Hay algunos hemanos que se
dedican de tiempo completo al ministerio de la música para servir a
Dios y a los hermanos. Esto es una entrega total a la vocación o llamado
que Dios les hace para seguirle. Entendiendo el ministerio como una vocación,
deben los músicos católicos buscar su santificación personal
a través de sus actividades: deben procurar la gloria de Dios y la
santificación de las almas.
"Ellos eran también cantores, cabezas de familia de los levitas y moraban aparte en las habitaciones de la Casa, pues se ocupaban de día y de noche en su ministerio" (1 Crónicas 9,33). En este texto sagrado observamos cómo en la Antigua Alianza había personas que se consagraban por completo a Dios a través del ministerio de la música. En nuestros días deben existir también hermanos que busquen la glorificación de Dios y el provecho de los hermanos.
Tal pareciera en la actualidad, que aquellos que se dedican de manera completa, no buscan precisamente su santificación personal, sino enriquecer sus bolsillos. Claro está que hay sus excepciones. Los hermanos consagrados de tiempo completo al ministerio de la música tienen derecho a vivir de la música de manera digna, aunque no se justificaría el utilizar este ministerio para la gloria personal, o para enriquecerse. Para poder buscar la santificación personal se necesita tener recta intención, vivir dignamente, pero sobre todas las cosas buscar la glorificación de Dios y el servicio a los hermanos.
Si tú eres un músico católico y sólo buscas llenar tus bolsillo, además de fama y reconomiento de los demás, no estás agradando al Señor con esas actitudes. Tu intención debe ser primero el servicio y lo demás se te dará, si Dios quiere, por añadidura "Busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas" (Mateo 6,33).
Que no te ocurra como con algunos hermanos que no se presentan a dar un concierto o a eventos, si no hay de por medio un estímulo económico. Ya no estamos hablando entonces de un ministerio o servicio sino de un negocio personal.
"Ellos eran también cantores, cabezas de familia de los levitas y moraban aparte en las habitaciones de la Casa, pues se ocupaban de día y de noche en su ministerio" (1 Crónicas 9,33). En este texto sagrado observamos cómo en la Antigua Alianza había personas que se consagraban por completo a Dios a través del ministerio de la música. En nuestros días deben existir también hermanos que busquen la glorificación de Dios y el provecho de los hermanos.
Tal pareciera en la actualidad, que aquellos que se dedican de manera completa, no buscan precisamente su santificación personal, sino enriquecer sus bolsillos. Claro está que hay sus excepciones. Los hermanos consagrados de tiempo completo al ministerio de la música tienen derecho a vivir de la música de manera digna, aunque no se justificaría el utilizar este ministerio para la gloria personal, o para enriquecerse. Para poder buscar la santificación personal se necesita tener recta intención, vivir dignamente, pero sobre todas las cosas buscar la glorificación de Dios y el servicio a los hermanos.
Si tú eres un músico católico y sólo buscas llenar tus bolsillo, además de fama y reconomiento de los demás, no estás agradando al Señor con esas actitudes. Tu intención debe ser primero el servicio y lo demás se te dará, si Dios quiere, por añadidura "Busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas" (Mateo 6,33).
Que no te ocurra como con algunos hermanos que no se presentan a dar un concierto o a eventos, si no hay de por medio un estímulo económico. Ya no estamos hablando entonces de un ministerio o servicio sino de un negocio personal.