MILAGRO EUCARÍSTICO DE AUGSBURG
1194
Alemania
En el 1194, una señora
de Augsburg particularmente devota del Santísimo Sacramento, después
de haber comulgado se metió la hostia en un pañuelo, vuelta
a casa repuso la hostia en una envoltura de cera dentro de un armario.
Después de cinco años la mujer atormentada por
los remordimientos reveló al superior del convento de Heilig Kreuz,
Padre Berthold, el acto sacrílego, el cual se hizo entregar la hostia,
cuando el sacerdote abrió la envoltura de cera en que envolvió
la Partícula, vio que este se transformó en carne sangrante.
La Hostia se presentó "uniforme en dos partes unidas la una con la
otra, a través de hilos sutiles de carne sangrante."
El sacerdote refirió enseguida el acontecimiento al Obispo
de la ciudad, Udalskalk que ordenó que la Hostia prodigiosa fuera
"trasladada, acompañada del clero y del pueblo, en la Catedral y expuesta
en un Ostensorio de cristal para la pública adoración. "La
hostia, expuesta a los fieles en la Catedral, extraordinariamente empezó
a crecer y a hincharse y este fenómeno duró del día
de Pascua hasta la fiesta de San Juan Bautista, delante de los ojos de todos.
Sucesivamente, el Obispo Udalskalk hizo reconducir la hostia cerca del convento
de Heilig Kreuz y estableció que, "en recuerdo de un hecho tan memorable
y extraordinario", cada año fuera celebrado una especial solemnidad
en honor de la Santa Reliquia. En el 1200, el conde de Rechber, les donó
a los Padres agustinos un cofre de plata rectangular, abastecido de una abertura
anterior, en el que fue repuesta la Hostia del Milagro. En el curso de los
siglos fueron realizados muchos análisis sobre la Partícula
que siempre han confirmado que se trata de carne y sangre humana. Hoy el
Convento de Heilig Kreuz es custodiado por los Padres dominicanos.