MILAGRO EUCARÍSTICO DE HERENTALS
1412
Bélgica



   En 1412, un cierto Jan van Langerstede, buscó alojamiento en un albergue no lejos de la pequeña ciudad de Herentals. Este hombre se dedicaba a robar objetos sagrados a las iglesias, los cuales eran revendidos. Al día siguiente de su llegada a Herentals, se dirigió al pueblo vecino llamado Poederlee. Allí entró en la iglesia parroquial y extrajo el cáliz y la píxide que contenía cinco Partículas consagradas. En el camino de regreso hacia Herentals, pasando por un lugar conocido con el nombre de "De Hegge" (el cercado), se sintió sobrecogido por una misteriosa fuerza que le impedía seguir adelante. Entonces, intentó arrojar las Hostias en el río para librarse de ellas, pero todo fue inútil. A punto de la desesperación, vio en un campo poco distante una madriguera de conejos. Y sólo entonces, sin ninguna dificultad pudo esconderlas y regresar tranquilamente a Herentals.

   Mientras tanto, el juez de la ciudad, Gilbert De Pape, había ya iniciado las pesquisas para descubrir al autor del robo de la iglesia de Poederlee. Entre los sospechosos estaba precisamente Jan, quien confesó el robo a la policía cuando se descubrió lo que llevaba en el equipaje. Sin embargo, omitió el hecho de las Partículas.

   El ladrón fue condenado a la horca; pero cuando Jan estaba ya en el patíbulo, animado por el sacerdote para liberar su alma ante de morir, confesó completamente su culpa indicando el lugar exacto donde había escondido las Hostias robadas. Entonces, el juez suspendió la ejecución y ordenó a Jan que mostrase el lugar del escondite.

   Seguidos por la muchedumbre, llegaron al campo y vieron las Hostias llenas de radiante luz y dispuestas en forma de cruz. Las Hostias se encontraban intactas, a pesar de estar en la intemperie. Inmediatamente fueron llevadas en procesión, algunas a Herentals y otras a Poederlee, donde permanecieron hasta el siglo XVI.

   El 2 de enero de 1442, el Milagro fue declarado auténtico por el magistrado de Herentals. En el lugar del hallazgo se edificó una pequeña capilla que luego fue visitada por muchos prelados, entre ellos recordamos a Jean Malderus, Obispo de Anversa, en 1620; al Papa Benedicto XIV, en 1749. La ampliación de la capilla, convertida luego en Santuario, fue financiada por la hija de Juan de Luxemburgo, Isabel Van Görlitz.

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(Samuel Miranda)