SAN MARTÍN DE FINOJOSA
1213 d.C.
5 de mayo
D. Miguel Muñoz de
Finojosa y su esposa Dª Sancha Gómez, de abolengo ilustre y familia
nobilísima, fueron los padres de Martín de Finojosa, que nació
en la segunda mitad del siglo XII y que llegaría a ocupar la Sede
de Sigüenza desde 1186 a 1192.
Nació Martín en Deza hacia el año 1140.
A los 18 años de edad tomó el hábito religioso en Cántabos,
en la Orden Cisterciense, donde hizo su noviciado, trasladándose después
al monasterio de Santa María de Huerta. A los veintiséis años
de edad fue nombrado Abad de este Monasterio.
Vacante la silla episcopal de Sigüenza, tras haber muerto
su obispo D. Gonzalo, fue nombrado para sucederle el santo Abad de Huerta
Fray Martín de Finojosa que brilló en esta Sede con enorme
virtudes. De profunda humildad, renunció al Obispado seguntino para
retirarse a vivir ocultamente entre sus amados monjes de Huerta, donde sobrevivió
todavía veintiún años. Al regresar de un viaje al Monasterio
de la Oliva, murió en Subdosa (hoy Sotoca) a los setenta y tres años
de edad.
El R. P. Crisóstomo Henríquez, cronista general
de los Cistercienses en el Monologio de la Orden afirma: «En España,
San Martín, Abad de Huerta y Obispo de Sigüenza, que con evidentes
señales de virtudes mostró desde su niñez indicios de
santidad, y conservando incorrupta la integridad de su alma y de su cuerpo,
resplandeció en espíritu profético y varios milagros.
Después de haber regido la Iglesia seguntina por espacio de siete
años, anhelando la quietud de la soledad, dejando el Obispado, volvió
a su propio Monasterio donde hizo vida angelical hasta los setenta y tres
años. Al regreso de una visita que hizo al Monasterio de Oliva, murió
piadosamente en el camino, habiendo conocido algunos días antes, por
revelación divina, que estaba muy próxima su muerte. Exhaló
su cuerpo olor suavísimo y celestial que se difundió por toda
la casa, notándose allí durante muchos días. El instante
de su fallecimiento fue divinamente conocido por los monjes de Huerta, quienes
llevaron el sagrado cuerpo sepultándole honoríficamente en
el Monasterio. En su sepulcro se han verificado varios milagros».