich viaja a Viena y Bratislava, donde
también abriría casas con escuela, la de Viena pronto
llegó a las 465 alumnas. En 1628 llega a Praga donde recibe el apoyo
económico de la nobleza de Bohemia (costeando un colegio y el
coste de 30 monjas). En esta ciudad Mary Ward es de nuevo objeto de
disputa y utilizada contra los jesuitas por sus enemigos. Los Nuncios
de Praga se quejan a Roma por las negociaciones y acciones que Mary
Ward estaba realizando en Praga, y la Curia romana la califica de
peligrosa. Ella suma para su causa a dos valedores relevantes, al
Emperador y al Príncipe Elector.
En julio de 1628, la Congregación de Propaganda bajo la presidencia del Papa Urbano VIII, decreta la suspensión de todas las casas Instituto por el hecho de no aceptar la clausura. El 2 de enero de 1629 sale hacia Roma con objeto de interceder ante el Papa y salvar su obra. Llega en febrero, solicita audiencia papal en marzo, y es recibida por Urbano VIII en junio. El resultado de las audiencias con el Papa y cardenales parecen ser positivos, y Mary Ward estima que el Papa está de parte de mantener su obra y así se lo hace saber por carta el 6 de abril de 1630 a sus compañeras de Múnich. La carta es intervenida y sirve para mostrar a Mary Ward como sospechosa de rebelión, herejía, y desobediencia.
La acusación llega a la Congregación de Propaganda Fide, y de allí a la Inquisición que dicta auto de prisión. El 7 de febrero de 1631 se encarcela a Mary Ward en el convento de las clarisas de Anger, acusada de herejía, de cisma y de rebelión.
Mediante métodos de escritura oculta se comunica con las compañeras del Instituto en el exterior (las cartas escritas por Mary Ward se conservan actualmente) en los cuales hay instrucciones a sus compañeras para dirigirse a la Curia romana, y también para sus aliados, el Príncipe Elector y su esposa.
Es citada en Roma a donde acude ya enferma con fuertes dolores causados por un cólico nefrítico. Llega en marzo y rechaza un escrito que le dan a firmar para poder recibir los últimos Sacramentos (su estado de salud era muy precario), redactando ella misma otro donde expone su fidelidad hacia el Papa y la Iglesia, y defiende su inocencia. Recibió los últimos Sacramentos en el convento de Anger, pero llega a sanar y restablecerse volviendo a Paradeiserhaus el 14 de abril de 1630.
El 13 de enero de 1631, Urbano VIII dicta la bula de Pastoralis Romani Pontificis, en la que suspende radicalmente el Instituto y lo hace con una rudeza relevante que se achaca a que sirviera de ejemplo para atajar a otras organizaciones similares, "Jesuitesas", que habían surgido en Bélgica y en la zona del Rin.
En octubre de 1631 Mary Ward emprende
viaje a Roma, donde tiene dificultades para llegar debido a la epidemia
de peste que afectaba a los Estados Pontificios. Tras
llegar a Roma es recibida por el Papa y los cardenales sin que se le
realizara ningún proceso formal (al menos no hay constancia de
ello).
El Santo Oficio declaró que Mary Ward estaba limpia de toda sospecha contra la fe, y durante su estancia en Roma vivió con las compañeras de la congregación, aún en contra de la bula de supresión. Mientras Mary Ward estaba en Roma, Múnich se vio sitiada por las tropas suecas. Se temía que las monjas tuvieran que abandonar su casa de Paradeiserhaus y dirigirse al Tirol, pero la epidemia de peste asoló la ciudad y las monjas pudieron permanecer allí recibiendo la ayuda de Maximiliano I. Maximiliano permitió que la obra se mantuviera en sus dominios aprovechando que la bula no mencionaba la educación, tarea principal a la que las monjas se dedicaban.
Durante su estancia en Roma la aquejaron muchos problemas de salud. Por orden del Vaticano no podía salir de la ciudad sin permiso papal, permiso que le fue negado incluso para salir a realizar curas de agua fuera de Roma. Aún cuando desde la Curia vaticana se afirmaba que "tenía todas las seguridades sobre su libertad y sobre la paternal benevolencia del Papa; y no había ninguna sospecha contra ella" en realidad estaba cautiva y vigilada.
En noviembre de 1634, después de pasar
una temporada en un balneario de Umbría realizando curas, pide de
nuevo audiencia a Urbano VIII, en la cual el papa le da
garantías de su fidelidad. Su enfermedad va en aumento y en
diciembre de 1636 tiene una recaída que va empeorando hasta el
punto que el 30 de julio de 1637 recibe los Últimos Sacramentos.
Con una leve mejora obtiene permiso papal para realizar una cura de
aguas en el balneario de Spa (actual Bélgica). Ya con el
favor del Papa Mary Ward abandona Roma en 10 de septiembre de 1637 camino a la ciudad
balnearia.
El 20 de mayo de 1639 regresa a Inglaterra
después de 33 años de haber salido por primera vez del
país. Se establece en Londres y proyecta abrir un colegio
en la ciudad, cosa que no se pudo realizar. En 1642 tiene que abandonar
Londres por motivo de la guerra civil, y se establece en la ciudad de
York en Yorkshire,
en donde realiza labores de ayuda durante la guerra civil. Muere en su
casa de York el 30
de enero de 1645.
Mary Ward fue una adelantada a su tiempo. Su actitud para el trabajo de la mujer dentro de la iglesia católica fue relevante y su obra, con la fundación de la congregación del Instituto de la Bienaventurada Virgen María y el desarrollo que esta tuvo en la educación de las niñas fue un avance para la mujer en aquel tiempo. Influida por las enseñanzas de Ignacio de Loyola basó su congregación en tres "gracias":
La labor realizada por el Instituto de la Bienaventurada Virgen María constituyó una hito relevante en la educación, en general y de la mujer en particular. Fue creadora del concepto de nuevos estilos de formación humana y de progreso de la persona según las necesidades de los tiempos, de una formación interclasista e integra, adaptada a las necesidades de las personas y del lugar.
La visión emprendedora de Mary Ward y de su congregación llevó a que en 1631 el Papa Urbano VIII suspendiera la obra y que sus miembros fueran perseguidos por lainquisición, manteniéndose activo muy en precario a lo largo de los siglos XVII y XVIII y extendiéndose por Europa y el mundo posteriormente llegando, en el siglo XXI a tener presencia en 21 países con diferentes centros y actividades destacando las formativas y las dirigidas a la mujer.
Tras la muerte de Mary Ward su obra
quedó muy dañada, ella estaba convencida que había
sido víctima de un engaño y nunca abandonó su Obra
que se quedó latente tras su fallecimiento. En 1650 un grupo de monjas inglesas
fieles a mary Ward se establece en París, también
sobrevivieron los grupos de Roma y, especialmente, el de Paradiserhaus
de Múnich en donde se mantenía la actividad docente y
religiosa. Estas comunidades carecían del respaldo de la
jerarquía eclesiástica hasta que el 1680 los obispos de Augsburgo y
de Freising toman bajo su protección a las casas de Augsburgo y Múnich
respectivamente.
En el año 1703 se aprueban las 81 Reglas pero se niega la aprobación del Instituto de la Bienaventurada Virgen María. Durante los últimos años del siglo XVII se realizan diferentes fundaciones de casas y colegios en diversos lugares incluso en York, fundaciones que se realizarían también en 1701 (Mindelheim) y 1706 (Santo Pólten). En 1698 se nombra a la primera Superiora Suprema (nombre que se da hasta que fue reconocida como Superiora General por el vaticano).
El Instituto pasa por varias denominaciones que no van cuajando, "Vírgenes Inglesas", "Damas Inglesas", todas ellas lejos de la deseada por la fundadora, "Compañía de Jesús". A mediados del siglo VXIII se le empieza a denominar "Instituto Santa María".
Las Superioras Supremas de la Orden mantenían su sede en el centro de Paradeiserhaus, en Múnich lo que en 1743 disgusta al obispo de Augsburgo, Joseph von Hessen-Darmstadt, quien no quería ver dos casas de su diócesis, Augsburgo y Mindelheim, bajo la jurisdicción de una Superiora residente fuera de su propia diócesis. Francisca Hauser fue nombrada Superiora mientras residía en la casa de Merano y al haber sido miembro de la casa de Augsburgo esta reclamo para si la residencia de la Superiora, el conflicto se tuvo que resolver por decisión papal.
El Papa Benedicto XIV en la Constitución "Quamvis iusto" dictamina que era de la Superiora General de quien deben de depender las casas de las diferentes diócesis. También reconoce la Obra y nombra "Superiora General" a Francisca Hauser. Benedicto XIV da luz verde a la Obra de Mary Ward pero prohíbe que se reconozca a Mary Ward como su fundadora, artificio que utilizó para no contradecir la bula de supresión de Urbano VIII. Esto relegó al olvido por algún tiempo a Mary Ward dentro de su propia obra.
El Instituto se fue extendiendo durante ese tiempo llegando a Rumanía y a la India. En la segunda mitad del siglo XIX se produce un movimiento de curas católicos ingleses en torno a la figura de Mary Ward y su labor. Fruto de este esfuerzo, fue la rehabilitación de la figura de Mary Ward y la aprobación integra y oficial de su obra por parte del Vaticano. En 1877 se reconoce el Instituto por parte de la Iglesia y el Papa Pío X rehabilita a Mary Ward íntegramente. Pero habría que esperar hasta 1978 para que el objetivo de Mary Ward fuera alcanzado, las Constituciones de San Ignacio solo serían conseguidas para el Instituto después del Concilio Vaticano II.