SIERVO DE DIOS MIGUEL EKENG
1958 d.C.
2 de marzo




   La vida de Miguel Ekeng se asemeja a una novela espiritual, cuya acción tiene lugar en África. Nacido en 1888, en una familia animista del sudoeste de Nigeria, un pueblo cercano de Arochuku, sabía desde la infancia los rigores de la esclavitud. Pero logró conservar su libertad de espíritu para tratar de llegar a Dios, primero por el protestantismo, y después por el catolicismo. Alcanzó su punto culminante en la Legión de María y en la espiritualidad mariana de San Luis María de Montfort, la cual se basa en ella.


Esclavo, se convierte en cristiano... y compra su libertad

   En esa época, la ciudad de Arachuku gozaba de cierta reputación, debido a una gran imagen que dominaba un cruce de una calle. Las personas acusadas de diferentes crímenes eran llevadas ante esta horrible máscara y así sufrían su veredicto... y desaparecían sin dejar huella. El ídolo de terror es ampliamente conocido. De hecho, fue sólo una emboscada para capturar esclavos y venderlos al otro lado. Si bien se prohibió el comercio de los seres humanos aún continúa sobresaliente en la región.

   Un día, Ekeng y su hermano Kalu, de 6 y 8 años de edad, respectivamente, pasan por esta encrucijada, al regresar de la fuente donde habían ido a buscar agua para su mamá. De repente, son atrapados, y llevados al bosque, atados de pies y manos, a una choza al borde de una pequeña bahía. Al caer la noche, son embarcados en una canoa donde los remadores los esperaban. Al día siguiente, llegan al gran río Cross. El viaje continúa y en la noche desembarcan en Calabar, a más de 100 kilómetros desde el punto de partida. Ambos son vendidos.  Ya no volverán a verse sólo después de 45 años.
 

   El señor que compró a Ekeng es un líder de la etnia Efik y reside en Calaban. Es cristiano, miembro de la Iglesia Presbiteriana de Escocia. De niño, Ekeng aprende rápidamente sus tareas de cocinero y a ganarse la confianza de su amo. Esto, comprobó que el niño es inteligente, logrando el hábito para hacer el seguimiento de  la liturgia dominical. Notándose su interés por los ritos, le da la oportunidad de seguir el catecismo... que termina en el bautismo. Fue  enviado a la escuela dirigida por la Misión escocesa. Como su amo tenía una Biblia, probablemente en versión efik,  siempre podía leerla al final de los quehaceres domésticos. Alumno dócil, el director de la escuela ve en él un posible educador para el servicio de su Iglesia. Y de joven se convierte, en profesor adjunto y, por tanto, remunerado... lo que le permite en poco tiempo comprar su libertad, por la cantidad de cincuenta libras esterlinas. Completa su formación por cinco años en el Instituto Hope Waddel obteniendo el diploma de profesor de secundaria.


Del protestantismo al catolicismo

   Durante 14 años, Ekeng se dedica a la docencia, al servicio de la Misión escocesa. Nótese también que él está atento a la formación moral de sus alumnos, de igual forma a su formación intelectual. Apenado por la degradación del medio ambiente, procura inculcarles, a través de la palabra y el ejemplo, el sentido de honradez y la rectitud. Eligió para sí mismo el camino del celibato.

   Pero su inteligencia, siempre en alerta, no dejará de buscar. A la pedagogía religiosa que debe seguir le pone una serie de cuestiones doctrinales. Busca volver. La Iglesia Presbiteriana fue la primera en establecerse en Calabar, en 1850, en los inicios de la colonización inglesa, y dominaba sobre todo esta región costera. Pero en 1885, los Padres Espirítanos -fundada por el Padre Libermann- se instalaron en Onitsha, en el país vecino. En 1905, les confían el sector cercano a Calabar, al Padre Shanahan, un irlandés, aceptado por los ingleses, haciendo entonces a Irlanda parte de su imperio. En breve, se estableció una misión católica en el mismo Calabar. Ekeng tiene entonces la oportunidad de estudiar la doctrina católica, lo cual hace de inmediato.

   Descubre las respuestas a sus necesidades espirituales, especialmente en lo que respecta a la doctrina sobre la Eucaristía. Por último, convencido de la veracidad del catolicismo, Ekeng se decide y con 37 años entra en la Iglesia Católica y elije el nombre de Michael (Miguel).


Director de la escuela católica

   Estamos en 1925. Como director de la escuela, él tenía hasta aquí un  salario gubernamental garantizado. Una Misión Católica necesita igualmente de profesores, pero no pueden ser remunerados únicamente sobre la base de una pequeña suma de dinero por los alumnos cada semana. Ekeng no dudó... Y, rápidamente, se convierte en el profesor de la escuela y uno de los más dignos de confianza de la Misión. Además, también enseña el catecismo y manifiesta siempre docilidad con los padres y los religiosos misioneros. Pronto, se le propone la orden sacerdotal. Reflexiona por algún tiempo sobre la propuesta, pero renuncia a ella, pensando que no es digno para el sacerdocio. Se le confía entonces algunas de las otras tareas, como la de formación de profesores para las nuevas escuelas y centros de la Misión de catequesis de Calabar. En 1930, ya hay 200 centros.

   En ese mismo año, llegan a Calabar los misioneros irlandeses de la Sociedad de San Patricio (St. Patrick). Uno de ellos, el Padre James Moynagh, se instaló como párroco en Anua, parroquia con una superficie que supera a la actual Diócesis de Ikot Ekpéné. En ese momento estaba la caída de la Bolsa de Valores en Wall Street. Había repercusiones en Biafra, y el Padre James se veía hasta en la incapacidad de hacer funcionar sus escuelas  y se orienta con Miguel Ekeng. Los profesores se reúnen. Todos se declaran disponibles para continuar con una sola condición: que los pueblos les garanticen la alimentación y vestimenta para ellos y sus familias.


Una Legión de María al servicio de la misión

   Las poblaciones están dotadas de escuelas, pero la mayor parte de las aldeas permanecen sin la presencia cristiana y un gran porcentaje de la población está por ser evangelizada. Es el gran problema del Padre Moynagh... que confía en la Santísima Virgen. Poco después, recibe como vicario parroquial al Padre Peadar Boylan. La hermana de este último forma parte de la Legión de María, en Irlanda, que es un movimiento apostólico fundado en 1921 por Frank Duff, en Dublín. Ella recomienda a su jefe de misión este medio para movilizar a los cristianos para la evangelización de sus hermanos y hermanas.

   Creyendo allí descubrir una respuesta de la Santísima Virgen, el Padre Moynagh convoca a los profesores catequistas, entre ellos a Miguel Ekeng, y les comunica su proyecto. Es así que el 7 de septiembre de 1933, duodécimo aniversario de la fundación del movimiento en Irlanda, se funda en Ifuho, en la parroquia de Anua, en Nigeria, el primer praesidium de la Legión de María en África. Por proposición del párroco, Miguel fue nombrado presidente con el acuerdo de todos.

   Rápidamente, los legionarios ponen el hombro para el trabajo. Los resultados son sorprendentes y se incrementan: multiplicación de los catecúmenos que después son bautizados, regularización del matrimonio, conversiones... De dos en dos, los miembros visitan y evangelizan las aldeas, enseñan a rezar el rosario, despiertan el interés de los fieles, encuentran miembros y entre estos oficiales de praesidia. Una choza es útil y construida rápidamente, convirtiéndose en una capilla y sala de catequesis. Se integran miembros auxiliares, que asumieron su retaguardia a los miembros activos, formando parte de los praesidia para evangelizar otros pueblos. Entre otros resultados, se informa uno significativo: la salvación de los gemelos. Considerado hasta entonces como un mal presagio, fueron abandonados y desamparados a la muerte natural. Las Hermanas del Niño Jesús y algunas familias cristianas están listas para acoger a estos niños rechazados y abandonados. Recordamos también el "milagro" de una anciana encontrada abandonada en el bosque. Los legionarios la llevaran al hospital de Ikot Ekpéné y providenciaron su alimentación (dejada a cargo de la familia). Catequizada, muere antes de recibir el bautismo. Al poco rato de lo ocurrido, un legionario se apresura... para certificar el desenlace. Pero, de repente, ella se reaviva, recibe el bautismo... y muere de nuevo. La lectura del informe que cita el hecho, produce una gran prudencia en la sede de la Legión en Dublín, hasta el día en que el Padre Moynagh, es nombrado Prefecto Apostólico, lo confirma y sella con su autoridad. La generosidad de los legionarios por salvar a esta pobre mujer es también la ocasión para fundarse el primer praesidium de mujeres... entre ellas hay una llamada Mónica que se distinguirá por su celo apostólico al lado de Miguel Ekeng.


Totalmente al servicio de la Legión de María

   Ante las muchas manifestaciones de la gracia de Dios, a través del movimiento apostólico apoyado plenamente en María, Miguel decide sacrificarse un poco más. A pesar de los problemas de salud - pasó tres meses hospitalizado en Emekuku, y aprovechó este alto para charlar con los profesores de esta zona sobre los beneficios de la Legión – en convertirse en "pretoriano", además de las oraciones legionarias y el rosario, asisten a misa y comulgan, y rezan la liturgia de las horas, todo esto diariamente. Renuncia a su cargo de director de la escuela para consagrarse totalmente a la extensión de la Legión. También se priva de los sueldos y rehúsa cualquier retribución. Sólo pide una cosa: que le den de comer y le dejen dormir en los puestos de misión que visitará. Anua, Calabar, Oron, Arochuku, Essené, y muchos otros lugares beneficiándose así de su apostolado. Se fundan Curiae para integrar y animar a los praesidia, que no cesan de multiplicarse. En 1937 se funda el primer Comitium, siendo Miguel elegido como Presidente.

   Ese mismo año, llega una Misión de Anua, Monseñor Riberi, Delegado apostólico para África misionera. Vienen para estudiar y comprobar el apostolado de la Legión de María en los países de misión. Y como resultado, Monseñor Riberi envía una carta a todos los Obispos de África misionera, recomendándoles a la Legión de María. Aprovecha para informar de la presencia de Edel Quinn en África Oriental, "Enviada" de Dublín para organizar allí el movimiento. Algunos años más tarde, nombrado Internuncio en China, escribió desde Hong Kong a Frank Duff y dijo: "Me pregunta si recuerdo a Miguel Ekeng. Lo recuerdo muy bien. Fue un ejemplo muy inspirador para lo que yo tenía que decir a los Obispos de África Oriental. Incluso aquí, me gusta mencionar su admirable trabajo". Además de Nigeria, toda el África y China en su momento se beneficiaron del bello ejemplo de Miguel y de sus compañeros.


Retrato de un apóstol legionario

   Surge una guerra de 1939-1945. Los bienes y medios de transporte están empezando a escasear. Pero, quien poco pide, de poco necesita. El P. McGettrick, entonces  párroco de Anua y, más tarde Obispo de Ogoja - escribió: "Miguel se viste con mucha sencillez, para escándalo de los otros profesores que parecen creer que el hábito hace al monje. Sus lentes están asegurados gracias a un pedazo de hilo. Su gorra, heredado de un antiguo misionero, deja suponer un largo y duro uso. La camisa le sirve casi solo para encubrir un crucifijo que siempre lo lleva con él. La bicicleta es el ejemplo de su propietario... La capacidad de trabajo de Miguel sorprende. Lo vi partir de Calabar a la una de la mañana, hacer 24 kilómetros en canoa a Orono, viajó en bicicleta 70 kilómetros para asistir a una reunión legionaria y hacer más de 15 kilómetros en bicicleta para recibir la Eucaristía".

   ¡Un verdadero caballero al servicio de su reina! Siendo la reina, la Reina del Universo... y el caballo, una bicicleta muy modesta. La lucha que Miguel encierra para su Reina es firme y muy sumisa. Muchas veces, sus cartas a la sede en Dublín mencionan que se siente extrañamente tentado por el demonio. Nunca atribuyó para sí mismo los frutos de su trabajo apostólico, ni el dinamismo de la extensión de la Legión. Miguel recomienda que su anterior párroco -ahora Monseñor Moynagh- sea considerado "laureado" por la Legión... por lo que se ha hecho. En esta ocasión, un misionero dijo: "Ekeng mereció ser el primero en ser laureado, por su ardiente celo apostólico, su trabajo incansable por los intereses de la Legión, sus miembros, su Reina. Debo confesar que lo poco que hice por la Legión se debió a la inspiración de su compromiso ejemplar".

   El oro se purifica en fuego. No todo el mundo valora de la misma manera la labor de Miguel y su ardiente celo. Durante su misión hay hombres y mujeres que le cierran su puerta. En 1949, llega un delegado del Concilium (Dublín), Maurice O'Connor, quien sugiere que Miguel Ekeng debe seguir al frente del Comitium en un segundo trienio. Este acepta la decisión tomada sin expresar la más mínima molestia. No se lamenta, ni de palabra ni por escrito. ¿Cómo llegó a tal estado de abnegación? Escribe sencillamente una carta: "Continuamos a nuestra manera de niños en la fe, contentos por seguir en el camino de la santa infancia cristiana, recordada por Santa Teresa de Lisieux".


Una gran y larga peregrinación

   Estábamos en el Año Santo de 1950. El Obispo ofrece a Miguel Ekeng una peregrinación a Roma. Informado de esto, el Concilium se apresuro para invitarlo a seguir hasta la sede de la Legión. Enfermo, él falta para la partida del barco de los peregrinos. ¡Pero no tiene importancia! Algunos días más tarde, va en avión a juntarse con ellos en Roma. Allí, se encuentra con su viejo amigo legionario, Dominique Ekandem, ahora sacerdote... y futuro cardenal. Después de la Ciudad Santa, continúan los viajes juntos. Pasando por Francia, van en peregrinación a Lourdes y Lisieux. En Dublín, Frank Duff, fundador de la Legión, les da la bienvenida con los brazos abiertos... Jack Nagle, su corresponsal, está feliz de abrazarlo y dice: "Ekeng es gentil, inteligente, dotado de una gran sabiduría. Conoce perfectamente el sistema legionario. Tiene poco que aprender aquí". A insistencia de Frank Duff, la visita se prolonga por seis meses. Al regreso, en cada escala de barco, Miguel contacta con la Legión compartiendo motivaciones y consejos. Al llegar a Anua, fue elegido Vicepresidente del Comitium, que lo reconforta, y expresa su alegría.


Fin de una vida apostólica

   Pronto, su salud se va deteriorando, frenando el dinamismo que corresponde a su celo. "Quiero hacer mucho, pero me faltan las fuerzas", decía él. En diciembre de 1952, se da una fuerte disminución de su salud. Debe renunciar a todas las visitas a los praesidia –ahora en número de 150- y, pronto, todas las responsabilidades. Se retira a Calabar, donde pasa sus últimos días. Muere el 2 de marzo de 1958 y tiene un solemne funeral.

   Frank Duff rinde homenaje a este "diamante toscamente tallado y pulido por una vida cristiana llevada fielmente, ahora esa esmeralda está adornando la corona de Nuestra Señora en los cielos".

   A su estilo, Miguel Ekeng vivió el Totus tuus del que habla San Luis María de Montfort - "Soy todo tuyo, oh María", capaz de inspirar a todos los legionarios. Este también fue el lema de nuestro Papa Juan Pablo II.
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(Samuel Miranda)