MILAGRO EUCARÍSTICO DE ROMA
Siglo VI



    Mientras el Papa San Gregorio estaba celebrando la Santa Misa en la antigua iglesia dedicada a San Pedro, en el momento de distribuir la Sagrada Comunión, se dio cuenta de que entre los fieles puestos en línea también estaba presente una de las mujeres que habían preparado el pan para la consagración (era la costumbre en esos días que el pan utilizado para la Misa sea elaborado por los propios fieles). La mujer, sin embargo, se reía a carcajadas, y el Papa le preguntó la razón de su comportamiento.

   La mujer se defendió diciendo que ella no podía llegar a creer cómo era posible que el pan que ella misma había preparado con sus propias manos, gracias a las palabras de la consagración, se convirtiera en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. San Gregorio entonces le prohibió acercarse a la comunión y comenzó a orar a Dios para que la ilumine. Acababa de terminar de orar cuando vio el mismo pedazo de pan elaborado por aquella mujer convertirse en carne y sangre, en cuyo punto la mujer se arrepintió, cayó de rodillas y comenzó a llorar. Parte del Relicario se conserva hasta nuestros días en el Monasterio Benedictino de Andechs, Alemania.

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(Samuel Miranda)