La bóveda de la Capilla
Sixtina es un conjunto de pinturas al fresco realizadas para decorar la bóveda
de la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano (Roma). Fue pintada entre
1508 y 1512 por Miguel Ángel y es una de las obras pictóricas
más complejas y más bellas de toda la historia del arte, encargada
por el papa Julio II para sustituir la pintura que había en aquel
momento a base de un fondo azul con estrellas doradas, que había sido
realizada por Piero Matteo d'Amelia, según la tradición de
los templos paleocristianos.
En la bóveda de cañón rebajada, el artista
diseñó una complicada arquitectura simulada donde incluyó
el desarrollo de historias del Génesis, narradas desde el extremo
del altar hasta la puerta de entrada de la capilla en más de 500m2
de espacio. Desde 1508 hasta el otoño de 1512 Miguel Ángel
trabajó solo en su realización, sin ayudantes. El 1 de noviembre
de 1512 se celebró la primera misa en la capilla, después de
acabada la pintura de la bóveda.
Por recomendación del arquitecto Giuliano da Sangallo
en el año 1505, Julio II llamó a Roma al escultor Miguel Ángel
para hacerle la propuesta de la realización de su tumba; presentó
el artista un magnífico mausoleo, que una vez aceptado por el papa,
marchó a Carrara para escoger los mármoles necesarios. Mientras
en el Vaticano se encontraba Bramante, que había sucedido en el cargo
de arquitecto a Sangallo, empieza su trama contra Miguel Ángel y convence
al papa que no debe construir una tumba para un vivo, el papa renuncia de
momento y sin consultar a Miguel Ángel, decidió que sería
él quien decorara la bóveda de la capilla Sixtina. Sus enemigos,
Bramante al frente, pensaron que no podría llevarla a buen término
y que así perdería el prestigio alcanzado. Miguel Ángel,
al enterarse y ofendido por no querer ser recibido por el papa, huyó
a Florencia, finalmente después de varios requerimientos papales,
se encuentra con él en Bolonia, donde realizó una estatua de
Julio II en bronce, regresó a Roma y firmó el contrato para
la decoración al fresco de la bóveda de la capilla Sixtina
el 10 de mayo de 1508.
Cerca de un año pasó Miguel Ángel realizando
esbozos y preparando el encargo de Julio II que se convertiría en
una de las creaciones más impresionantes del arte occidental. Se puede
hacer una idea de este proyecto en los dibujos preparatorios guardados en
el Museo Británico de Londres. La decoración de la bóveda,
por deseo de Julio II, había de ser con las figuras de los doce apóstoles
y en el centro la bóveda estaría llena de adornos según
costumbre de la época. Ya en la primera idea esbozada por Miguel Ángel
se observa la compleja articulación de una arquitectura simulada para
encajar las figuras. Según una carta de Buonarroti, dirigida a su
amigo Fatteschi, sobre Julio II: ...cuando había hecho algunos dibujos,
me pareció que resultaría cosa pobre; por lo que me dio otro
encargo, de incluir las historias de más abajo y me dijo que hiciera
en la bóveda lo que quisiera.
Las relaciones entre Julio II y Miguel Ángel fueron de
discusiones constantes, pero siempre con la admiración mutua que sentían
el uno por el otro. No era normal en aquellos tiempos, el hecho que el comitente
dejara plena libertad para escoger el tema y menos si de un papa se trataba.
Seguramente fue por la confianza que tenía, no solamente en la capacidad
artística, sino también en la gran cultura y en las cualidades
de hombre de ideas, junto a la gran fama que ya había conseguido Miguel
Ángel.
El tema escogido, con interpretación neoplatónica,
es la historia del mundo y de la humanidad antes de la venida de Cristo.
Aunque la narración empieza del altar hasta la entrada, Miguel Ángel
empezó el trabajo desde la pared de la entrada hasta el fondo del
altar. Cuatro años pasó el artista afrontando grandes dificultades,
a causa de la inexperiencia del pintor con la técnica de la pintura
al fresco, cuando tenía pintada una parte de la bóveda se cubrieron
los frescos con una capa blanca de sales, por lo que tuvo que recurrir a
los consejos de Giuliano da Sangallo y de Francesco Granacci.6 Tuvo que montar
otra vez los andamios y además pasó dificultades económicas
por falta de pago, como se tiene noticia por la carta que dirigió
a su hermano el 18 de septiembre de 1512: ...que yo no tengo ni un grosso
y estoy, puede decirse que, descalzo y desnudo, y no puedo recibir lo que
aún falta que me paguen mientras no haya terminado la obra; y padezco
grandiosas privaciones y fatigas.
Vasari dice que desde la pintura de la bóveda, realizada
tendido sobre el andamio, cayéndole pintura por encima, Miguel Ángel,
tenía dificultades con sus ojos. Cuando acabó la obra, el propio
pintor contó en clave humorística en un soneto dirigido a su
amigo Giovanni da Pistoia, en qué condiciones había tenido
que realizarla. Este soneto se conserva en la Casa Buonarroti.
De afanarme en este trabajo me he ganado un bocio como las paperas
que les produce el agua a los gatos de Lombardía... Los lomos se me
han hundido en la panza, hago del culo, para contrapeso, grupa, y, perdidos
los ojos, doy pasos en falso. Por delante se me alarga la pelleja, y, al
inclinarme hacia atrás, se me rejunta de tal modo que quedo tenso
como arco sirio. Con ello, mis juicios resultan erróneos y extravagantes,
pues mal se puede apuntar y disparar con cerbatana torcida. Defiende tú
ahora, mi muerta pintura y mi honor, pues ni éste se halla en buen
lugar, ni soy yo pintor.
Entre los estudios realizados para las sibilas, destaca los
de la Sibila libia del año 1511 y conservados en el Metropolitan Museum
of Art de Nueva York, pertenece a una fase avanzada pero no la definitiva,
pues la figura aparece desnuda, con un torso muy musculoso que parece viril,
además el antebrazo izquierdo acabará en la pintura, más
abajo que en el dibujo y el torso ganará en inclinación, en
el reverso de este mismo dibujo hay un estudio sobre la posición de
las piernas.
Los relieves de Jacobo della Quercia en la portada principal
de la iglesia de San Petronio en Bolonia realizados entre 1425 y 1438, con
numerosas escenas del Génesis, incluyendo "La Creación de Adán"
y la "Creación de Eva" pudieron servir de inspiración a Miguel
Ángel, teniendo en cuenta que el artista vivió en Bolonia en
1507 mientras trabajaba en la estatua de bronce de Julio II.
El techo de la Capilla Sixtina está dividido en varias
secciones, que los elementos arquitectónicos simulados consiguen multiplicar
los marcos de la bóveda y separan las nueve escenas del Génesis
que son las que reciben mayor atención gracias a su complejidad, sobre
los lunetos de las ventanas y las enjutas laterales es donde están
los antepasados de Cristo, los triángulos donde se encuentran los
tronos de los Profetas y las Sibilas y finalmente las enjutas de las esquinas
o pechinas donde están las cuatro historias clave de la Salvación
del pueblo de Dios (Israel).
Se le da una semblanza gótica a la estructura de la bóveda,
pero Miguel Ángel no hizo ninguna crucería diagonal, solamente
los triángulos podrían recordar en algo al estilo gótico,
de hecho, se parece más a una nave central de un salón romano
o también de un templo románico, organizado en tramos transversales.
Las 9 historias del Génesis
Estas escenas ocupan el área central de la bóveda
y atraen la mayor atención del público. En esta sección
rectangular se encuentran narradas nueve escenas del Génesis, pudiendo
agruparse en trípticos: las tres primeras historias desde el altar
hablan de la Creación del Mundo; las tres siguientes, de la Creación
del Hombre y de su expulsión del Paraíso; y, las tres últimas,
ilustran la historia de Noé. Algo raro en el orden de los frescos
es que al entrar a la capilla por la puerta principal, la primera escena
que vemos pintada es la de La embriaguez de Noé, en otras palabras,
las escenas están pintadas en el orden inverso.
Las escenas son las siguientes:
1. La Embriaguez de Noé (Génesis IX, 23). Se observa a Noé
embriagado y dormido, Cam avisa a sus hermanos Sem y Jafet, que con su manto
tapa la desnudez de su padre. El aspecto escultural de las figuras y su aptitud
clásica revelan la influencia de los relieves antiguos.
2. El Diluvio Universal (Génesis VII, 18). El pintor
representó la escena con un gran dramatismo, se aprecia en los rostros
la angustia y el horror delante de la furia de los elementos, según
Ascanio Condivi, primer biógrafo de Miguel Ángel, esta fue
la primera escena que pintó en la bóveda, las dificultades
que pasó con la pintura le hicieron decidir trabajar solo, sin ayudantes.
Las figuras en posiciones diversas muestran violentos escorzos.
3. El Sacrificio de Noé (Génesis
VIII, 20). Esta escena es la más académica, con un gran ritmo
de composición y con una perspectiva rigurosa que se resalta con la
posición en esquina del altar del sacrificio, las figuras están
ordenadas dentro de una geometría ovalada.
4. Caída del Hombre, pecado original y expulsión del Paraíso
(Génesis II, 4). Desde esta zona se encuentra la segunda fase de la
pintura, así se cree que una vez retirados los andamios Miguel Ángel
pudo contemplar desde la distancia el efecto de sus pinturas, y en consecuencia,
se ve un aumento en la medida de las figuras, así como la disminución
del número, naturalmente también es la necesidad ilustrativa
en las siguientes escenas para las historias que cuenta. Esta escena corresponde
a dos narraciones el pecado original y la expulsión del Paraíso,
con un equilibrio perfecto y una torsión de las figuras en contrapposto,
aquí se ve una clara alusión a Masaccio en comparación
con su pintura Los primeros Padres.
5. Creación de Eva (Génesis II, 21: Entonces
Yahvé Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán y,
mientras este dormía, tomó una de sus costillas y cerró
la carne en su lugar). Del costado de Adán surge Eva con las manos
en posición de rezar a Dios, su creador. La desnudez de Eva carece
de seducción, el cuerpo presenta una gran pesadez y el rostro está
realizado con trazos gruesos pareciéndose a una matrona romana, mientras
Adán se muestra con un rostro tranquilo y con una sensación
de dulzura en su sueño. Como modelo para esta representación
el artista se inspiró en las esculturas que había visto en
el año 1494, realizadas por Jacopo della Quercia para la puerta Magna
de la Basílica de San Petronio de Bolonia. Se puede observar en este
fresco la simbología de los cuatro elementos, en el suelo rocoso,
la tierra, en el fondo una superficie de agua azul, el aire en toda la pintura
y finalmente el fuego en el color rojo de la túnica de Dios.
6. La creación de Adán (Génesis I, 26: Entonces dijo
Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza).
Nadie como Miguel Ángel había sabido plasmar la creación
de la vida humana con tanta sencillez y fuerza este misterio, la feliz idea
de transmisión por contacto de los dedos, como si fuera un punto de
electricidad, según Ernst Gombrich es: "uno de los más grandes
milagros del arte".
La inspiración de Miguel
Ángel pudo venir del himno medieval Veni Creator Spiritus donde se
pide que el dedo de la mano paterna derecha (digitus paternae dexterae) de
a los fieles, amor y corazón. Existe un contraste entre la estructura
esférica del manto que envuelve al Creador con todos los ángeles
y el alargar la línea de su cuerpo hacia Adán, rebosando energía
y una dinámica violenta. Adán en cambio, muestra una soberbia
belleza con unas formas armónicas e indolentes dando la mano para
encontrar la vida.
Creación del sol y las plantas.
7. Separación de las aguas y la tierra (Génesis I, 9). Aquí
representó a Dios volando con los dos brazos extendidos para mostrar
la energía en sus manos y dando orden para la separación de
las aguas y la tierra.
8. Creación de los astros y las plantas (Génesis I, 4). En
este tramo, se representan el tercer y cuarto día de la creación,
la figura de Dios de espaldas crea la plantas y el lado de frente con un
gesto poderoso crea los astros, la doble presencia quizás alude a
la omnipresencia del Creador.
9. Separación de la luz de la oscuridad (Génesis I, 4). Con
una gran originalidad en el escorzo, las dos manos separan la noche del día,
como si fuese un atlante, Dios, soporta el peso del cosmos. Se alternan en
estas escenas algunos desnudos masculinos llamados ignudi los cuales dan
un toque sensual a la obra, y algunos medallones que representan otros momentos
en la historia de la Biblia, pintados como si tuviesen un grabado imitando
el bronce. El tamaño de los frescos es distinto. La primera pintura
es pequeña y está enmarcada por cuatro ignudi y dos medallones
de bronce donde se muestra el esbozo de una escena.
La segunda se representa en el mismo espacio que la anterior
pero esta vez, también sobre lo que sería el marco de los desnudos
y los medallones, por lo que esta escena es más grande que la anterior.
Y así se alternan las escenas, una pequeña, y luego una grande.
Otra cuestión fue que Miguel Ángel pintó
la escena del Sacrificio de Noé antes del Diluvio, cuando se sabe
que el Sacrificio que hizo fue precisamente para dar gracias a Dios por haberse
salvado del Diluvio y porque este hubiese terminado. Esto lo hizo probablemente,
porque el espacio grande necesitaba ser usado por el Diluvio para resaltar
este aspecto.
Los adolescentes desnudos representan las anillas entre el hombre
y lo divino, son la equivalencia de los ángeles de la tradición
cristiana y el de los amores de la tradición platónica. Según
la iconografía los ignudi pueden representar los putti del siglo XV,
ya que los putti acostumbraban a tener la misión de sostener blasones,
es decir, los medallones que ahora sostienen los desnudos de Miguel Ángel.
Los realizó con potentes anatomías y todos presentan
una actitud diferentes, con gran variedad en el juego de brazos y piernas,
se inclinan hacia atrás o hacia delante en una libertad total, con
una clara relación de los conceptos platónicos de la Belleza
y de Eros, se le ha dado una interpretación de símbolo sensual
o de una esclavitud.
Las pequeñas escenas bíblicas mostradas en los
diez escudos circulares sostenidos por los ignudi, pintados para parecerse
al bronce y con pan de oro. Cada uno de ellos está decorado con un
cuadro extraído del Antiguo Testamento o Libro de los Macabeos. El
tema en casi todos los casos es de los más vergonzosos episodios bíblicos,
con la única excepción del de Elías que se elevó
al cielo en un carro de fuego, dejando a Eliseo en un estado de desesperación.
Muerte de Urías.
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Detalle de Destrucción de la imagen de Baal.
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En cuatro de los cinco medallones más acabados, el espacio
está lleno de cifras. La aplicación del oro sirve para limitar
los frescos. En algunos frescos realizados por Perugino también se
había empleado el pan de oro para destacar los pliegues de las túnicas,
Miguel Ángel los empleó en los medallones quizás inspirado
en los que aparecen en un arco triunfal romano de un episodio de Moisés
realizado por Botticelli.
La técnica que usó es inusual en fresco, y puede
ser original en su empleo a esta escala, pero no es única. Utilizó
la misma técnica que se empleó para decorar escudos en desfiles
(una serie de escudos decorados por esta técnica se muestran en el
Victoria and Albert Museum, Londres). El color (en este caso rayado en ocre
rojo con negro) consigue los tonos medios de la composición. Los bordes
de la sombra están pintados a continuación, o más bien,
dibujados con un pincel de una manera muy lineal que define los contornos
de las formas. Destaca la luminosidad de los colores y contornos que, por
lo general se dibuja con tiza blanca o finamente pintados en pintura blanca.
Pero en este caso, el pan de oro sustituyó a la pintura blanca y se
aplicó exactamente como si se hubiera basado en el mismo método
de definición de contorno como el negro de líneas.
Los diez medallones imitando bronce que sostienen los ignudi representan
las escenas siguientes:
Sacrificio de Abraham, (Génesis XXII, 9)
Destrucción de la imagen de Baal, (II Reyes X,25)
Exterminio de la tribu de Acab, (II Reyes X,17)
Muerte de Urías, (II Samuel XI, 24)
Natán y David, (II Samuel XII, 17)
Muerte de Absalom, (II Samuel, XVIII)
Joab da muerte a Abner, (II Samuel III, 27)
Muerte de Joram, hijo de Acab (II Reyes IX, 21)
Elías sobre el carro de fuego, (II Reyes II
Incompleto.
PECHINAS
También están las escenas de las pechinas de las
esquinas las cuales podrían resumirse en los cuatro momentos decisivos
de la salvación del pueblo de Israel. Son cuatro historias del Antiguo
Testamento que marcaron el destino de Israel y de todo el pueblo de Dios.
La serpiente de bronce. En la ejecución de esta pintura
se advierten resonancias de la impresión que le causó a Miguel
Ángel la visión del Laocoonte y sus hijos, escultura encontrada
en Roma el año 1506. La historia narra cuando en el éxodo del
pueblo judío, tuvieron el ataque de una plaga de serpientes, Moisés
intercedió delante de Dios para salvarlos, y Dios mandó la
realización de una serpiente de bronce colgada en un palo, diciéndole:
"Toda persona que haya sido mordida y la mire vivirá".
David y Goliat. Se muestra el momento de la decapitación
por parte de David con la espada de Goliat, la figura del gigante se realizó
con un escorzo muy forzado, que refuerza el momento tan dramático,
con el contraste que ofrece la pintura blanca de la tienda de campaña
colocada en el fondo de la composición.
El castigo de Amán. Pertenece también este grupo
a la salvación de Israel, concentra un gran dramatismo con el desnudo
en el centro de la escena, que es el equivalente a los Cautivos de la tumba
de Julio II. La historia explica que Ester, una judía fue proclamada
reina de Persia por el rey Asuero, mientras Amán, su primer ministro,
intentó destruir el pueblo judío, cosa que impidió Ester,
y Amán fue crucificado.
Judit y Holofernes. Este episodio lo narró en tres escenas,
en la parte izquierda un guardia se encuentra dormido, en la derecha se ve
la figura de Holofernes yacente decapitado y en la parte central las figuras
de Judit con su sirvienta vestida de color amarillo representativo de la
Iglesia, por contraste con el color blanco de Judit símbolo de la
pureza. Están cubriendo con una tela la cabeza de Holofernes, que
transportan en una bandeja, (el rostro de la cual se dice que es un autorretrato
del propio Miguel Ángel).
PROFETAS Y SIBILAS
La representación de los Profetas del Antiguo Testamento
y las Sibilas, ocupan, los espacios triangulares y son las figuras más
grandes del conjunto de la obra de la bóveda, las sibilas y los profetas
se enmarcan en la visión del anuncio del Mesías, encarnando
las esperanzas de la humanidad cristiana. Todos están sentados en
grandes tronos de mármol y entre 2 pilares con 2 columnillas de oro
cada uno. En los pilares de mármol están pintadas esculturas
simuladas de pequeños amorcillos desnudos. Debajo de los profetas
aparece el nombre en latín de cada uno. Los profetas hebreos representan
la preparación de la nueva era espiritual. Las sibilas entraron a
forman parte de la iconografía cristiana en la Edad Media. Miguel
Ángel se remitió al libro Espejo histórico de Vincent
de Beauvais, perteneciente a su obra Speculum Majus, donde las incluyó
en el arte sagrado. Desde el siglo XVI están cada vez más representadas
en la pintura italiana.
Jonás. La figura de Jonás, se encuentra representada sobre
el altar, acompañado por la ballena, tiene un movimiento más
grande que cualquier otra figura, ultrapasado el lugar asignado.
Sibila Líbica. Esta sibila era la sacerdotisa del oráculo de
Zeus en el desierto de Libia. Según el historiador Freedberg es entre
todas la que:
tiene más a un arquetipo de belleza constituido por la belleza física
y la postura formal [...] Hay que considerarla como el desarrollo en sentido
específico de una de las ideas, la de la belleza formal, que en otro
lugar de la bóveda [...] habían aparecido como uno de los elementos
de la serie que componían el sintético conjunto de una madura
imagen clásica.
Daniel. El profeta Daniel, joven, se encuentra en actitud de escribir mientras
aguanta el libro un pequeño putto.
Sibila Cumana. La ancianidad de la sibila de Cumas, con una
postura solemne y miembros robustos armoniza con las representaciones de
las figuras de los profetas, consiguiendo el suavizado y el equilibrio plástico
con los tonos matizados del amarillo y el violeta junto con el monocromo
del fondo. De la sibila de Cumas, dicen, que vivió nueve vidas humanas
de ciento diez años cada una, concedidas por Apolo, cuando la sibila
le pidió el deseo de vivir tantos años como granos de arenas
cupiesen en su mano. Apolo se lo concedió, pero no la juventud, así
que envejeció tanto que la pusieron dentro de una jaula en el templo
de Apolo de Cumas. Por esta razón Miguel Ángel, la pinto como
una vieja; también se puede ver uno de los ángeles colocado
a su lado dándole un libro, esto alude a la tradición, según
la cual, la sibila ofreció nueve libros proféticos al rey Lucio
Tarquinio el Soberbio, por un alto precio, al no aceptar el rey esta cantidad,
la sibila fue quemando los libros hasta que sólo le quedaban tres,
fue entonces cuando el rey acepto pagar por ellos la cantidad inicial. Los
libros sibilinos, fueron llevados al templo de Júpiter, donde permanecieron
hasta el año 83 a. C. que fueron destruidos por un incendio.
Isaías. Isaías se apoya en su libro, inclinado sobre la visión
de las cosas divinas, él ha visto el triunfo del pueblo israelita,
la liberación de Babilonia y la llegada de Cristo.
Sibila Délfica. Se aprecia en su rostro una alternativa
propia del manierismo que contrapone la serenidad clásica de la sibila
de Cumas con la nueva sensibilidad más femenina representada por esta
sibila, que es una de las figuras femeninas más bellas pintadas por
Miguel Ángel, y para ella recurrió a la composición
helicoidal formada por la torsión del cuerpo hacia la izquierda mientras
la cabeza junto con la mirada gira en sentido contrario.
Zacarías. Considerado uno de los profetas menores, está
representado como un anciano con grandes barbas blancas y leyendo un libro.
Según Vasari el profeta parece "buscar alguna cosa que no encuentra
en el libro". La postura de Zacarías permite que se vean los dos angelotes
asomados para ver las Escrituras.
Joel. La figura de este profeta se hace solemne por su penetrante
mirar y la gran concentración hacia el rollo desplegado.
Sibila Eritrea. Nombrada también sibila Herófila,
se dice que fue la adivinadora de la Guerra de Troya, y que realizó
composiciones poéticas con acrósticos sobre hojas de palmera.
Está representada como una mujer joven y se encuentra sentada girando
su cuerpo hacia un libro. Continuó el pintor realizando las figuras
femeninas con aire viril y fuertes volúmenes, el ángel del
fondo se encuentra sosteniendo una antorcha que simboliza la iluminación
de la inspiración.
Ezequiel. Representado como un anciano corpulento que está
hablando con el joven que se encuentra a su lado, el punto de mira de la
composición se centra en la mano abierta de Ezequiel. El color rojo
de la túnica proporciona el efecto de un cuerpo vigoroso a pesar de
la edad que representa.
Sibila Pérsica. Resalta particularmente de esta sibila
el cuerpo atlético y la actitud de estatua junto con el efecto de
contraluz de su cabeza, el perfil de la cual en la sombra contrasta con la
claridad de su ropaje, la representa como una mujer anciana enmarcada dentro
de una composición circular.
Jeremías. En esta figura lo que más llama la atención
es la gran concentración del personaje, su forma compacta y recogida
expresa la dimensión de su pensamiento.