MILAGRO EUCARÍSTICO DE AMSTERDAM
El 12 de marzo de 1345, pocos
días antes de la Pascua, Ysbrand Dommer, mandó llamar a un
sacerdote porque se encontraba al borde de la muerte. Después de haber
comulgado, vomitó todo en una vasija, cuyo contenido fue inmediatamente
arrojado al fuego de la chimenea.
Al día siguiente, Ysbrand se había recuperado
completamente. Una de las domésticas que lo servían se acercó
a la chimenea para encender el fuego y notó una extraña luz
que irradiaba de una Hostia. La mujer llamó la atención a todo
el barrio con sus gritos. Así, muchos pudieron verificar el Milagro.
Mientras tanto, Ysbrand pudo recuperar la Hostia. La envolvió en un
paño de lino y la depositó en una pequeña caja para
llevarla al párroco. Pero el Milagro continuó porque por tres
veces el sacerdote tuvo que volver a la casa del enfermo para recuperar la
Hostia que milagrosamente regresaba siempre a la casa de Ysbrand.
Entonces, se decidió transformar su casa en una capilla.
El día de Pascua los testigos y el alcalde del pueblo de Amstel redactaron
un informe detallado de todos los hechos. Este documento fue luego entregado
al Obispo de Utrech, Jan van Arkel, quien autorizó el culto del Milagro.
En 1452 la capilla quedó destruida luego de un incendio
pero extrañamente la Custodia con la Sagrada Partícula permaneció
intacta. En 1665 el Concejo de la ciudad autorizó al Padre Jan Van
der Mey trasformar una de las casas del ex convento de las Beguinas en capilla.
Allá fue trasladada la preciada Custodia que lamentablemente fue robada
días después de su llegada. Sin embargo, hasta hoy se realiza
la exposición permanente del Santísimo Sacramento en memoria
perpetua del Milagro. Los únicos objetos que quedan como recuerdo
del Milagro Eucarístico son la cajita que custodió la Hostia,
los documentos que describen el Milagro y algunas pinturas que se encuentran
en el Museo histórico de Amsterdam. Cada año, en la vigilia
del domingo de Ramos, se realiza una procesión silenciosa (Stille
Omgang) en honor al Prodigio.