MILAGRO EUCARÍSTICO DE FIECHT



   Cerca al altar lateral de la iglesia del monasterio se encuentra una tabla-documento que dice: "en el año de gracia de 1310, bajo el abad Rupert, un sacerdote celebraba la Santa Misa en esta iglesia dedicada al Santo Mártir Jorge y al Apóstol Santiago. Después de haber consagrado el vino, fue asaltado por la duda, si bajo las especies del vino se encontraba verdadera y realmente la Sangre de Cristo. Inmediatamente, el vino se transformó en roja sangre que comenzó a hervir en el cáliz hasta el punto de derramarse. El abad y sus monjes, quienes se encontraban en el coro, además de numerosos peregrinos presentes en la celebración, se acercaron al altar y constataron lo que había sucedido. Lleno de temor, el sacerdote no logró beber toda la Santa Sangre; entonces, el abad vertió el resto en un recipiente junto con el paño con el que se secaba el cáliz, para luego depositarlo en el tabernáculo del altar mayor. Atraídos por la noticia, muchos peregrinos comenzaron a visitar el santuario para adorar la Santa Sangre.

   El creciente número de devotos hizo que en 1472, el Obispo Georg von Brixen mandara una comisión para analizar el fenómeno. Entre ellos, estaban el abad de Wilten, Johannes Lösch, y los párrocos Sigmund Thaur y Kaspar de Absam. Luego de las debidas investigaciones, fue declarada la autenticidad del Prodigio y se promovió la adoración a la Santa Sangre. Entre los devotos, era frecuente encontrar representantes de la Iglesia, como el Obispo de Trieste, Giovanni; el Obispo de Brixen, George; el Arzobispo de Colonia y Duque de Bavaria, Rupert; el Obispo de Chiemsee, Federico; y tantos otros. Otra tabla-documento cuenta cómo la reliquia de la Santa Sangre ayudó a conservar el credo católico durante el cisma protestante:

    En torno al año 1593, cuando los dogmas de Lutero se difundían por doquier en el Tirol, los monjes de San Georgenberg fueron llamados para predicar el credo en todos los alrededores. El abad Michael Geisser predicaba con gran éxito delante de una muchedumbre en la iglesia parroquial de Schwaz, refiriéndose ardorosamente al Santo Milagro de la Sangre como una prueba de la real presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar. Actuaba en modo tan convincente que los adversarios no tuvieron otra opción que retirarse del campo. Esta victoria contundente ante el errado credo fue entendida por los creyentes como una gracia especial que el Señor había concedido a sus fieles, quienes adoraban la preciosa Sangre.

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(Samuel Miranda)