Domingo dentro de la Octava de Navidad
(o en su defecto el 30 de diciembre)
LA SAGRADA FAMILIA
DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Ciclo C
Cuando entre el 25 de diciembre y el 1 de enero no hubiese un domingo, esta
fiesta se celebra el día 30 de diciembre, eligiéndose antes
del Evangelio una sola lectura.
Samuel, para toda su vida, queda cedido al Señor
Lectura del primer libro de Samuel 1, 20-22. 24-28
En aquellos días, Ana concibió, y a su debido tiempo dio a
luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: «Se lo he pedido
al Señor.»
El marido, Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al
Señor el sacrificio anual y cumplir su voto. Pero Ana no subió,
porque dijo a su marido: «No iré hasta que el niño deje
de mamar. Entonces lo llevaré, y el se presentará delante del
Señor y se quedará allí para siempre.»
Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando
además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre
de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño
era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo,
se lo llevaron a Elí.
Ella dijo: «Perdón, señor mío, ípor tu
vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a
ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al
Señor, y él me concedió lo que le pedía. Ahora
yo, a mi vez, se lo cedo a él: para toda su vida queda cedido al Señor.»
Después se postraron delante del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO 83, 2-3. 5-6. 9-10
R. ¡Señor, felices los que habitan en tu Casa!
¡Qué amable es tu Morada,
Señor del Universo!
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti,
al emprender la peregrinación! R.
Señor del universo, oye mi plegaria,
escucha, Dios de Jacob;
protege, Dios, a nuestro Escudo
y mira el rostro de tu Ungido. R.
Nos llamamos y somos hijos de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
3, 1-2. 21-24
Queridos hermanos:
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos
hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce,
es porque no lo ha reconocido a él.
Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no
se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún
reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y él nos
concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos
y hacemos lo que le agrada.
Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y
nos amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que
cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él;
y sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que
nos ha dado.
Palabra de Dios.
ALELUIA Cf. Hech. 16, 14b
Aleluia.
Señor, toca nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
Aleluia.
EVANGELIO
Jesús entre los doctores de la Ley es hallado por sus padres
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
2, 41-52
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén
en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años,
subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José
regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que
ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo
un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes
y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca
de él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de
la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los
que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo
mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre
y yo te buscábamos angustiados.»
Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban?
¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?»
Ellos no entendieron lo que les decía.
El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos.
Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante
de Dios y de los hombres.
Palabra del Señor.